GANAMOS, PERDEMOS, SIEMPRE GANAMOS: Así es, cualquiera sea el resultado de las elecciones del domingo, con sólo ganar por poco Cristina Kirchner (ex Fernández) en Buenos Aires, el mismo será saludado como un triunfo sin precedentes en las alforjas de Néstor Kirchner. Se pierda en Capital, se pierda en Santa Fe, no tiene ya importancia, pues al ser una elección menor lo único que importa es lo que se diga el día después y allí empieza a actuar la extraordinaria máquina propagandística del presidente, que aceitando a los periodistas de siempre logrará que el titular de tapa no sea otro más que “el gran triunfo de Cristina en la provincia de Buenos Aires”. Los demás resultados irán en páginas interiores y sólo como estadística.
No deja de ser de gran curiosidad este comportamiento, que muestra un habilísimo presidente en lo que hace a la comunicación, a contrario sensu de ser un mediocre y por demás flojo administrador y gestor.
Si uno observa la gestión presidencial, no deja de sorprenderse: la pobreza está en limites insospechados, la presión impositiva es la máxima histórica, hay desnutrición infantil como nunca, la seguridad brilla por su ausencia, los agravios gratuitos están a la orden del día, la educación nunca ha sido tan dejada de lado, la libertad de prensa vive amenazada y, sin embargo, Kirchner es y va a ser el gran ganador del día después. Y, agrego: dentro de poco va a haber problemas con la provisión de gas y serios problemas para dar agua potable a vastos sectores del conurbano ante la descapitalización de Aguas Argentinas, producto de la pésima negociación llevada a cabo por la presidencia con el grupo operador.
Con un discurso agresivo, combativo y mendaz, el presidente se está mostrando como un líder con una gran capacidad de “manipuleo”, que para su provecho ha sido impecable, ayudado obviamente por una carencia de instituciones democráticas y una oposición atomizada y falta de ideas y de acción alarmante.
Habrá que buscar en la historia mundial algún paralelismo, no vaya a ser que nos llevemos desagradables sorpresas y después ya sea tarde. Aunque como dice Don Julio, “todo pasa, todo pasa…”.

¿QUIÉN COMPRA EL BOSTON? La venta del BankBoston es quizás la noticia más importante de la semana y está siendo manejada con mucho sigilo y prudencia. Lo compra el Standard Bank (no confundir con el Standard Chartered Bank de Inglaterra), del grupo Bradesco de Sudáfrica, especializado en mercados emergentes y que tenía en nuestro país sólo una corresponsalía y derechos bancarios del ING Bank. También están en el deal el grupo Werthein, dueños del Banco Caja que acaban de comprar Telecom, y el grupo Sielicki, de vasta actuación en la industria farmacéutica. Como consecuencia de ello, renunció el CEO del Boston, Jorge Ramírez, y lo está reemplazando un comité de directores del banco.
El Boston, hoy el séptimo banco en depósitos, es una de las instituciones financieras extranjeras con más tradición en nuestro país. De realizarse la venta perdería su nombre, ya que éste seguiría funcionando en el resto de Latinoamérica.
Se calcula que el precio de venta estaría cerca de los 350 millones de dólares, que incluirían todas las sucursales en nuestro país.
Como dato, el BankBoston en los últimos 6 años sufrió dos cambios de dueños: fue comprado, primero, por el irlandés Fleet Boston, y hace escasos meses por el Bank of America (BOFA). La figura emblemática de las últimas décadas del banco acaba de irse hace unos meses, el Dr. Manuel Sacerdote.

LA CONFUSIÓN DE MONTANER: En un reciente artículo publicado en La Nación, el escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner opina sobre el doping y sus consecuencias, y a mi entender comete un error.
El autor de “La libertad y sus enemigos” y de “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, entre otras importantes obras, nos dice en el artículo analizado que “los controles antidoping sobre los deportistas representan un atropello injustificable al derecho que todo adulto tiene sobre su cuerpo, que ni el Estado ni otro tipo de autoridad debe decidir qué podemos consumir”. Y ejemplifica en la figura del beisbolista Rafael Palmiero, que hacía publicidad sobre el Viagra -dando a entender que utilizaba medicamentos para sus menesteres sexuales- y todos lo festejaban pero, por otro lado, cuando se le descubrió que a su vez se inyectaba esteroides para fortalecer su musculatura y jugar al béisbol con mayor contundencia, fue reprobado. Para Montaner esto es hipócrita. También da el ejemplo de Lance Armstrong, justificando que hubiese tomado, como se dijo, alguna sustancia para mejorar su rendimiento en el Tour de Francia de 1999.
Montaner se equivoca y confunde, y me sorprende en un intelectual de su valía. ¿No sabe acaso que es diferente la vida privada a una competencia deportiva donde hay terceros perjudicados? ¿No le parece a Montaner que el Armstrong y Palmiero con su accionar corrían con ventaja en perjuicio de sus rivales? Lo mismo hizo el corredor Ben Johnson en las Olímpiadas batiendo el récord de los 100 metros. Montaner compara este tipo de doping con el alcohol que tomaba Hemingway para inspirarse al escribir “El viejo y el mar”, por el cual obtuvo el Premio Nobel. ¿Qué tiene que ver? Lo mismo hace con un militar en la guerra de Vietnam que se drogaba para soportar las presiones del conflicto. Insisto, ¿qué tiene que ver esto con deportistas que sacan ventajas por vía medicamentosa en una justa deportiva?
En su vida privada que la gente haga lo que quiera con su cuerpo, pero en una competencia deportiva se debe participar con las mismas armas que la naturaleza nos dotó y a eso habrá que agregarle entrenamiento, dedicación, esfuerzo y respeto por las reglas del mismo deporte. Pero nunca anfetaminas, esteroides, anabólicos o cualquier otra cosa que en forma artificial agregue mayor capacidad deportiva. No es justo, no es leal y no es ético. © www.economiaparatodos.com.ar