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miércoles 30 de octubre de 2019

Mientras no haya una economía competitiva, está el riesgo del populismo autocrático

Mientras no haya una economía competitiva, está el riesgo del populismo autocrático

El resultado del domingo dejó enseñanzas y desafíos para la dirigencia política

Los titulares de los diarios dicen ganó Alberto Fernández, sin embargo, al igual que en las PASO, el resultado obtenido por Macri volvió a sorprender, esta vez por la forma en que creció y acortó la distancia con la formula Fernández-Fernandez respecto a las PASO.

De los 2 millones de votos de más que obtuvo la fórmula Frente de Todos, 1,56 millones de votos los consiguió en la provincia de Buenos Aires y, tampoco es que barrió en toda la provincia, sino que el grueso estuvo en el conurbano.

En los distritos de mayor peso electoral, Juntos por el Cambio obtuvo victorias que, en algunos casos, fueron contundentes, como es el caso de Córdoba donde la fórmula Macri-Pichetto más que duplicó a la de los Fernández. En Mendoza en que Juntos por el Cambio obtuvo el 50% de los votos contra el 37,8% de Frente de Todos. En Santa Fe, donde si bien Macri ganó por escaso margen, igual se alzó con la victoria en esa provincia y, por su puesto, CABA, donde ganó 52 a 36 en números redondos. En definitiva, salvo en la provincia de Buenos Aires, Macri-Pichetto ganaron donde está el mayor peso del padrón electoral. E incluso la provincia de Buenos Aires está bastante teñida de amarillo cuando se sale del conurbano.

Por otro lado, en el Congreso será la primera minoría en diputados y en el senado e incluso en la provincia de Buenos Aires Kicillof no tendrá mayoría propia en el Congreso Provincial.

Estos resultados, que no son tan catastróficos para Juntos por el Cambio, se dieron en un contexto de fuerte recesión, fuga de capitales, aumento de la pobreza y una inflación que se aceleró justo antes de las elecciones. Agregaría que Macri logró actos multitudinarios que no se veían desde los 80 cuando los cierres de campaña congregaban multitudes. Hoy no hay político que logre llenar la avenida 9 de julio como lo consiguió la fórmula Macri-Pichetto, aunque habría que ver cuántos son porque apoyan a Macri y cuántos porque se oponen al kirchnerismo. De todo esto se desprende que, a pesar de la profunda crisis económica fruto de la mala praxis de Cambiemos, igual hubo una parte importante de la población, algo más de un 40%, que decidió que era más importante ponerle un freno a un kirchnerismo, que en el pasado quiso ir por todo el poder eliminando el sistema republicano, que rechazar a un gobierno por sus gruesos errores en materia de política económica. En otras palabras, al menos la mitad del país parece privilegiar ciertos valores republicanos.

Si esta lectura fuera correcta, faltaría que esa otra mitad del país comenzara a exigir reformas económicas estructurales para combinar un sistema republicano con prosperidad económica. Mucha gente justificó los groseros errores del gobierno en materia económica diciendo que si se aplicaban esas medidas estallaba el país y volvían los k. Como si la función de un gobierno se limitara durar en el cargo y no a iniciar un rumbo de cambios económicos que nos permitan salir de la larga decadencia. Finalmente, tanto decir ahora no se puede, terminó en una crisis económica con el regreso del kirchnerismo. Acotado en su poder, pero con el regreso del kirchnerismo.

En el gobierno siguen creyendo que la crisis económica se produjo por la sequía y por la suba de la tasa de interés en el exterior. La suba de la tasa no fue tan importante como para generar el descalabro económico que se generó a partir de abril de 2018, y una sequía no debería voltear una política económica. Complicarla, tal vez. Voltearla, definitivamente no.

Todo parece indicar que buena parte de los argentinos defienden principios básicos de un sistema republicano, pero al mismo tiempo optan por políticas económicas intervencionistas, estatistas y distribucionistas que terminan en una crisis detrás de otra poniendo sistemáticamente en riesgo el orden republicano. Ante cada crisis económica, regresa la tentación del populismo autoritario.

Argentina sigue en esa contradicción entre tener un sistema republicano y una economía sana. Basta con ver como seguidores de Cambiemos defienden el cepo cambiario como una medida que, según ellos, es inevitable. Hay un alto grado de fanatismo en ambos lados de la grieta. Los mismos que señalaban con el dedo acusador al kirchnerismo cuando puso el cepo cambiario, ahora lo defiende porque lo estableció Macri. No advierten que antes de poner un cepo, el gobierno tendría que dejar flotar el tipo de cambio sin intervenir en el mercado. Igual el tipo de cambio va a subir por el lado del blue o del contado con liquidez. Que dejen subir el tipo de cambio y guarden las reservas sin necesidad de establecer un cepo copiando al kirchnerismo y encima tratando de justificas que en este caso está bien puesto el cepo.

Cambiemos se va dejando serios problemas económicos, algunos de ellos son problemas que recibió del kirchnerismo que ellos reeditan. A saber, Cambiemos se va con un cepo cambiario como lo dejó el kirchnerismo, en default como lo hizo el kirchnerismo dado que la palabra reperfilamiento es un sustituto de default. También Cambiemos postergó los ajustes de las tarifas de los servicios públicos para luego de las elecciones, con lo cual habrá que poner al día lo que se atrasó durante estos meses. El gasto público consolidado sigue igual. Lo que se ahorró de gasto público fue compensado por el aumento de los intereses de la deuda pública y no cuento el gasto cuasifiscal del BCRA por esterilizar los pesos emitidos cuando entraban dólares de la deuda pública.

En síntesis, el resultado electoral del domingo abre la esperanza de que cada vez más gente valora un sistema republicano, es decir un sistema en el que llega al poder por el voto de la gente no tiene carta blanca para hacer lo que se le ocurra. Nos sigue faltando agregarle a la idea de principios republicanos, la aceptación de políticas económicas sanas que nos permitan salir de la larga decadencia en que estamos sumergidos. Cuanto más se demore en aplicar políticas de gasto público bajo y eficiente, un sistema tributario pagable y un mínimo de regulaciones para liberar la capacidad de innovación de la gente, más riesgos de perder un sistema republicano en una tiranía populista.

ESTA NOTA FUE PUBLICADA ORIGINALMENTE EN http://www.infobae.com