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miércoles 7 de agosto de 2013

No hay crisis económica sino corrupción moral

No hay crisis económica sino corrupción moral

Así fue ayer. Mañana también lo será

1.    RECUERDOS DE PROVINCIA. 

Allá lejos y hace tiempo, con guardapolvo blanco y moño azul, cursábamos el 1º grado superior en el Colegio Boneo. Durante el recreo, vimos aparecer un anciano con sombrero rancho y porte majestuoso. El bullicio se apaciguó. Cruzó el patio y entró a la capilla. Seguíamos callados. Vueltos a clase, el maestro Bernal formidable maestro de juventudes explicó: ¿vieron ese señor? fue vicepresidente de la Nacióncon Marcelo T de Alvear y luego ministro de Interior con Hipólito Irigoyen. Un golpe de Estado lo sacó y estuvo preso por dos años. Se llama Elpidio González. Dejó el gobierno muy pobre y dignamente, con una vieja valija de cuero, comenzó a ganarse la vida vendiendo anilinas Colibrí casa por casa. Años más tarde, un alto magistrado, lo vio en la recova de Once, con la misma valija vendiendo anilinas y betunes. Se dijo “No puede ser que viva en estas condiciones alguien que haya dado tanto a la Patria”.  Hizo sancionar una ley que le permitía una vejez decente y así se aprobó la primera jubilación de privilegio. Pero cuando fueron a notificarlo, el viejo caudillo, la rechazó diciendo: “no necesito limosnas, tengo dos brazos para trabajar”. Ahora ve poco, siguió diciendo el maestro Bernal, le cuesta caminar y  pidió ingresar como hermano lego a la congregación Don Orione. Con inmensa alegría lo recibiremos para que pase dignamente sus últimos años. Falleció  el 18 de octubre de 1951. El diario La Nación publicó esta crónica de su muerte. Un hombre olvidado, quizás, porque es un espejo en el cual muy pocos -o casi nadie-  en la política argentina de hoy puedan mirarse.. Elpidio González, lo recordamos, porque rechazó toda pensión del Estado que le correspondiera. Había sido: diputado nacional, ministro de Guerra, jefe de Policía, vicepresidente de la República, ministro del Interior y, finalmente, preso político tras el derrocamiento de Yrigoyen. Su paso por altos cargos públicos no había significado para él ningún  enriquecimiento material. Pobre, muy pobre, hizo frente al violento cambio de la fortuna con estoica simplicidad”.   En su testamento dejó aclarado que “debía ser sepultado con toda modestia, como corresponde a mi carácter de católico, hijo del seráfico padre San Francisco, a cuya tercera orden pertenezco, suplico la plegaria de todos mis hermanos en perdón de mis faltas y sufragio de mi alma».

 

 

2.  CAMBIARON LAS CIRCUNSTANCIAS.  

Hoy nos dicen que las cosas no son iguales y que el mundo ha cambiado.  Ya no tenemos políticos como Elpidio González. Ahora, en lugar de la vieja valija de cuero utilizan bolsos en abundancia. En lugar de anilinas Colibrí llevan divisas convertibles y acciones de sociedades off-shore.

La propaganda oficial nos habla de la década ganada. Pero no hay una sola, sino dos décadas ganadas… para la corrupción. El modelo indiscutido de la 1ª década era  “Robo para la corona”,  la 2ª se atrevió a mucho más: “Vamos por todo”. Si siguen así, la 3ª década será la vencida: “No va más, se acabó todo”.

A pesar de las apariencias y minuciosos análisis técnicos,  no enfrentamos una crisis económica. El mercado internacional nos ofrece precios increíbles para nuestros productos y contamos con una generación de productores agropecuarios dotados de una tecnología y eficiencia competitiva sin parangón en el mundo entero. Lo que enfrentamos es un triste y conmovedor drama social que terminará enterrándonos en la decadencia perpetua. Se nos ha instalado el virus letal de la corrupción política consentida y tolerada por un pequeño pero influyente número de ciudadanos.

 

3. LA CORRUPCIÓN NACE EN EL CORAZÓN. 

Tanto el buscador de renta que ofrece el pago, como el funcionario que cobra la coima, ambos tienen alojado el virus de la corrupción en sus corazones.

