“Política”, sí o no, esa es la cuestión
"Política”, en el lenguaje común, no es una palabra unívoca, no tiene un solo significado. Hay varias formas de entenderla. Es como la palabra “negocio” que se comprende de manera muy distinta según sea la operación de que se trate.Puede consistir en un tráfico de drogas, un secuestro extorsivo, la trata de blancas o la venta de un kilo de pan. Sin pretensiones de agotar la lista de las distintas clases de “política”, enumeraré algunas.
1) “Política” es arte de lo posible.
Esta definición es la que han acuñado los pretendidos “politicólogos” y no es otra cosa que el más crudo oportunismo inmediatista. Lo que es posible puede ser horrible, pero dicen: “es lo que hay”.
Lo que es justo puede ser momentáneamente imposible, pero eso no quita que sea obligatorio para toda persona de bien que ame a su Patria, intentarlo, poniendo para ello todos los medios de que disponga, pocos o muchos. Una de las primeras cosas que se debe hacer es rechazar esa definición infame de la palabra.
2) “Política” es el arte de imponer a la sociedad la vigencia de una ideología falsa por medio del apoderamiento y utilización del Estado.
Esta es la política revolucionaria, la de los liberales de la revolución francesa, de la revolución comunista rusa, la de Mussolini y de Hitler, la de Perón y sus secuaces. Consiste en una serie de artilugios, mentiras y crímenes para imponerse por la violencia y el engaño. Es un arte negro y siniestro, que no merece el nombre de “política”. Es más bien una conjura delictiva basada en la complicidad de unos pocos y la traición de muchos.
3) “Política” es una profesión lucrativa a la cual algunos individuos deshonestos se dedican para hacerse ricos.
Así es la política para la gran mayoría de los políticos, especialmente en la argentina, en donde forman la “dirigencia” corrupta e inepta.
4) “Política” es el arte de engañar a casi todos para conseguir un objetivo inconfensable.
Los políticos de esta clase son de diversa especie. Los hay farsantes descarados, como lo son los peronistas que hablan de servir al “pueblo” pero se enriquecen mediante el abandono de los pobres, de los enfermos, de los viejos y de los débiles. Cuando están en el gobierno (y lo están casi ininterrumpidamente desde hace 70 años, ya sea en forma directa o por medio de imitadores y aduladores de diversa designación, radicales, militares o “centristas”), arruinan el país.
Los hay “iluminados” que se creen inspirados por no se sabe qué “dioses” falsos, aunque en sus momentos de lucidez sospechan vehementemente que esa inspiración no existe. Es en esos momentos es que el inspirado se convierte en un estafador político, invocando sus visiones para seducir a los incautos que creen en él.
5) “Política” es saber mentir con habilidad de tal manera que uno consiga que otros entreguen lo que no les conviene entregar, creyendo que no tienen más remedio, cuya habilidad sería infructuosa sino fuera por la credulidad cobarde de los que se ceden a esos artilugios.
A esa relación entre el ingenio del estafador y la estupidez del estafado, se le llama también “política”.
6) “Política” es el arte de ganar elecciones por cualquier medio fraudulento, sin que los defraudados se den cuenta, ni quieran darse cuenta.
Esta es la política de los “democráticos”, raza despreciable de tartufos que saben perfectamente que sus “partidos”, sus “elecciones”, sus “padrones” y sus “escrutinios” son todas mentiras.
Y hay una multitud de tontos que creen que ese montaje es “democracia”.
Desde que se inventó el fraude electrónico, en este país, lo mismo que en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y muy probablemente en Brasil, los “democráticos” no tienen que molestarse en cambiar urnas, ni hacer votar a los muertos, ni robar libretas de enrolamiento o DNI. Les basta con encargarle a empresas como INDRA que preparen un programa para que la computadora central produzca el resultado electoral que quieran los dueños del poder, cualquiera sea el número de votos o de abstenciones. Así fue como inventaron el famoso 54% de Octubre del 2011 del que cual se jacta la usurpadora presidencial con su habitual desparpajo.
Al fraude de los políticos corresponde la ceguera de los ciudadanos que no quieren admitir que pudiera haber existido semejante engaño.
7) “Política” es el arte de hacer creer que un idiota es un estadista.
La casi totalidad de los que ocupan cargos públicos actualmente son ignorantes, deshonestos, incompetentes e incapaces de la más mínima intención de servicio al bien común.
Es decir, los estadistas no existen en el poder. A lo sumo, hay jefes de banda más o menos astutos o ideólogos inteligentes capaces de planear maldades para el servicio de su secta. Estos tampoco son estadistas, pero no son idiotas porque saben cómo manejar el poder para imponer sus intenciones.
Sin embargo, hay toda una técnica de saturación para hacer creer al vulgo que aquellos idiotas son estadistas. Lo veíamos y lo vemos todos los días con las mil y una versiones periodísticas sobre las hazañas y “vivezas” de Kirchner (un notorio “minus habens”), de Scioli (que no sirvió ni para vender heladeras, como lo prueba el haber quebrado el próspero negocio de electrodomésticos que heredó de su padre y que fundió de puro burro que es), de Aníbal Fernandez, una especie de matón de bajo fondo que ha ocupado los más altos cargos y hoy es senador en vez de ser, como debería, el ocupante de alguna celda carcelaria, etc. etc. etc.
Lo malo es que los habitantes de a pié tenemos el inconveniente de no contar con suficiente información sobre la biografía (o prontuario) de los políticos “destacados”. Si la tuviéramos quedaríamos horrorizados, porque no tengo dudas de que ninguno de ellos merece otra cosa que el desprecio.
