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lunes 21 de diciembre de 2009

No hay magia en el gasto público

El despilfarro estatal no hace crecer la actividad económica ni es un motor de la reactivación de los mercados.

Muchos colegas economistas, incluso aquellos que no comparten la política económica del Gobierno, suelen afirmar que el descomunal aumento del gasto público que se viene produciendo desde 2003 fue uno de los motores que generaron reactivación. El aumento del gasto del Gobierno habría sido uno de los factores que impulsaron la actividad económica vía el consumo del sector público.

Mi visión es muy diferente. No veo que exista magia en el aumento del gasto público como para generar más actividad económica. Solo en dos casos podría afirmarse esta tesis, casos que no se cumplieron en el entre 2003 y 2008. Veamos las alternativas de financiamiento del gasto:
1. Impuestos
2. Deuda tomada en el mercado interno
3. Deuda tomada en el mercado externo
4. Emisión monetaria
5. Consumo de capital

Comencemos por el tema impositivo. Por definición, cuando alguien paga más impuestos, inevitablemente tiene menor capacidad de demanda. Si el Estado me quita una porción creciente de mis ingresos, automáticamente tengo una menor capacidad adquisitiva. Puedo comprar menos bienes y servicios. Por lo tanto, bajo este esquema, todo aumento del gasto público financiado con mayor carga tributaria no tiene porque producir un incremento de la demanda total. Es un juego de suma cero porque el Estado puede gastar más y los particulares pueden gastar menos.

Supongamos que el Estado me saca, vía impuestos, $ 10.000 adicionales por año. Con ese dinero podría haber cambiado el auto, pintado la casa, comprado ropa, hacer turismo dentro del país o los ejemplos que se le ocurra al lector. En consecuencia, mi menor poder de demanda generó menos actividad económica en otros sectores, afectando el nivel de ocupación.

La pregunta que surge es: ¿por qué un peso adicional gastado por el Estado va a generar más actividad económica que un peso gastado por el sector privado? Es más, la segunda pregunta, que no es una cuestión menor, es la siguiente: ¿por qué un peso adicional gastado por el Estado está mejor asignado que un peso gastado por el sector privado? En este primer caso, entonces, no tenemos un efecto mágico de aumento de actividad por más gasto público. Solo tenemos una peor asignación de recursos porque un peso quitado compulsivamente por el Estado para gastar en más burocracia, subsidios, etc. genera ineficiencia en la economía.

Es más, el problema que se presenta en el largo plazo –que en nuestro caso ya llegó– es cuando el Estado no puede sostener el nivel gasto público que impulsó. En ese momento se encuentra en problemas para bajarlo porque queda en evidencia la ineficiencia del gasto en que incurrió el Estado o surgen las protestas de aquellos que se beneficiaron con el aumento del gasto. En ese caso quedan al descubierto puestos de trabajo que no eran demandados por la gente, que se crearon a costa de puestos de trabajo eficientes que nunca fueron creados o se destruyeron por causa de la presión impositiva del gobierno. Como normalmente los gobiernos no quieren hacer los ajustes de gasto, terminan corrigiendo todo el problema por el lado de la inflación y la devaluación. Pero el dato central es que un mayor gasto público financiado con más impuestos no reactiva. Solo produce cambios en la asignación de recursos y, encima, de mala calidad.

Ese fue el mecanismo que usó el kirchnerismo y el resultado está a la vista. No saben cómo hacer para seguir financiando el gasto, ni desean asumir el costo político de ajustarlo.

Si el gasto es financiado con deuda colocada en el mercado interno, lo que se produce es un incremento de la tasa de interés, que afecta el crédito para consumo e inversión. Es decir, el sector público desplaza al sector privado del mercado crediticio, contrayendo el consumo y la inversión. Nuevamente lo que expande el sector público, lo contrae el sector privado, con el mismo problema de largo plazo: se crean puestos de trabajo artificiales y se destruyen o no se crean puestos de trabajo en los sectores productivos que la gente necesita.

