No hay dólares pero sí autos importados: ¿protegen más contra la inflación que los modelos nacionales?
Un 0km no es una inversión, aunque sea visto como tal. No obstante, en estos últimos años las unidades traídas del exterior se revalorizaron en pesos bastante más que las nacionales. En algunos casos, hasta 30% en términos nominales. Comparativos y el «mito» de la reserva de valor
Las concesionarias se convirtieron, en los últimos años, en uno de los principales «orgullos» de la presidenta Cristina Kirchner.
Sucede que, en sus constantes apariciones públicas o en sus repentinas ráfagas «tuiteras», la jefa de Estado se ha preguntado en más de una oportunidad, cómo era posible que los opositores al modelo hablaran de crisiscuando se estaba dando un continuo récord de ventas de 0Km.
A priori, las estadísticas parecerían darle la razón. Las proyecciones hablan por sí solas: a lo largo de este año en la Argentina se venderán, como mínimo, 920.000 vehículos, lo que implicará un crecimiento de más del 8% respecto a 2012.
Una realidad similar se está viviendo en elmercado de autos usados que en los primeros ocho meses superó la marca del año anterior y también está a punto de tocar unnuevo nivel histórico.
Sin embargo, como viene remarcando un creciente número de economistas, el éxito que está viviendo esta rama de actividad no es más que una consecuencia de los desfasajes que acosan a la economía, dados por:
• El cepo a la compra de dólares por la vía legal, que restringió el acceso a uno de los «refugios predilectos» de los argentinos.
• La aceleración de la tasa de inflación durante los últimos años, que generó que los pesos comenzaran a «quemar» en las manos de la clase media.
• La ausencia de alternativas de inversión para los pequeños ahorristas, especialmente para aquellos que buscan opciones poco sofisticadas.
• Las menores posibilidades de acceder a una vivienda propia, por el encarecimiento del m2 en términos de salarios y por la «sequía crónica» de programas de créditos hipotecarios.
Así fue como, en los últimos meses, los autos se convirtieron en una opción cada vez mástentadora para poner esos pesos que, debajo del colchón, irremediablamente verían mermar su poder de compra.
«Los argentinos están adquiriendo autos para cubrirse contra la inflación. Si no existiese la restricción a la compra de dólares, evidentemente no se darían los números récord que se prevén para este año», destacó Gabriel Caamaño Gómez, economista del Estudio Ledesma.
En tanto, Gonzalo Dalmasso, analista de la consultora Abeceb, recalcó que «la presión inflacionaria es muy nociva para el ahorro. En cambio, incentiva el consumo presente a costa del consumo futuro. Y, al no poderse ir al dólar libremente, o al estar cada vez más lejos la posibilidad de comprar una vivienda, los autos sin dudas se llevan gran parte de la tajada».
En este contexto, referentes de la Asociación de Concesionarias de la Argentina (ACARA), en más de una ocasión remarcaron el hecho de que los vehículos pasaron a ser uno de los «refugios de valor» predilectos de la clase media.
Incluso, los directivos de algunas de las principales concesionarias del país van más allá y no sólo asocian la compra de un vehículo con una estrategia de «resguardo», sino que además hacen referencia a una lisa y llana «inversión».
La principal razón está en que, por la propia dinámica inflacionaria que aqueja a la economía, los vehículos no se deprecian en términos nominales.
Por el contrario, quien adquirió un 0Km hace uno o dos años, es muy probable que hoy puedavender esa misma unidad, ya usada, a un valor superior al que ésta tenía cuando fue sacada de la concesionaria.
Sin embargo, la realidad es que, en términos reales, es decir, considerando la inflación, en los últimos años los valores de los vehículos corrieron bastante por debajo del índice de precios.Y más aun de los salarios.
Esto es lo que lleva a que los directivos de esta industria afirmen que «nunca haya sido tan conveniente como ahora» adquirir un vehículo en términos de ingresos.
La siguiente infografía muestra cómo a partir de 2010, las mejoras salariales corrieron muy por encima de los valores de los 0Km.
Esto, lógicamente, llevó a que la cantidad de ingresos necesarios para acceder a una unidad nueva se haya reducido de manera notable.
Según Abeceb, en agosto último hicieron falta 15 salarios para adquirir un vehículo de gama media, en tanto que allá por 2002, cuando la megadevaluación había licuado los ingresos, se necesitaban cerca de 35.
Los que brindaron mayor «refugio»
En este contexto, entre los argentinos, surge una pregunta casi obligada: ¿qué tipo de vehículos fueron los que más han conservado su valor en este último tiempo?
Según Dalmasso, los autos que lograron posicionarse como una mejor alternativa de refugio fueron los importados, cuya cotización está 100% atada a la evolución del tipo de cambio oficial, que se fue acelerando en este último tiempo, de la mano de un Banco Central que intentó contrarrestar el flagelo del atraso cambiario.
Así las cosas, la depreciación de la moneda local generó que aquellos que cotizan en billetes verdes, pasen a valer en pesos mucho más con el paso del tiempo.
A esto se sumó un punto no menor: las restricciones a las importaciones, que entre 2011 y 2012 alcanzaron su punto más álgido, y que le pusieron un freno a la desvalorización de algunos modelos, con lo cual los precios en divisas estadounidenses no siguieron el ritmo descendente que hubiesen experimentado en un mercado desregulado.
