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jueves 16 de marzo de 2006

Política ganadera de cabotaje: la prohibición de exportar

Un análisis detenido de los fundamentos esgrimidos por el gobierno para prohibir las exportaciones de carne vacuna durante los próximos seis meses.

El lunes 13 de marzo se publicó en el Boletín Oficial la Resolución 114/ 2006, que tiene fecha 8 de marzo, en donde la Ministra de Economía, Felisa Miceli, suspende por el término de 180 días la exportación de carne vacuna.

En el artículo 2, se exceptúan las exportaciones para la cuota Hilton (alto precio) y los convenios país a país.

Por el artículo 3, se exceptúa, además, a la mercadería amparada por cartas de crédito irrevocables abiertas o pagadas total o parcialmente a la fecha de entrada en vigencia de esta medida.

Si vemos las fechas arriba señaladas en itálica, entre la fecha de la resolución (8/3/06) y la fecha de la publicación en el Boletín Oficial (13/3/06), da para pensar que debiéramos tratar de que se quede en el país por un lustro o dos al ex fiscal italiano Antonio Di Pietro, el fundador del Mani Pulite en Italia, quien está estos días de visita -o de campaña, mejor dicho- para que nos dé unas lecciones de cómo hacer para extirpar esta corrupción institucional que tanto daño nos hace. (Ver la entrevista titulada “No tiene que haber silencio frente a los actos de corrupción” publicada el martes 14 de marzo en el diario La Nación).

En efecto, ¿qué hubiera hecho usted si hubiera tenido poder de lobby para conocer la resolución 114 antes de su publicación en el Boletín Oficial? Seguramente, gestionar la apertura de cartas de crédito entre el miércoles y el viernes o hacerse pagar parcialmente de manera de poder seguir operando. ¿Y si no hubiera tenido poder de lobby? Probablemente, rabiar porque se quedó afuera del mercado. En fin, un homenaje a la falta de transparencia que debiera exigir una investigación parlamentaria.

Pero, veamos las razones que da el Gobierno para prohibir la exportación de carne.

Los fundamentos de la resolución ME 114/06

A continuación, exponemos en negrita los argumentos del Gobierno, seguidos de nuestras consideraciones. No porque sean muy básicas y elementales vamos a dejar de repetirlas.

Que el Gobierno está comprometido con una política destinada a mantener la estabilidad de precios.

– La estabilidad del conjunto de los precios se logra controlando la oferta monetaria. Al emitir por cada dólar que entra al país, es el Gobierno el que provoca una inyección de moneda que se traslada gradualmente a los precios. O sea, no sólo no está comprometido con la estabilidad de precios, sino que está provocando la suba de ellos.

– Pero, en una economía sin inflación, también hay subas de precios que se producen porque en determinados productos hay poca oferta o mucha demanda, o las dos cosas juntas.

– Generalmente, la razón de que haya poca oferta o una gran demanda es precisamente que el precio estaba bajo en comparación con sus sustitutos, en este caso el resto de los alimentos.

– La suba de precios es precisamente la señal para que los oferentes aumenten la producción y los demandantes reduzcan su consumo o demanden sustitutos que ganan en participación.

– Aun siendo estable la cantidad de moneda, no se puede evitar que algunos precios suban. Sin embargo, cuando esto ocurre otros tendrán que bajar porque la moneda no alcanza para que todos suban. La estabilidad se logra en el nivel general, pero no en cada uno de los productos.

Para atender a los sectores de menores recursos.

– Sacándoles a unos para darles a los otros no se atiende a los sectores de menores recursos sino que, por el contrario, se los perjudica gravemente. Para ello, se necesita proteger lo que Alberdi llamaba felizmente los “manantiales de la riqueza”, que son la vida, la libertad, la propiedad y la seguridad, y en donde el Gobierno está aplazado, en el mejor de los casos. Cuando supimos crecer y sacar de la miseria y la desocupación a tantos de nuestros antepasados que se morían de hambre en Europa, fluían capitales para comprar equipos de producción y tecnología de manera de atrapar los mercados de exportación.

Para sostener el crecimiento del empleo y la demanda agregada.

