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lunes 2 de diciembre de 2013

Pedro Naón: empresario exitoso y persona de bien

Pedro Naón: empresario exitoso y persona de bien

El sábado pasado partió Pedro Naón Argerich, pero dejó una gran obra: una familia ejemplar y el recuerdo de una persona de bien.

El domingo a la tarde tuve la triste noticia del fallecimiento de Pedro Naón, empresario exitoso dedicado a la publicidad. Pero no fue ese su mérito mayor. Su mayor mérito fue ser un padre de familia ejemplar y una persona honesta.

Lo conocí allá por 1983 cuando fui contratado como asesor económico externo de la Cámara Argentina de Comercio (CAC). Obviamente, mi visión de la economía no era políticamente correcta, así que en poco tiempo fui gentilmente marginado, aunque continué asesorándolos esporádicamente hasta 2002. En esos años, al igual que ahora, yo era un impresentable que osaba pronosticar la inconsistencia del plan austral, el plan Bonex en 1989 (todavía tengo el recuerdo del reproche de un director de la CAC por haber dicho que se venía un plan de ese tipo) y cosas por el estilo. El tema era siempre estar bien con el gobierno de turno y, lo reconozco, yo desentonaba con esa forma de ser. Aplaudir a Sourrouille, Cavallo y Moreno, es algo que no me sale. Es mi gran defecto profesional.

Lo cierto es que en esos años Pedro formaba parte del directorio de la CAC y enseguida trabamos amistad a pesar que yo era políticamente incorrecto. Ni se inmutó por ese defecto mío de decir lo que pensaba. Al contrario, fue casi como un hermano mayor para mí.

Él presidía una comisión que se encargaba de las publicaciones de la CAC: MERCURIO y PENSAMIENTO ECONÓMICO. En seguida me incorporó a esa comisión e hicimos muchos trabajos en conjunto, sobre todo en la revista Pensamiento Económico. Gracias a su apoyo y confianza escribí una revista entera sobre 60 años de la economía argentina, la historia de los controles de precios en el mundo, una que contenía un extracto de los principales libros clásicos de economía, otra sobre por qué habían crecidos países como Japón, Corea y varios trabajos más que se publicaron oportunamente.

Cada uno de estos proyectos los tomaba con entusiasmo y me daba total libertad para trabajar. Tenía una clara inclinación por hacer contenidos de calidad al tiempo que, como persona, era divertido y muy, pero muy generoso.

Nuestra relación de amistad se fue construyendo a lo largo de los años, al punto que cuando tuve mi programa en P&E fue columnista del tema publicidad, columna que hacía muy divertida.

También me abrió las puertas de su casa y conocí a esa familia maravillosa que formó con Betina, su mujer, que es un encanto de persona. Todos sus hijos lo adoraban. Un padre ejemplar.

Religiosamente, en todos estos años, seguía llamándome cada 6 de agosto para mi cumpleaños, y aunque luego la vida hizo que nos viéramos menos seguido, cada tanto nos encontrábamos para almorzar en La Palmera, un restaurante que estaba en la esquina de Libertador y Corrientes en Olivos, que ahora fue vendido para construir un edificio. Ni eso nos quedó, Pedro.

En lo personal le debo mucho. En primer lugar, que me haya ofrecido su amistad. En segundo lugar que valorara mi trabajo profesional y por esa razón seguí durante varios años haciendo esas revistas de Pensamiento Económico, siempre coordinadas por él. En tercer lugar, me guardo para mí la generosidad que siempre tuvo conmigo. Y en cuarto lugar, el  haberme permitido ver crecer a su encantadora familia, la que hoy está sufriendo la partida de Pedro.

Como es costumbre, en estas notas no hablo tanto de la trayectoria profesional, sino de la persona, que es lo que más valoro. Sus principios, sus valores, se lealtad, su honestidad y su generosidad.

Con el fallecimiento de Pedro Naón se fue una gran persona. Una persona de bien. Los que tuvimos la suerte de conocerlo lo vamos a extrañar, y mucho. Pero deja una gran obra: haber formado una familia ejemplar. Sus hijos y nietos tienen el orgullo de ser los descendientes de Pedro Naón, ese personaje divertido, creativo y generoso que se ganó el cariño de mucha gente.