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jueves 14 de septiembre de 2006

Revelaciones de “la Micelli”

Las sinceras declaraciones de la ministra de Economía respecto al valor real de mercado del dólar afectan la integridad y consistencia del propio balance del Banco Central.

Las célebres cantantes de ópera, aquellas que tienen méritos sobresalientes, son designadas de manera muy especial, anteponiéndoles un artículo determinativo a sus apellidos. Así se las llama: la Callas, la Muzzio, la Tebaldi, la Schwarzkopf, la Gallicurci, la Lily Pons o la Caballé.

Para no ser menos que las divas del bel canto, no sería irrespetuoso designar a Felisa Micelli, nuestra ministra de Economía, como “la Micelli”.

Pues bien, la Micelli acaba de revelar hechos sumamente importantes, que el pueblo tiene el derecho a saber de qué se trata, porque se refieren al manejo misterioso y oculto de las finanzas públicas que ahora han perdido el contralor del Congreso Nacional.

Con el paso del tiempo, estas revelaciones seguramente brindarán a los investigadores la punta del ovillo sobre la causa de una eventual crisis financiera.

Dijo textualmente la Micelli: “Si el Banco Central dejara de intervenir en el mercado cambiario, el dólar se cotizaría a $ 2,30, pero es un pilar de la política económica de este gobierno que el Banco Central emita dinero para comprar dólares a fin de aumentar las reservas y mantener alto el tipo de cambio”. Y como para que no quedara ninguna duda, ni pudiera hablarse de que había sido sacada de contexto, a continuación prosiguió diciendo: “Hay quienes dicen que es mejor que el Banco Central no compre dólares y que la divisa baje a $ 2,30. Si el Central no compra, el dólar estaría seguramente a $ 2,30 pero las economías regionales no podrían mantener su estabilidad y crecimiento”.

Con tales declaraciones, formuladas en el Parque Industrial La Cantábrica en la localidad de Haedo, al celebrarse el Día de la Industria, el Gobierno por medio de su portavoz más calificada nos está alertando de que se encuentra prisionero de la misma rigidez cambiaria que amenazaba a la convertibilidad menemista.

Ahora la diferencia estriba en que el tres a uno sirve al Gobierno para tener ingresos extraordinarios mediante retenciones a las exportaciones. Si pretendiese salir de este modelo, inmediatamente dejaría de exhibir sus finanzas equilibradas, el superávit fiscal se derrumbaría en un abrir y cerrar de ojos y se evaporarían los cuantiosos fondos utilizados en generosos subsidios asimétricos con los cuales están comprando el transversalismo político.

Inconsistencia del balance del Banco Central

Las sinceras declaraciones de la Micelli muestran claramente cuál es el precio de mercado del dólar. Sin embargo, este reconocimiento oficial afecta la integridad y consistencia del propio balance del Banco Central, tal como vamos a explicarlo.

Todos sabemos que el presidente Kirchner ha ordenado recomponer las divisas utilizadas para el pago anticipado al Fondo Monetario Internacional (FMI), de modo tal que el Banco Central se ha convertido hoy en generador de emisión monetaria para comprar dólares.

Los datos que brindamos a continuación son rigurosamente precisos y surgen de un minucioso análisis de la propia información oficial.

A fines del pasado agosto, el Banco Central manifestó tener reservas internacionales por u$s 27.347 millones. Esas reservas están constituidas por barras de oro de “buena entrega”, divisas convertibles y colocaciones en dólares o euros en bancos del exterior para obtener una renta interesante.

Ahora bien, al confeccionar su propio balance en pesos, el Directorio del Banco Central debe valuar esas reservas multiplicándolas por $ 3,09, que es el tipo comprador del dólar estadounidense, lo cual le produce activos financieros por $ 84.490 millones, pese a que la propia Micelli reconoce que esos dólares valen $ 2,30.

Para confirmar el precio manifestado por la Micelli, hay que tener en cuenta que las reservas del Banco Central no son de la institución. Sirven de respaldo irrestricto a la circulación monetaria en manos del público, más el dinero disponible en bancos y más los depósitos de liquidez que los propios bancos comerciales tienen en el Banco Central. Todo lo cual sumado asciende, a esa misma fecha de agosto pasado, a $ 67.193 millones.

Entonces, si dividimos el monto de esa masa monetaria por las reservas declaradas, tendríamos la cotización técnica según datos oficiales. Es decir que podemos determinar el valor técnico del dólar por el que el Banco Central podría canjear toda la circulación monetaria más los depósitos de liquidez del sistema bancario, sin dejar nada pendiente.

La división entre $ 67.193 millones y u$s 27.347 millones nos arroja un tipo de cambio de $ 2,45 por dólar, una cifra equivalente al valor de $ 2,30 manifestado por la Micelli.

Efectos de una corrección

Si el presidente del Banco Central, los directores titulares, síndicos y auditores externos recogieran las evidencias que estamos analizando, tendrían que ajustarse a las normas internacionales de auditoría que establecen “que las inversiones en moneda extranjera deben calcularse al valor de coste o al valor de mercado, el que fuese menor de ellos, porque éste es el importe realizable”.

Por lo tanto, el balance del Banco Central debiera mostrar activos por $ 62.898 millones (resultantes de multiplicar u$s 27.347 por $ 2,30) en lugar de los $ 84.490 millones como se exhiben, lo cual implica una sobrevaluación de $ 21.592 millones que debiera ser previsionada por minoración de valor.

Es decir que el Banco Central está comprando, caro, divisas que valen menos de lo que paga, y eso inexorablemente ocasiona quebrantos.

Por lo tanto, y de acuerdo con las normas de auditoría bancaria universalmente aceptadas, debería registrarse esa pérdida en el balance anual. Con lo cual el Banco Central mostraría un formidable quebranto que absorbería la totalidad del patrimonio neto cuyo importe –según la Memoria oficial del año 2005– es de $ 21.245 millones.

En tal caso, el Banco Central de la República Argentina quedaría automáticamente disuelto por pérdidas totales de su capital y reservas.

Tal es la magnitud del embrollo macroeconómico en que está metida la política económica del modelo “K”, basada en un dólar artificialmente alto, la desvalorización de sueldos, el control de precios, una brutal exacción fiscal con impuestos distorsivos y el generoso reparto de subsidios asimétricos a los grupos sociales que interesa privilegiar por razones políticas.

Pero ahora, con las revelaciones de la Micelli, todos estamos debidamente informados de lo que puede pasar y, como dijo un ministro de la actual Corte Suprema de Justicia, que poco tiempo antes había formado parte de la Legislatura, refiriéndose a la abstracta ley de integridad de los depósitos bancarios: “Nadie puede acogerse a leyes que todo el mundo sabía eran de imposible cumplimiento”.

Sólo nos resta pedir a Dios: valor, esfuerzo y energía para enfrentar nuestro propio destino. © www.economiaparatodos.com.ar

Antonio Margariti es economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de Rosario.

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