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miércoles 19 de enero de 2022

Por qué la palabra ajuste es un sacrilegio para los políticos

Por qué la palabra ajuste es un sacrilegio para los políticos

La desaceleración de la inflación que observó el presidente Alberto Fernández en diciembre responde a una lectura parcial de los datos

En forma sorprendente, si es que algo sigue sorprendiendo de las declaraciones de los funcionarios de este gobierno, el presidente Alberto Fernández festejó la tendencia decreciente de la tasa de inflación que se dio en diciembre porque este año fue del 3,8% contra el 4% de diciembre de 2021. Por empezar la diferencia es marginal entre la tasa de inflación de diciembre de 2021 y de 2020, pero además, el presidente se olvidó de leer la nota 2 del informe del INDEC. En efecto, en diciembre de 2020 los precios cuidados representaron el 3,17% del total de los precios relevados en el Gran Buenos Aires y en diciembre de 2021 representaron el 12,2% del total de los precios relevados. Si a eso se le agrega que los regulados aumentaron el 1,7% en diciembre de este año y el 2,6% en diciembre del año pasado, queda bastante claro que esos 0,2 puntos porcentuales menos de diciembre de este año tienen algunas trampitas estadísticas que se le pasaron por alto al presidente.

De todas maneras, es claro que durante el actual gobierno, a pesar de tener gran parte del 2020 con la gente encerrada sin poder gastar su dinero y, por lo tanto, forzando el aumento de la demanda de moneda, y en 2021 con el tipo de cambio pisado al igual que el precio de las tarifas de los servicios públicos, la inflación viene teniendo una tendencia ascendente tal cual se puede observar en la línea de tendencia del gráfico 1.

Alberto Fernández tuvo una inflación del 3,8% en el primer mes de gobierno y dos años después sigue con un 3,8% de inflación en diciembre con varios picos más altos. En los primeros dos años de gobierno Alberto Fernández tuvo una inflación del 105% contra el 75% que tuvo Macri en sus primeros dos años de mandato ajustando las tarifas atrasadas.

Gráfico 1

Como puede verse en el gráfico la línea de tendencia es claramente ascendente. Esta creciente inflación, que el presidente se empeña en decir que la inflación tiene varias causas, aunque no dice cuáles son esas varias causas, solo nombra la emisión y cuestiones psicológicas, pero el resto son un misterio.

Lo concreto es que en 2021 la emisión monetaria para financiar al tesoro llegó a los $ 1,7 billones y en 2020 llegó a los $ 2 billones. Si bien todavía no hay información definitiva de la distribución entre nación y provincias de los ingresos tributarios en diciembre, puede estimarse que la emisión fue la principal fuente de financiamiento del gasto público seguido por el IVA y otros impuestos.

En total el déficit fiscal fue equivalente a 5,5% del PBI, pero en los ingresos se computa otro 1,8% del PBI en Transferencias de Utilidades del BCRA que son emisión monetaria pura y una ficción contable para emitir y financiar al tesoro. Si se descuenta ese ingreso artificial, el déficit fiscal se eleva a 7,3% del PBI. A este número hay que agregarle otros 3,1% de déficit cuasifiscal y llegamos a un déficit de 10,4% de déficit fiscal entre el financiero y el cuasifiscal en 2021.

Este fenomenal desequilibrio de las cuentas públicas es lo que hace que se presente el ajuste como el gran sacrilegio que proponen los salvajes economistas.

La realidad es que ese déficit se financia de alguna manera. Puede ser con emisión monetaria cobrando el impuesto inflacionario que es el más regresivo de los impuestos. Con más deuda pública o consumiendo stock de capital, como es el caso del sistema energético que se cae a pedazos por atrasar artificialmente las tarifas de los servicios públicos.

Lo que se ve como una herejía es que el gobierno tenga que bajar el gasto público. A eso se lo llama ajuste y lo que no quieren hacer es bajar el gasto que les permite hacer populismo.

Para la política la palabra ajuste es un sacrilegio porque significa eliminar el financiamiento del populismo que ellos hacen para conseguir votos. Ajustar las cuentas del sector público es conspirar contra el negocio del populismo.

Pero en rigor, ese no ajuste del gasto en populismo tiene como contrapartida el ajuste del sector privado que es ahogado con impuestos, otros son saqueados con el impuesto inflacionario y el sector privado se queda sin crédito porque entre el BCRA y el tesoro absorben el escaso crédito interno.

Gráfico 2

Si se toma la evolución mensual comparando la inflación anual, es decir, tomando cada enero contra el enero del año anterior y así sucesivamente, vemos que con el kirchnerismo volvió la inflación luego de salir de la convertibilidad.

Lo que se ve en el gráfico 2 son picos inflacionarios con caídas posteriores y nuevos picos cada vez más altos. Los picos se dan por reacomodamientos de precios relativos puntuales que luego son escondidos detrás de nuevos atrasos tarifarios, del tipo de cambio, de los precios máximos o de la cuarentena eterna que estableció Alberto Fernández durante 2020, la cual hizo bajar la inflación por caída en la demanda de bienes y servicios forzada por el encierro, para luego dispararse ni bien la gente se pudo sacar los pesos de encima.

En definitiva, el problema no es el ajuste, sino si el ajuste lo sigue haciendo el sector privado o la dirigencia política en general bajando el costo del populismo que implementan.

No es cierto que el gobierno quiera evitar el ajuste, lo que no quiere es evitar hacer el ajuste en su negocio de la política, priorizando sus intereses partidarios por encima del bienestar y progreso de los argentinos.

ESTA NOTA FUE ORIGINALMENTE PUBLICADA EN http://www.infobae.com