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jueves 10 de febrero de 2005

Prohibido fumar en lugares públicos

Frente a la idea del gobierno argentino de instaurar la prohibición de fumar en espacios públicos, conviene tener en cuenta la experiencia y los resultados de otros países y grandes ciudades en su lucha contra el tabaco.

Baton Rouge. Cuando la República Argentina, luego de haber perdido demasiado tiempo sin hacer nada, como en tantas cosas, se dispone ahora -finalmente- a prohibir que se fume en lugares públicos y restaurantes, cabe repasar lo sucedido recientemente en las experiencias comparadas.

Una de las más recientes es la que tiene que ver con otra gran urbe, en este caso Nueva York.

Allí, su buen alcalde, el ex empresario Michael Blumberg, dispuso la prohibición de fumar en lugares públicos y restaurantes, que entró en vigencia el 30 de marzo de 2003. En ese entonces, numerosos dueños de bares y restaurantes le advirtieron que la nueva normativa iba a destruir sus negocios y, peor, a ahuyentar el turismo de la ciudad de Nueva York.

A dos años de ello, la experiencia demuestra acabadamente que esos temores eran totalmente infundados.

En rigor, la concurrencia del público a bares y restaurantes aumentó anualmente en un 8,7%. Algo parecido sucedió con las nuevas habilitaciones de casas de comida, que también creció significativamente. Y el 98% de los parroquianos hoy cumple, sin problemas, con la nueva ordenanza. Una saludable costumbre empieza a reemplazar a la arbitrariedad del pasado, en el que algunos obligaban realmente a otros a fumar, contra su voluntad.

Por supuesto que en Nueva York hay, en ésta como en otras cuestiones, razonables inspecciones regulares y la enorme mayoría de los inspectores, a diferencia de lo que ocurre en el particular mundo municipal de la lamentable, por pésima, administración del reelecto Aníbal Ibarra, allí son honestos.

Los clientes ahora manifiestan abiertamente su satisfacción por el ambiente más limpio que existe en bares y restaurantes, donde ahora se puede respirar y hasta sentirle el gusto a la comida.

Un nuevo orden social de convivencia y una nueva normalidad han aparecido, basados ahora en el respeto.

Nadie es ya obligado a “tener” que fumar contra su voluntad. Ni a tener que pasar el tiempo en medio de una nube tóxica, de humo marrón, que todo lo unta.

Muy importante en el éxito alcanzado ha sido la puesta en operaciones de una línea especial de teléfonos (311) que puede utilizarse todo el día para, a través de ella, formular denuncias y solicitar la eventual presencia de las autoridades municipales para hacer cumplir las normas que específicamente prohíben fumar en lugares públicos y ocuparse eventualmente de revoltosos e incumplidores. Para tener, entonces, en cuenta. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas.




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