En el caso del financiamiento con deuda colocada en el exterior el efecto de corto plazo es que puede haber una reactivación. Esto ocurre porque, sin necesidad de quitarle a poder de compra a la gente en el corto plazo, el Estado puede consumir más recurriendo al ahorro de los extranjeros. Obviamente, el problema se presenta en el futuro cuando hay que enfrentar los vencimientos de la deuda más los intereses. En ese momento el gobierno tiene que aumentar la carga tributaria sobre los contribuyentes, dejando nuevamente al descubierto la ineficiente asignación de recursos, o bien, defaultea la deuda, como lo ha hecho Argentina. Pero esto no fue lo que ocurrió con Kirchner porque tiene cerrado el acceso al mercado de capitales del exterior. De manera que no es valido para argumentar que el aumento del gasto reactivó la economía.

Si el gasto se financia consumiendo capital, también hay reactivación de corto plazo, aunque todo depende de qué consumo se hable. Por ejemplo, si el Estado vende una empresa estatal y con esos recursos incrementa el gasto, reactiva la economía en el corto plazo hasta que se le acaban los recursos provenientes de la venta del activo. Esto no ocurrió con Kirchner. Por el contrario, estatizó. Lo que hizo Kirchner fue consumir el capital del sector privado confiscando los ahorros que teníamos en las AFJP. ¿Por qué no tuvo efecto reactivante? Porque la señal que se le envió al mercado fue que quedaba definitivamente demostrado que no había respeto por los derechos de propiedad, produciendo una fuga de capitales que contrarrestó el impulso reactivador de corto plazo.

Dejé para el final el financiamiento del gasto con emisión monetaria porque es el que más utilizó el Gobierno. Usó la emisión para comprar dólares y esa mayor liquidez en el mercado produjo un proceso inflacionario que fue distorsionando todas las variables económicas, agravadas por las maniobras de Moreno para intentar disimular la inflación. El impacto es la caída del salario real o bien, pérdida de rentabilidad de las empresas que dejan de invertir y reducen sus nóminas salariales si los salarios se ajustan por encima de la inflación. No es causalidad que hoy estemos frente a un problema de desocupación más inflación a pesar del incremento del gasto público. Los incrementos salariales que consiguieron los sindicatos durante varios años superaron la tasa de inflación interna. Como al mismo tiempo el Gobierno controlaba los precios, produjo un desajuste en el mercado laboral que fue por cantidad. Más gente desocupada. Moyano consiguió lo que quería pero a costas de más gente sin empleo.

En definitiva, no fue, a mi juicio, el aumento del gasto público lo que reactivó la economía argentina. El factor fundamental fue que, a pesar de los Kirchner, la mejora de los precios internacionales de exportación y el fenomenal crecimiento de la economía mundial ayudaron a reactivar. Los datos son elocuentes. Desde que asumió Kirchner hasta el tercer trimestre de este año, el índice de precios de exportación de productos primarios aumentó el 70% (a pesar de la baja del cuarto trimestre del año pasado de los precios internacionales). Es decir, a pesar de la baja, los precios están un 70% por encima de cuando asumió. Si tomamos el índice de precios de exportación de manufacturas de origen agropecuario el incremento de precios fue del 69,2%. Y el índice de precios de exportación de manufacturas industriales se incrementó, siempre en el mismo período, el 17%. Kirchner se vio beneficiado por una suerte deterioro de los términos del intercambio al revés. Por cada tonelada de soja exportada se compraban más productos industriales.

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(Clickear en la imagen para agrandar el gráfico)

Claramente, el aumento de precios le generó mayores ingresos fiscales por los derechos de exportación. Fue el sector agropecuario el que le dio el empujón a la economía.

Por eso, es realmente imperdonable lo que ha hecho el matrimonio Kirchner. Aun teniendo precios de exportación muy buenos han generado una crisis económica descomunal con desocupación, inflación, recesión, fuga de capitales y crisis fiscal.

En definitiva, en estos 5 años y medio, la economía argentina no tuvo más actividad por la política económica de los Kirchner de aumentar el gasto público, sino a pesar de ello. Pero aún así, ha quedado demostrado que el nivel de dislates cometidos superó y supera con creces las muy buenas condiciones internacionales. Podríamos decir que ni siquiera el fuerte viento de cola soportó el huracán de las torpezas del Gobierno.

Con los actuales precios de exportación y con la liquidez que hay en el mundo, la economía argentina tendría que estar creciendo en forma notable. Solo los disparates hechos en todos estos años explican la pobreza y desocupación que tenemos. Lo del matrimonio es imperdonable. © www.economiaparatodos.com.ar

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