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jueves 25 de septiembre de 2008

Mejor, que no hagan nada

El Gobierno no termina de comprender que el tipo de cambio no debe ser alto ni bajo, sino aquel que resulte determinado por la oferta y la demanda de pesos.

La presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, ha declarado que "el tipo de cambio demasiado alto no ayuda en la lucha contra la inflación"… Esta apreciación representa un evidente cambio, al menos, de discurso (es prematuro hablar de cambio de rumbo porque bien podría suceder que los hechos posteriores no concuerden con las palabras). Hasta ahora el “discurso oficial” primero del duhaldismo y luego del kirchnerismo que le sucedió era que “necesitamos un tipo de cambio alto para que nuestras exportaciones sean competitivas”. Para sostener ese tipo de cambio “competitivo”, el Banco Central ha venido emitiendo pesos, los cuales, volcados a la plaza, derivaron en la inflación que inventan los perversos economistas liberales y Guillermo Moreno ha demostrado que es falsa.

Pero, ahora, Cristina ha dicho todo lo contrario de lo que el gobierno ha venido diciendo durante más de cinco años. Parecería que en el gobierno miraron encuestas y se asustaron del costo electoral que la inflación –del 8 % anual, recordemos- podría desencadenar y decidieron, como quien deja de ser hincha de Boca y se hace fanático de River, que el tipo de cambio competitivo no correría más y se viene una nueva etapa. Vayamos pensando en que quizá vuelva el dólar barato, los viajes a Miami, los argentinos portadores de “moneda fuerte”, el “deme dos” y los productos “made in Taiwan” a precios irrisorios. Todo eso, naturalmente, hasta que se hagan oír fuertemente las quejas de que “están destruyendo la industria nacional”, aumenten los índices de desempleo porque las mercaderías importadas se fabrican en condiciones de trabajo “infrahumanas” y aparezcan los reclamos de que “necesitamos un tipo de cambio que favorezca el desarrollo de la producción nacional”. ¡Ay, Dios, cómo pulula la enfermedad del gataflorismo en este país!

El tipo de cambio, señora Cristina, no debe ser alto ni bajo sino que debe ser aquel que resulte determinado por la oferta y la demanda de pesos. El mercado, operando en libertad y sin interferencias, irá tendiendo, naturalmente, a ajustar el valor del peso –es decir, a establecer el tipo de cambio- de acuerdo con el modo en que evolucionen el conjunto de las variables económicas que condicionan el valor de la moneda. Ni el Gobierno ni el Banco Central deben intervenir en tratar de establecer un tipo de cambio predeterminado porque esas intervenciones distorsionan toda la estructura de precios y, por lo tanto, alteran los indicadores en los cuales los agentes económicos se basan para tomar sus decisiones, realizar inversiones y generar esa riqueza cuya distribución a usted tanto la obsesiona, señora Presidenta.

Es positivo que la Presidenta haya expresado sus reparos a la realización de la devaluación que algunos sectores vienen reclamándole como consecuencia de que las ventajas competitivas del tipo de cambio artificialmente alto hayan quedado anuladas por efecto de la inflación provocada por las medidas adoptadas para sostener ese tipo de cambio artificialmente elevado… Al menos, así, se aventa el riesgo de que se produzca una espiral inflacionaria incontrolable. Si el Banco Central deja de emitir moneda para sostener el tipo de cambio, la inflación se detendrá y hasta los manejos de Moreno en el INDEC resultarán innecesarios. Por supuesto que, en este contexto, la industria estará más expuesta a la competencia externa y las exportaciones serán menos rentables.

Resulta difícil imaginar qué hará el kirchnerismo ahora, si es que cambia su política cambiaria. Resulta aún más difícil creer que de la noche a la mañana la Señora se haya convertido en partidaria de la economía de mercado y esté dispuesta a permitir que el valor del peso quede determinado por el libre y natural juego de la oferta y la demanda. Eso sería poco menos que una política “neoliberal” propia de la década del noventa que el kirchnerismo repudia categóricamente. Pero sí es posible que suceda algo muy positivo, lo cual consistiría en que el gobierno, sencillamente, no haga nada, lo cual sería mucho mejor que todo lo que ha venido haciendo hasta ahora. En realidad, eso, no hacer nada, es lo que el gobierno ha venido haciendo desde que fracasó el proyecto de aplicación de las retenciones móviles hasta ahora. Y, digámoslo sin ambages, la situación del país ha mejorado desde julio hasta ahora, aunque más no sea porque, al no hacer nada, la Señora no ha cometido desastres. Es preferible que no haga nada y deje todo como está a que, en su afán de “redistribuir el ingreso” provoque cualquier cataclismo.

Es bastante probable que así, a la deriva, siga el país hasta 2011. Paradójicamente, por no hacer nada, el gobierno permitirá, tácitamente, que los mercados operen con cierta libertad y, dentro de ese marco, hasta es posible que la economía experimente una cierta mejoría. Esto tiene una lógica: es mejor que el gobierno no haga nada a que cometa errores. Esa parece ser la lección que el kirchnerismo extrajo de la crisis de las retenciones móviles. Probablemente no sea una lección expresa pero después de semejante cimbronazo en el gobierno se dieron cuenta de que la realidad es un factor con el que tienen obligadamente que contar, comprendieron que no están solos en el mundo y que hay vida más allá del kirchnerismo. Esto, al menos, parece estar sirviendo para que se perciban algunas correcciones en el rumbo, las cuales derivan en resultados beneficiosos. Es positivo para el país, en definitiva, que el kirchnerismo se encuentre en una posición política debilitada porque esa debilidad opera como un factor inhibidor de la libertad de acción del gobierno y, de ese modo, de los desaguisados que comete cuando está en una posición política más cómoda.

El cambio de postura respecto del tipo de cambio es un ejemplo en este sentido, un caso particular de este fenómeno. Habrá que ver cómo se desarrollan los hechos pero está claro que están observándose síntomas novedosos. Los resultados de esos síntomas están aún por verse. © www.economiaparatodos.com.ar

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