Sin embargo todos los días la prensa se ocupa extensamente de estos “don nadie” convertidos en personajes por obra de la “política”, de sus riñas prostibularias, de sus estafas exitosas y de su deplorable impunidad. Es la política de “saturación del absurdo”.
8) “Política” es usar la fuerza para imponer la voluntad de los que la tienen, invocando con apariencia de sinceridad, algún principio altruista que el violento usa para enmascarar su ambición.
Hay momentos críticos en la vida de una nación en que la fuerza es la única manera de restablecer el orden. Los romanos crearon la figura del “dictador”, al cual se le otorgaba la suma del poder público por un plazo breve. Cincinato es el ejemplo más ilustre. Esta es una forma excepcional de política para los tiempos de catástrofe, que exige un gran hombre y muchos otros que resuelven confiar en él y apoyarlo para salvar la Nación.
Sin embargo, en los tiempos modernos la política de la violencia ha sido casi siempre nefasta y la máscara habitual que ha usado es el nacionalismo, o sea, el supuesto interés nacional frente al extranjero. Esta ha sido la causa de las dos guerras mundiales y la del surgimiento del fascismo y del nazismo. Cuando esta clase de política empieza a imponerse, se apagan las luces de la razón y sólo interesa el poder de las armas.
9) “Política” es siempre algo sucio, opina el mentecato, en la que no quiere meterse –dice- para no ensuciarse (¡como si estuviera limpio!), pero en realidad es porque no quiere molestarse, o porque tiene miedo o pereza, o porque cree que es mejor quedarse quieto para eludir las iras de los poderosos. Que se embromen los otros. Esta es la idea de la política que tienen los mediocres.
Es verdad que la política actualmente es sucia y que los políticos son malas personas. Pero no es cierto que hay que dejarles el camino libre, encerrándose en un cobarde retraimiento y abandonando la suerte de la Patria en manos de esa caterva de bandidos. Esa versión de la política es una excusa vil para no cumplir con los deberes patrióticos.
10) “Política” es el arte de eligir al menos malo, aplicando la teoría del “mal menor”.
Esta idea es una variante de la anterior. El mediocre, incapaz de imaginar algo mejor que lo que la clase política le ofrece, asustado ante la perspectiva del riesgo que puede implicar un desafío a la “dirigencia” corrupta e inepta, prefiere consolidar el poder de esa “dirigencia” propiciando al que aparenta ser el menos malo de sus integrantes, sin querer averiguar demasiado acerca de su sinceridad, ni de sus verdaderas intenciones, ni la calidad de sus aliados, ni sus antecedentes.
Esa es la clase de política que hace posible la perdurabilidad de la infame casta de los políticos deshonestos e ineptos que está integrada también por esos elegidos del “mal menor”, raza despreciable de acomodaticios dispuestos a todas las traiciones y a todas la inmoralidades.
11) “Política” es lo que dice el diario que es política y debe evitarse cualquier esfuerzo por pensar por uno mismo en esos asuntos, rechazando a los que pretendan analizar las cosas con cierto detenimiento.
Esta, que podría llamarse “política enlatada”, viene cómodamente trozada, conservada y es de fácil consumo. Consiste, básicamente, en una serie de chismes sobre las riñas reales o fingidas entre los personajes artificialmente promovidos. No exige pensamiento ni esfuerzo analítico alguno.
De ahí que la consecuencia necesaria de esta clase de política es el rechazo de todo aquel que pretenda discutir el valor de los oráculos periodísticos que la fabrican. Con respecto a esos “aguafiestas” la política de estos mediocres se hace feroz y es la del ostracismo, el silencio y la difamación.
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Hasta aquí algunos de los diversos significados bastardos de la palabra “política”. Nos queda ahora por definir su verdadero sentido.
1) “Política” es una parte de la virtud moral de la prudencia aplicada a los asuntos públicos, al servicio de la Justicia.
La política pertenece a la moral, no es una mera técnica o arte y menos aún la de hacer únicamente lo que sea posible, sin considerar el bien o el mal de lo que se hace.
La principal de las virtudes que debe procurar el político es la Justicia, dar a cada uno lo suyo y, sobre todo, servir el bien común que es la obligación máxima de la Autoridad y de todos los que participan de ella.
Como se trata de una obra que se realiza en la sociedad compuesta por hombres libres que se guían por su entendimiento, además de la virtud de Justicia el político debe ser prudente, es decir, tener la inteligencia de persuadir y la voluntad firme de buscar los medios lícitos que le permitan unir las voluntades en torno de un objetivo común encuadrado en la Justicia. El arte político existe, pero debe estar al servicio de la Justicia y ser gobernado por la prudencia.
2) “Política” es el arte de hacer posible aquello que debe ser hecho en Justicia para el servicio del bien común, conforme a la ley natural y divina.
El arte del político es el que le permite alcanzar el bien común con los medios, pocos o muchos, que estén a su alcance. Proponerse un mal con mala gente, sólo porque eso es “lo único que hay”, como por ejemplo, hacerse peronista o aliarse con el peronismo porque éste domina la política desde hace 70 años o renunciar a la indispensable promoción de un candidato presidencial inteligente, justo, laborioso, patriota y no comprometido con la “dirigencia” corrupta e inepta, sólo porque no tenemos “prensa”, ni plata, son otras tantas maneras de vender el honor por un puñado de monedas falsas.
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Todos estamos obligados a actuar en Política en el sentido legítimo de la palabra. No hacerlo es traicionar a Dios y a la Patria, es abandonar a aquellos que sufren injusticias, es consentir el dominio perverso de los delincuentes políticos y una cobardía despreciable.
Fuente: La Botella al Mar