No habría corrupción con corazones honestos. Porque es del interior de nosotros mismos, de donde sale el mal: las intenciones perversas, la fatal arrogancia, el deseo de  venganza,  la codicia por el dinero ajeno, los desfalcos a gran escala, los resentimientos, las divisiones y atropellos y las mentiras oficiales.

            El corazón humano puede amar u odiar. Es capaz de querer el bien y también de alojar el mal. Pero el corrupto no percibe su propia corrupción porque tiene anestesiado el remordimiento. No se arrepiente ni siente la culpa. Hasta es capaz de transformar la corrupción en una militancia.  Por eso obra con desaprensión y frivolidad. La corrupción le lleva a perder el pudor. Como dijo Beatriz Sarlo: son descarados y desfachatados.

A través del poder que ellos han acumulado, el virus de la corrupción se ha instalado y penetra en la vida inocente de nuestros niños y adolescentes. No reciben más la tradición moral de sus padres, la escuela no les enseña qué es la conducta ética, sólo ven malos ejemplos de sus magistrados, mientras que una televisión escandalosa les hace perder el pudor, acallando la voz de su conciencia.

 

4. EXPERIENCIAS LIBERALES FRACASADAS 

Con la bancarrota de las bancas Lehman Brothers y Bear Stearns, en el 2008 el mundo se sumergió en una crisis global que todavía perdura, olvidando que las reglas morales son esenciales para que la economía funcione bien. Posteriormente comenzó la rebelión de los ciudadanos y los pueblos se lanzaron a la calle en multitudinarias manifestaciones de indignados.

Nosotros también tuvimos el ensayo neoliberal…en un marco de corrupción, codicia y frivolidad.

En América Latina, el abandono de las reglas morales ha hecho fracasar algunos intentos de liberalizar la economía y ello fomentó el surgimiento de un intervencionismo salvaje a cargo de matones prepotentes e incultos. Si el mercado funciona contrariando las reglas morales termina transformado en una institución selvática donde luchan hienas y chacales. Cuando el hombre económico se hace fundamentalista, ya no tiene compasión ni misericordia y se convierte en el lobo del hombre.

 

5. PALABRAS DE HOMBRES SABIOS 

Los partidarios del Orden Social de la Libertaddebieran ajustar su pensamiento y el enfoque científico, recordando las advertencias de James M. Buchanan, Nobel de Economía, 1986, en un imperdible libro (La Razón de las reglas):” en la vida social y económica necesitamos reglas morales porque sin ellas la vida sería salvaje, solitaria, miserable y muy corta. Las reglas morales son los únicos carriles que nos permiten transitar la vida con seguridad y sin temor”.

En el mismo sentido, las palabras de Friedrich Von Hayek, Nobel de Economía 1974, agnóstico sincero, quien al final de su vida vio el esplendor de la verdad, y en su libro póstumo (La fatal arrogancia) nos enseñara que: “Las tradiciones morales seculares están inscriptas en lo más profundo de la conciencia humana, entre el instinto y la razón. Gracias a las pautas de comportamiento que esas tradiciones prescriben, ha sido posible que los seres humanos sobrevivan en densas poblaciones urbanas, lo que ciertamente no es poco. Por el contrario, son infinitos los resonantes fracasos de aquellos gobernantes que pretenden ofrecer la felicidad a sus pueblos con mentiras y contrariando las tradiciones morales que nos vienen del pasado”.

 

6. A LOS PILLOS DE LA MILITANCIA. 

Aquellos que, desde el poder político, astutamente han armado el tinglado de la corrupción para beneficiarse con el dinero público, hay que recordarles el anatema de San Agustín obispo de Hipona, en el año 375: “Aunque huyan de la ciudad al campo, de la calle a sus mansiones, o se escondan en lugares ocultos, allí le seguirán sus culpas y sus penas. Quedarán en la soledad de sus habitaciones, con todo el lujo amontonado. Pero no tendrán lugar donde huir de su propia conciencia. El reproche interior les señalará la repugnancia de su conducta, lo nauseabundo de sus traiciones y el vacío de una vida interior miserable, repudiada por todos”. 

            Así fue ayer. Mañana también lo será.