Recursos y decisiones
“Las actuales economías pueden tener hoy la clase y cantidad de recursos que quieran. Ya no son los recursos los que limitan las decisiones: ES LA DECISIÓN QUIEN HACE LOS RECURSOS. Este es el cambio más revolucionario que el hombre haya conocido hasta el presente” (U Thant, ex Secretario General de las Naciones Unidas)
Dedicamos la frase con que encabezamos estas líneas a los kirchneristas. A los auténticos y los “interesados”. A los fanáticos y los resentidos. A todos los que, al fin y al cabo, han pretendido hacernos vivir en un mundo creado por su imaginación, su resentimiento y su mente obtusa.
Renuentes a aceptar los cambios que avanzan arrolladoramente hacia ciertas novedades que se “entrometen” -sin que lo advirtamos-, en nuestra vida privada, a través de Internet, Facebook o Twiter (por dar solo algunos ejemplos aislados), se los ve caminar cual sonámbulos en la oscuridad de una habitación en la que se encerraron
voluntariamente.
La llegada prematura de un futuro que no han querido reconocer, los encuentra aferrados a los fantasmas del pasado, enfermos psicológicamente por no haber sabido sumergirse a tiempo en un mundo que está asistiendo a una nueva cultura: el “schock” del futuro.Afortunadamente, dicho futuro invade el presente a distintas
velocidades. Y de este modo se hace posible controlar de alguna manera la rapidez de los diferentes procesos a medida que se van desarrollando los mismos. Pero para eso, ES NECESARIO TOMAR LAS DECISIONES ADECUADAS EN EL MOMENTO OPORTUNO como sugiere sutilmente U Thant.
Tomamos un solo ejemplo para explicar con más justeza la incidencia de las BUENAS o MALAS decisiones y cómo poder medirlas en relación con la realidad de cada momento: en Francia, la producción industrial
aumentó solamente un 5% entre 1910 y 1940 (treinta años). A partir de 1948 y hasta 1965, en tan sólo diecisiete años, el aumento fue del 220%.
¿Qué nos indica esta explosión? Pues sencillamente que el consumo creciente de bienes y servicios, DEBIERA estar acompañado siempre por una adecuada planificación para multiplicar su oferta mediante inversiones productivas proporcionales.
En las sociedades más avanzadas, todo indica que la producción total de artículos y servicios debería multiplicarse al menos por dos cada quince años, con una tendencia a que éste período se achique cada día más, habida cuenta que la progresión es geométrica y está directamente relacionada con la tasa de crecimiento demográfico.
Los ineficientes K, cultores del “vivir con lo nuestro”, olvidaron que las nuevas máquinas y técnicas no son simplemente un producto, SINO UNA FUENTE DE NUEVAS IDEAS CREADORAS.
Y nos detenemos por un instante en este punto: ¿Qué ideas “creadoras” nos ofrecieron los seguidores de Néstor y Cristina en este aspecto? ¿Las que conciernen a una corrupción desembozada que cambió los antiguos métodos de la “doble contabilidad” por el transporte “físico” de billetes pesados en una balanza?
El impulso acelerador del desarrollo humano ha alcanzado un cambio que, ni aún esforzando la imaginación, puede ya considerarse como “normal”. Las instituciones de una sociedad cualquiera no pueden resistirlo y su impacto está sacudiendo al mundo entero. Por lo tanto, todos deberíamos estar atentos a dicho impacto y sus consecuencias.
Todas estas abstracciones, fundamentales para comprender la realidad, no han sido debatidas ni advertidas a tiempo por un movimiento político que ha mantenido sus ojos fijos en la nuca durante más de diez años, tomando una decisión errónea detrás de otra en los asuntos que aquí esbozamos brevemente.
El kirchnerismo sólo ha usado la tribuna para llenarnos los oídos con el “jarabe de pico” de Cristina, su venerada líder “espiritual”.
Hoy, debiendo enfrentar una de nuestras principales tragedias -el colapso energético-, sus ineficientes amanuenses pretenden convencernos que la falta de luz es culpa exclusiva de EDENOR, EDESUR, EDELAP y otras distribuidoras. Las mismas que hubieron de sostener tarifas absurdas IMPUESTAS ARBITRARIAMENTE POR EL GOBIERNO durante años, quedando totalmente desactualizados en relación con una inflación creciente que les impidió modernizarse como hubiera correspondido.
Lo menos que podría hacer el kirchnerismo ahora frente a esta crisis, sería explicarnos, en detalle y sin eufemismos, cuáles han sido los pilares de su tan cacareado “progresismo”.