domingo 10 de junio de 2012
Más que nunca: es la economía, estúpido
La combinación de recesión con inflación se está haciendo realidad. Por eso, ahora más que nunca se impone la frase de Clinton: es la economía, estúpido
En mayo, la producción de autos cayó el 24% con relación a mayo del año pasado, en tanto que las exportaciones de automóviles disminuyeron el 45,7%. En los primeros 5 meses del año la producción disminuyó el 20,5% y las exportaciones el 26,5%. La industria automotriz, la nave insignia que venía empujando el aumento de la producción industrial ya no empuja, principalmente porque Brasil viene desacelerando su economía.
La venta de maquinaría agrícola cayó a la mitad en los primeros 5 meses del año. La demanda laboral de abril de este año, en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, volvió a caer y está un 2,3% por debajo de abril del 2002, el peor mes del peor momento de la crisis del 2002. Mientras tanto, la construcción se desploma y la actividad inmobiliaria agoniza.
Podría seguir con más datos para mostrar que la economía argentina se está frenando de golpe, pero, para no aburrir al lector dejo el tema aquí y, finalmente, le recuerdo que Renault suspendió 2000 trabajadores por falta de demanda.
La combinación de recesión con inflación se está haciendo realidad, a pesar de las acusaciones de agorero que recibí durante mucho tiempo y la agresión de los ciberk que siempre me decían que pronostico la crisis y nunca llega. Hoy el descontento de la gente se palpa en la calle. Por eso, ahora más que nunca, cae como anillo al dedo aquella frase de Bill Clinton en la campaña electoral de 1992 en EE.UU: es la economía, estúpido.
Si bien el gobierno, siguiendo su estrategia de acomodar el discurso a su conveniencia, pasó a decir que el modelo estaba blindado de la crisis internacional a sostener que el mundo se nos cae encima para no hacerse responsable de los líos que hizo, la realidad es que el problema económico que tenemos por delante es más por torpezas del gobierno que por la crisis internacional.
Sin duda que Brasil impacta en la economía argentina, el problema es que sin el viento de cola que tuvieron durante varios años, las inconsistencias del modelo quedan a la vista. Es más, no solo quedan a la vista, sino que, encima, las medidas adicionales que va tomando el grupo de inexpertos, que cada día ven qué pueden inventar para zafar del lío que hicieron el día anterior, aceleran la desconfianza y profundizan la crisis. Solo en mayo el sistema financiero perdió U$S 1.543 millones de depósitos en dólares, y el dólar marginal se disparó por encima de los $ 6. La desconfianza de la gente en el futuro económico es manifiesta. Cuando un operario ve que cuando en la empresa no reponen al personal que se va, cuando ve que le recortan las horas extras, los turnos, etc., entra en pánico y comienza tener temor a perder su trabajo. ¿Qué hace en ese caso? Restringe el consumo y trata de no usar la tarjeta de crédito para comprar en 12 cuotas el televisor porque no sabe si va a poder pagarlo. Encima ve como el billete de 100 pesos ya es cambio chico, porque sirve para comprar muy pocas cosas.
El gran interrogante es: ¿qué hará el gobierno ante el lío económico que tiene por delante? Hasta ahora, cada vez que tuvo un problema económico, redobló la apuesta, confiscando y regulando más la economía. Y eso lo sigue haciendo. El diputado Depetri estaría por presentar un proyecto de ley para pesificar la economía, que es lo mismo que pretender derogar la ley de gravedad por ley. Lo que quiere hacer el diputado kirchnerista es establecer que si Ud. se tira del piso 11 va a flotar. Claro que no va a ser él que se tire primero para demostrar que su ley funciona, en todo caso tirará a la sociedad desde el piso 11 para ver si la gente flota.
Lo del kirchnerismo es permanente relato inventado y puro golpe de efecto. Cristina Fernández cree que la gente va a vender sus dólares para pasarse a pesos porque ella anuncie por cadena que va a pesificar sus ahorros en dólares y colocarse a tasa de interés. Por cierto, sería bueno que, también por cadena, muestre el papelito en el cual concretó la operación de vender sus 3 millones de dólares al tipo de cambio oficial y colocó los pesos a una tasa de, digamos, el 10% anual. Pero volviendo al anuncio, la gente no va a rifar sus ahorros pasándose a pesos para que la inflación se los devore. Cada medida que toman y cada discurso que dan terminan espantando más a la población.
¿Cambiará CFK de política económica? En general, los gobiernos que aplican políticas económicas populistas no suelen cambiar de política económica, lo máximo que puede llegar a hacer es anunciar algunas medidas de austeridad que no sirven para nada porque no constituye un plan económico consistente de largo plazo. Doy dos ejemplos: cuando en el segundo gobierno de Perón se acabaron las reservas del BCRA, tuvo que recurrir al famoso: de casa al trabajo y del trabajo a casa, para no decir que venía el ajuste. Pero no había nada concreto de fondo en su propuesta y, además no era creíble. Otro caso, el de Alfonsín anunciado que se iba a privatizar todo lo que fuera necesario y a bajar el gasto público. El hombre hizo el anuncio pero luego no llegó a nada.
El caso de Cristina Fernández es más complicado porque ella sabe que, en estos 9 años, ella y su marido construyeron su poder político en base a las políticas económicas populistas. Girar 180 grados implicaría perder el poder disciplinador de la billetera. Aunque, en rigor, ese poder lo va a perder porque el Estado nacional no tiene ni para financiar sus propios agujeros fiscales. Si pierde la billetera, como está ocurriendo, no solo perderá el apoyo de los gobernadores e intendentes, que no recibirán un peso a cambio de subordinarse a sus caprichos, sino que, encima, tampoco podrá frenar el descontento social. Porque, para decirlo directamente, acá el ajuste que se viene es de una dureza inusitada por la magnitud de la distorsión de precios relativos y por el disparatado nivel de gasto público que ya es infinanciable.
Pero hagamos un ejercicio de ciencia ficción y supongamos que CFK decide despedir a Moreno y a la legión de incompetentes que la rodea. ¿Quién estaría dispuesto a asumir el cargo sabiendo que ni bien recupere un poco la economía, la presidente puede volver a las andadas? Sería como buscar a un kamikaze que quisiera asumir el rol de otro Celestino Rodrigo que tuvo que destapar la olla que había dejado hirviendo Gelbard con su inflación cero.
Algunos consideran que esto se resuelve con un mínimo de racionalidad. Por supuesto que un mínimo de racionalidad institucional y económica sería mejor que lo que tenemos, pero lamentablemente ya no alcanza. Es tarde. Ahora solo queda ver cómo evoluciona la crisis económica, si el descontento social tiende a desbordarse y cómo reaccionará el gobierno ante este escenario inédito para ellos que es mandonear sin plata.
Es casi matemático. Mientras hay plata y fiesta de consumo la gente mira para otro lado en los temas institucionales, de corrupción y atropellos a los derechos individuales. Cuando no hay plata, desaparecen los distraídos y todos esos temas ya no se toleran. Bien, ahora no hay plata y la fiesta de consumo se acaba.
Estamos en un avión que entró en emergencia y los pilotos tiraron el manual de procedimientos por la ventanilla, porque creen que con discursos en cadena con buena escenografía van a poder aterrizar sin problemas el avión. Veremos si el discurso desde el atril con buena puesta en escena puede reemplazar a las leyes de la economía