– El crecimiento del empleo se logra con el crecimiento de los clientes que son los que pagan los productos y servicios que se hacen con dichos empleos. Cuando los clientes son sólo los del mercado interno, hay un techo para generar nuevos empleos, que es solamente la capacidad compradora que hay adentro del país. Si se quiere crecer en empleos, o sea, simplemente crecer, hay que exportar como lo han hecho todos los que han crecido. Y, para hacerlo, hay que tener un producto competitivo y reconocido. Si la carne tiene ese reconocimiento y se prohíbe su exportación: ¿qué señal se le está mandando a las otras industrias que se quieren organizar para la exportación? Por lo tanto, si esto es una señal negativa para los exportadores, también lo es para las perspectivas de generación de nuevos empleos.

Que los precios de la carne suben en forma inusitada e injustificada.

– No se entiende qué es inusitado e injustificado en un mercado en donde se entiende que la gente es responsable y paga con su dinero lo que necesita. Por otra parte, antes de la convertibilidad, el precio de la carne estuvo mucho tiempo en 1 dólar por kilogramo vivo. Con la devaluación cayó en dólares a cerca de 65 centavos y, poco a poco, se fue acercando al precio vigente en los países que comercian carne vacuna. No es el precio de la carne inusitado o injustificado, sino que está alineado con el mercado internacional menos las retenciones que quitan poder de compra a quienes exportan. No tienen ni los productores, ni los frigoríficos, el poder de fijar los precios. Con el tiempo se demostrará que el Gobierno tampoco lo tiene.

Que una de las causas está vinculada a la demanda externa.

– Es cierto. La exportación tiene, según los años, entre un piso de un 10 hasta un 25% del mercado en los buenos años. Es un producto en donde tenemos un reconocimiento mundial. Hablar de carne argentina, de tango, de fútbol principalmente, nos distingue en el mundo. La medida de prohibir estas exportaciones hasta vaya a saberse cuándo provocará una enorme destrucción de valor en la industria frigorífica exportadora, que tendrá problemas de rentabilidad, ya que las exigencias sanitarias de los mercados del exterior son mucho mayores y, por ende, requieren de precios más altos para permitir repagar sus inversiones. Se les hará muy difícil y costoso reconquistar a sus clientes, ya que no tendrán el crédito ante ellos de ser proveedores confiables. Es una industria que exporta 1300 millones de dólares, que reducirá sus exportaciones por lo menos a la mitad, que dejará de pagar impuestos por 100 millones de dólares por lo menos y que provocará desempleo en sus plantas.

Que la prioridad del Gobierno es mantener el abastecimiento del mercado a precios razonables.

– El país más rico de la tierra, Estados Unidos, consume 42 kilos de carne por habitante. Si fuera el caso de que el consumo argentino debiera sacrificar un 25% para permitir la exportación debido a que no puede competir en precios, tendríamos todavía un vigoroso consumo de 50 kilos, superior en un casi un 20% al de Estados Unidos. Tendríamos, también, una dieta mucho más diversificada.

Que el Código Aduanero les permite hacerlo si se trata de mantener un volumen de oferta adecuado a las necesidades de abastecimiento interno.

– No sé si el Ministerio de Economía tiene o no derecho a tomar esta medida. Supongo que se dilucidará en los tribunales si los frigoríficos piden amparos. Ahora bien, que este poder de prohibir una exportación esté asignado en el Ministerio de Economía es una concentración de poder sumamente peligrosa y debiera reverse dentro de un programa de eliminación de leyes y reglamentos que permiten estas atrocidades. Una decisión de esta naturaleza, si es que es legal, debiera ser facultad del Congreso Nacional.

Hay mucho más para comentar de este tema que nos produce una gran tristeza. Se nos ocurre una comparación: hay otra pasión argentina, además del asado y el vuelta y vuelta, que es el fútbol. ¿Qué hubiera pasado si para que el mercado no quedara desabastecido los domingos se hubiera prohibido la venta de jugadores al exterior para que la afición los disfrute en casa? ¿Hubiéramos logrado el desarrollo de nuestra industria futbolística que mueve millones y le da empleo a mucha gente?

Felizmente, el Gobierno cree que puede hacer más de lo que realmente puede. Desde que yo tengo uso de razón económica, estas medidas siempre fracasaron ante la fuerza incontenible del mercado. © www.economiaparatodos.com.ar




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