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jueves 5 de agosto de 2004

Paola Spatola: “La Argentina hoy tiene territorios tomados por la delincuencia”

En las sociedades democráticas, el Estado es el encargado de ejercer el monopolio de la fuerza para defender la libertad y la propiedad de sus ciudadanos. Sin embargo, en la Argentina, las cosas parecieran no funcionar así. La inseguridad crece día tras día y el Estado permanece ausente. ¿Es posible poner límites a esta ola de secuestros?

– Podría preguntarle sobre la inseguridad en nuestro país, pero a la luz de los últimos acontecimientos, voy a ser más puntual. Desde su punto de vista, ¿por qué San Isidro?

– No es sólo San Isidro. Eso es lo que comunican. Nos dicen “San Isidro” porque hubo secuestros extorsivos con más de 48 horas de cautiverio de las víctimas y entonces esto se da a conocer. Pero en la zona sur ocurren entre 15 y 20 secuestros express diarios. Lo que pasa es que al no darse este tiempo de encierro que permite que se filtre la información y que llegue a los medios, no hablamos de la zona sur ni de la zona oeste.
O sea, lo que está viviendo la Argentina hoy y, en particular, la provincia de Buenos Aires, con respecto al delito de secuestro se está dando en todo el conurbano y no en una zona específica.

– ¿Los montos de rescate pedidos en la zona sur son menores?

– En algunos casos, sí, y en otros no.
¿Cuál es la diferencia? ¿Qué es lo que se da en San Isidro particularmente? Que allí están las dos Argentinas, una en frente de la otra.

– ¿Es la gente más pobre la que comete este tipo de delitos o es otra gente con otro nivel de ingresos que está metida en esto? Porque si uno analiza el tema de los secuestros, para poder realizarlos se precisa mucha inversión: autos, celulares, armas, tecnología.

– Ése es un punto importante. Porque para el Estado, sí son los pobres los culpables. Uno se cansa de escuchar al Presidente de la Nación y a todo su gabinete repetir que el problema de la inseguridad en la Argentina es una ecuación en la que pobreza más corrupción policial es igual a delito. Y, a pesar de ser una persona que se caracteriza por buscar los consensos, esto no lo voy a consensuar de ninguna manera: desde mi punto de vista, no son los pobres.
Pero, ¿qué sucede en las zonas marginales donde viven los pobres? Se han transformado en santuarios de la delincuencia por el tipo de estructura urbanística que tienen las villas. Yo creo que en la Argentina se tienen que empezar a hablar las cosas como son. Eso es fundamental.

– Usted se refiere a que, por ejemplo, como no se puede entrar con los autos tan fácilmente, la policía tiene dificultado el paso…

– Sí. El Estado se fue retirando de estos territorios en todas sus agencias. Desde la fuerza de seguridad y las fuerzas policiales hasta la escuela, la asistencia social, todo. ¿Cuántas veces se ha escuchado a docentes decir que no pueden entrar a la escuela porque les roban? No es que son los chicos de la zona los que se dedican a esto. Son organizaciones delictivas, con núcleos duros en sus bandas, que han tomado los territorios. La Argentina hoy tiene territorios tomados por la delincuencia.

– ¿Es una especie de Colombia?

– Exactamente. Y esto es algo que el Estado no quiere reconocer. Entonces, ¿qué hace? Envía a Prefectura a La Cava, a la Gendarmería a Fuerte Apache…

– ¿Pero esas experiencias no han dado resultados exitosos?

– Lo que pasa es que los gendarmes o prefectos son colocados en ciertas zonas de ingreso, pero no van a buscar a los delincuentes. Porque el tema acá es que el Estado, para recuperar esos territorios, debería ir, entrar, buscar la delincuencia a partir del Poder Judicial y la fuerza policial y después quedarse y reconstruir la zona. Esos lugares tienen que dejar de ser villas para ser barrios. Ese es el rol del Estado. Tiene que hacer apertura de calles, encargarse de la iluminación y de un rol fuerte de la escuela como contenedora de las poblaciones en riesgo. A los menores hay que generarles la esperanza de futuro y de un porvenir, y esto únicamente se logra con educación para ellos y con un sistema de tutorías para sus familias.

– En un momento tuvimos los robos de pasacasettes; en otro, los asaltos comando a los bancos; más tarde, los robos de autos; luego, los robos a los camiones blindados. Ahora es el turno de los secuestros. Es como si los delincuentes fueran buscando dónde está el negocio, dónde está el punto débil… ¿El delito en Argentina se va “reconvirtiendo”, como se dice en economía?

– Es así. Van buscando nichos. Van buscando lo que resulta más fácil. Hoy, un secuestro es lo más sencillo, mucho más que el robo a un banco. Porque tienen logística, hacen inteligencia, tienen territorio y la rentabilidad es más alta.

– ¿Y cómo se hace para arruinarles el negocio?

– Generándoles hostilidad. Y esto se puede hacer desde dos puntos de vista distintos. Uno de ellos es el punto de vista legislativo. México acaba de aprobar una norma a través de la cual está camino a hacer lo que hizo Italia: una legislación del no pago de los secuestros. Esto es algo que hay que entender muy bien porque hay gente que se horroriza diciendo: “¿cómo el Estado me va a prohibir a mí que con mi dinero pague un rescate?”. Esto sirve como prevención para la comisión de este tipo de hechos. Porque el delincuente sabe que el Estado obliga al ciudadano a hacer la denuncia policial, bloquea las cuentas, inhibe el patrimonio de esa persona y además se genera un grupo interfuerza dedicado a inteligencia en materia de secuestros. ¿Qué significa esto? Que el delincuente va analizar que si el Estado bloquea las cuentas, inhibe los bienes y obliga a hacer la denuncia, en realidad, le conviene cambiar de delito.

– ¿Pero no sería mejor evitar que muten? ¿No habría que solucionar, también, que el delito se reconvierta?

– Sí, claro, en algún momento hay que meterlos presos. Pero esto se resuelve únicamente partiendo de un diagnóstico correcto. Si en la Argentina los que tienen que tomar decisiones realmente parten de diagnósticos concretos y correctos -de los cuales deriva que hay, como decíamos antes, territorios tomados por el delito- y deciden generar, rápidamente, políticas de recuperación de estas zonas, inmediatamente, se termina el delito. No todo, por supuesto, porque no hay país en el mundo que no tenga delitos, pero, por lo menos, se termina con estos índices tan altos de criminalidad que tenemos hoy.

– Es decir, si el Presidente de la Nación no termina de reconocer que tenemos un problema serio con el tema de la seguridad, esto no se va a solucionar.

– Lo que pasa es que es como con los casettes de la AMIA, el gobierno primero dice una cosa y luego otra. De hecho, primero dice “somos seguros” y ahora dice “somos inseguros”… © www.economiaparatodos.com.ar



Paola Spatola es presidente del Centro de Estudios para la Convergencia Ciudadana.




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