Navidad y Año Nuevo. Las Fiestas de la alegría
La alegría tiene que ver con la plenitud, la primera es la expresión de un sentimiento grato, la plenitud es un estado de las personas, agregaría algo más, de las personas de buena voluntad
En verdad la plenitud que significa apogeo, momento álgido o culminante de algo, es la causa de la alegría ya que este sentimiento tiene que ver con la realización del bien, más bien diría, con saber transitar el camino de la vida en dirección al bien.
En ese sentido la alegría tiene que ser un estado permanente del ser humano.
Tampoco es fácil “ser un ser alegre” porque la vida es una tarea permanente que más de una vez nos sumerge en el desaliento y en la frustración o en esa sensación comprensiblemente humana de que Dios nos abandonó. Muchos llegan a Dios por la ruta equivocada de creerse abandonados. Pero de todos modos llegan…porque más de una vez Dios es nuestro chivo expiatorio, prueba de esa relación de opuestos que es la vida del hombre, aunque para ser complaciente debería decir la vida de “…todos y todas…”
La alegría es también la expresión de un sentimiento vital que nos permite, valga la redundancia, tener el ánimo para ser seres vitales: cuando la persona pierde la capacidad para ser alegre, queda sumergida en el desánimo que es más que nada pérdida de energía espiritual.
Daria la impresión de que vivimos en un clima de depresión que es lo mismo que vivir en un clima que algunos dieron en llamar “el clima de la inmediatez”, en el que los limites desaparecen y el bien y el mal se igualan. Todo ello nos lleva a que la tarea de vivir se convierte en una suerte de esclavitud en la que todos estamos solos o aislados del otro y el egoísmo extremo se convierte en pauta de conducta y valoramos y comparamos solo por logros materiales.
El bien deja de ser cualidad para convertirse en una medida de cantidad.
En una palabra, percibimos la vida desde un sentimiento sensorial que solo es un índice de procesos orgánicos.
Pues bien con la Navidad los creyentes celebramos el nacimiento de Jesús pero muchos más aprovechan esos segundos de la Nochebuena para encontrarse con el otro y, aunque sea por un instante, somos un “nosotros”.
La Navidad y el nuevo año son celebraciones que han adquirido vigencia universal porque se trata de celebraciones “nosísticas” en la que no solo reconocemos sino que más bien nos identificamos con el otro en su alegría y en su dolor al sentir ambos sentimientos como propios.
Paradojamente vivir como propio el dolor del otro es una forma de expresar alegría y nos hace saber que nuestro sentimiento vital está vivo y estamos lo suficientemente preparados para continuar con esa ardua tarea que es vivir.
La vida es espera- que es lo que representa el tiempo del Adviento-, esperamos que llegue alguien, no cualquiera, alguien que nos traerá un mensaje vital, porque la vida es también esperanza o sea esa obligación moral de ser personas de buena voluntad que recientemente el Papa definía así : “El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien.”
En este momento que vive la Argentina es necesario recuperar la alegría como expresión vital y no confundirla con gestos chabacanos que solo son expresión de una falsa felicidad que oculta el dolor ajeno con el velo de la mentira
Muy linda Navidad y un muy buen año a todos nuestros amigos de www.economiaparatodos.net