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lunes 18 de agosto de 2014

¿Problemas digestivos?

¿Problemas digestivos?

Cristina Fernández luce como indigestada por alimentarse quizá con un tipo de comida que parece haberla convertido repentinamente en una adicta: la cocina marxista bolivariana del siglo XXI

Hay “revoluciones” del espíritu que vierten un alud de extrañas sensaciones sobre la vida de algunas personas, enfrentándolas con situaciones que derriban su escala de valores y alteran su capacidad de percepción más allá de lo concebible. Es lo que parece estar ocurriendo con Cristina Fernández, que luce como indigestada por alimentarse quizá con un tipo de comida que parece haberla convertido repentinamente en una adicta: la cocina marxista bolivariana del siglo XXI. Encerrada entre las cuatro paredes de sus aposentos, ha descubierto repentinamente la matriz de ciertos conflictos inverosímiles que la amenazan y parecen corresponder a dilemas creados por su imaginación febril. Quizá porque la dieta de alguien que se alimenta diariamente de platos preparados con “buitres” -aunque se los sirvan bien pisados o en compota-, debe producir dolores estomacales muy molestos, trayendo aparejados serios dolores de cabeza que pueden eventualmente afectar su buen juicio. Más aún cuando le oímos decir que a su izquierda “solo está la pared” (¿) La Presidente ha comenzado a ver visiones de terroristas que acechan a su gobierno, por lo que dando un vigoroso “salto cualitativo” (una de sus frases favoritas) nos relata alguna de las novedades que salen de su inveterada “fábrica” de sorpresas: Obama y el “imperio” han decidido bombardearnos con las máquinas impresoras de Donnelley, constituyéndonos en émulos de los habitantes de la franja de Gaza (¿) por haber pretendido hacerle “sombra” a un orden internacional que pretende derribar “nuestra escala de valores”. El cambio que se está produciendo en su discurso es tan insólito, que no alcanzamos a entender qué ocurrió desde aquellos tiempos en que Néstor hacía sonar alegremente, junto a ella, la campanilla de comienzo de sesión en la Bolsa de New York y palmeaba cariñosamente las rodillas del Presidente de Estados Unidos en el Salón Oval de la Casa Blanca, para sorpresa de todo el protocolo diplomático “ad hoc”. ¿No será que Cristina se ha atragantado con el “fast food” heterodoxo que le han servido los “genios” que la rodean por los que parece suspirar tiernamente? Dicen por allí que se ha logrado muy poco hasta ahora en el mundo para conocer las razones del aumento de personas que pierden el equilibrio por acostumbrarse a ciertas “ingestas” que suelen perturbar su metabolismo. Los nuevos “best seller” del lenguaje presidencial sugerirían la abundancia con que Cristina está repitiendo su alimento, que resulta, a todas luces, altamente nocivo para su salud. Creemos que debería hacerse algo urgente por ella, consultando alguna tabla de dietas “antígenas” ¿del Dr. Cormillot? Por la salud de Cristina, por supuesto. Y de paso, la nuestra. Hay quienes nos preguntan cómo sigue esta historia. Y nos quedamos sin saber qué decirles. La sensación que tenemos es que sobrevuela el aire en estos días un fuerte olor a chamuscado. Sobre todo en las inmediaciones del Patio de las Palmeras de la Casa Rosada.