Todos estos factores llevan a que, quien haya adquirido un vehículo importado 0Km allá por 2011, y hoy quiera venderlo, se encuentre con que, su unidad puede valer en pesos incluso más de un 30% que cuando fue sacada de la concesionaria.
Esto sucede con modelos como la Dodge Journey, que en ese año cotizaban a u$s36.300 (equivalentes a $151.700 al tipo de cambio de mediados de aquel entonces), mientras que esa misma unidad, con dos años a cuestas en el mercado del usado tiene un precio de referencia, según ACARA, de u$s35.000 que, al cambio oficial, se traduce en unos $200.500.
Esto indica que el precio en moneda local y en términos nominales se incrementó un 32%. Algo similar sucedió con algunos vehículos de Mercedes Benz.
En tanto, en el caso de de otras marcas, como Hyundai, Alfa Romeo, Nissan, BMW o Kia, las variaciones fueron de entre 15% y 25%, también en términos nominales.
Cabe destacar que si bien se trata de activos atados al dólar a la hora de la reventa sus propietarios no están en condiciones de hacer la conversión al blue. Esto se debe a que los 0Km importados se siguen vendiendo al tipo de cambio fijado por el BCRA y con financiamiento, lo cual lógicamente les pone un condicionante muy firme a los usados.
Como contrapartida, los valores de los vehículos de marcas nacionales experimentaron un incremento significativamente menor.
Más allá de las variaciones de modelos como la Ford Ecosport o el Fiat Siena (19% y 15% de suba en pesos, respectivamente), hay una gran cantidad de versiones que, en general, se apreciaron (en términos nominales y en pesos) entre el 6% y el 9%, con casos en los que los valores incluso cayeron, como sucedió con el VW Suran o el Chevrolet Agile (ver gráfico).
Así las cosas, como quedó de manifiesto, tanto los valores de los importados como de los nacionales, desde su compra en una concesionaria hasta su comercialización en el mercado del usado, se movieron muy por debajo de la inflación acumulada a lo largo de los dos últimos años que fue del 55%.
Es decir que el precio de un vehículo comprado como nuevo y revendido a los dos años, en el mejor de los casos, corrió 22 puntos por debajo de la inflación.
Para el analista Mariano Otálora, «si al momento de vender el auto a un valor mayor al de compra original, esto no permite adquirir la misma unidad pero nueva, significa que el dinero, a pesar de ser más en cantidad, no acompañó la suba de precios. Por lo tanto, no importa cuánto pueda crecer ese dinero, sino el poder de compra real».
Por esta razón Otálora un vehículo está lejos de ser una inversión, dado que la misma «está relacionada con mantener el poder adquisitivo en el tiempo. Esta debería ser la expectativa de mínima. De modo que aun vendiendo el auto a un valor superior al de compra, no significa haber ganado plata».
El economista agrega que a esto hay que sumar los gastos aparejados al mantenimiento y uso del vehículo. Este tema no es menor, ya que, tal como diera cuenta iProfesional, los mismos pueden «comerse» más del 80% del valor desembolsado en sólo dos años.
Considerando la suma de todos estos factores (compra, uso, mantenimiento y posterior reventa), el titular del vehículo puede, según Otálora, recuperar apenas el 50% de la erogación total.
«Desde el punto de vista financiero, comprar el auto nos genera una pérdida de capital importante», razona Otálora en su libro Inversiones para todos.
Esto lleva al analista a afirmar que adquirir un vehículo «cash» sea peor negocio -en términos financieros- que poner el dinero en un plazo fijo dado que, si bien esta última opción también pierde contra la inflación, no genera gastos y sí intereses.
Según Otálora, el ahorrista que hace dos años optó por volcar a un depósito bancario el dinero insumido en la compra y el mantenimiento de un auto estándar, hoy podría recuperar el 86% de la inversión inicial (en términos reales), es decir, 36 puntos más que si hubiera optado por un vehículo.
«La Argentina debe ser el único país del mundo donde un auto puede simular ser una inversión», concluyó el experto.
Por otra parte, para Dalmasso, de Abeceb, hay otros factores que influyen en la decisión. Como la intención de compra en función del valor del dólar en sus versiones oficial e informal y en relación con las expectativas futuras.
Esto genera lo que el experto denominó «compras de oportunidad».
«Hubo y todavía hay quienes, con dólares en la mano, consideran que es un momento inmejorable para adquirir un vehículo, especialmente importado, porque si van al blue pueden hacerse de más pesos para comprar esa unidad», aseguró Dalmasso, quien recordó que, allá por mayo, cuando el paralelo superó la barrera de los $10, «se alcanzó un pico histórico de patentamientos».
A continuación, se puede observar cómo el precio de los vehículos, medidos en términos de blue, está en niveles muy bajos desde la instauración del cepo, allá por octubre de 2011.
Sin embargo, para Otálora, no todo pasa por la plata: «En la compra de un vehículo intervienen muchos factores, como los emocionales, los subjetivos o el estatus».
De este modo, consideró que «el auto debe asumirse como un gasto, si bien para muchas personas se convierte en una inversión de buenos momentos». Es decir, «compran cierto grado felicidad que está por encima de cualquier análisis financiero».
Fuente: www.iprofesional.com