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jueves 8 de febrero de 2007

Rumbo a la crisis

Las bases endebles sobre las que se sustenta el crecimiento de la economía argentina se derrumbarán tarde o temprano. Pero si el resultado de las elecciones de este año es favorable al oficialismo, la crisis podría adelantarse.

El crecimiento que la economía argentina ha venido experimentando en los últimos años está sustentado en bases endebles. Todos los economistas liberales, con matices en sus respectivas interpretaciones, coinciden en este punto de vista. Los economistas alineados con el Gobierno, naturalmente, rechazan estas consideraciones y las descalifican en términos desdeñosos. Sin embargo, en economía los hechos son los hechos y las inconsistencias de la política económica pueden ser escondidas, pero no desactivadas. Es inexorable que, con el tiempo, las distorsiones se pongan en evidencia y provoquen consecuencias graves que ahora sólo son pronosticadas por aquellos a quienes se descalifica. El interrogante que surge no es, en definitiva, si este plan económico va a tener éxito o va a fracasar, sino cuándo se producirá la crisis…

Éste es un problema que excede el campo de la pura economía. En este tema entran a incidir factores políticos. Hay elecciones a fines de 2007. Y éste es un punto que condiciona a todas las variables políticas, tanto la forma de actuar del Gobierno como la del resto de los actores sociales, incluidos los agentes económicos. La posición en la que el Gobierno se encuentra es muy sólida, al menos hasta el momento. Eso le permite ejercer presiones que resultan eficaces a los efectos de mantener bajo control las variables “rebeldes” de la economía. De este modo, el Gobierno logra, por ejemplo, que algunos sectores empresarios se sometan al control de precios, lo cual asegura que la inflación, aunque sea creciente, momentáneamente no se descontrole por completo. Esto puede durar hasta las elecciones. Pero si el Gobierno –como hasta ahora es altamente probable- obtiene un amplio triunfo en las urnas, deberá usar ese renovado poder político para “blanquear” las variables distorsionadas de la economía porque, de lo contrario, los grupos que ahora se someten a las exigencias de las autoridades adoptarán una actitud mucho más beligerante y todo el esquema económico concluirá por desbarrancarse.

Una victoria del kirchnerismo le dará al Gobierno un crédito renovado. El problema es que esa victoria habrá sido obtenida al precio de haber dejado muchas facturas pendientes, las cuales le serán presentadas para el cobro al día siguiente de las elecciones: todos los acreedores del Gobierno le exigirán que utilice el crédito obtenido en las urnas para saldar esas deudas. Aunque, quién podría dudarlo, el Gobierno intentará hacer lo contrario, es decir, aprovechar ese crédito renovado para profundizar el rumbo que ha venido siguiendo hasta ahora y que ha creado todas las tensiones reprimidas que por ahora no se manifiestan a la espera de que pasen las elecciones y sobrevenga un nuevo escenario político. En esa brecha entre las intenciones que presumiblemente tendrá el Gobierno y las expectativas frustradas de los agentes económicos, harán su aparición los síntomas iniciales de la crisis que ahora está latente.

De allí en más, la dinámica de la situación es previsible: el Gobierno intentará resolver la crisis con una profundización de sus políticas, que son, en realidad, las causas del problema. Lo que el kirchnerismo no hará –porque no está mentalizado para eso, porque no cree en otra política que la que aplica y porque no fue votado para hacerlo– es invertir el rumbo de su política económica. Este es el núcleo del problema. La crisis económica no es inevitable. Aún estamos a tiempo de evitar el colapso. Para eso es necesario corregir el rumbo, algo que el Gobierno ni remotamente tiene la voluntad de hacer. Entonces, hay dos alternativas: o surge de las urnas otro gobierno o vamos derechito al precipicio, como ya sucedió con el Plan Gelbard, la “tablita” de Martínez de Hoz, el Plan Austral de Sourrouille, la convertibilidad de Menem-Cavallo, el blindaje de De Rúa… Nada de lo que está pasando en el campo de la política económica argentina es distinto de lo conocido, experimentado y aplicado en el pasado, más allá de que ahora la variable que condiciona todo lo demás sea el tipo de cambio artificialmente alto, como antes lo fue el tipo de cambio bajo, la disponibilidad de fondos financieros internacionales u otros artificios menos sofisticados.

En lo inmediato, es improbable que la crisis estalle, aunque haya síntomas que la pongan en evidencia como un hecho latente. En el mediano plazo, todo depende del rumbo de los acontecimientos políticos, en particular, del resultado electoral. Si el kirchnerismo obtiene la victoria, sería un milagro que, después de un buen trecho recorrido “a los barquinazos”, no se desmorone todo el andamiaje en un plazo que, a lo sumo, no puede exceder de dos años. La variable por la cual presumiblemente se desequilibrará la política económica del Gobierno es la inflación, que genera una preocupación creciente en la población y que, por obra de los propios errores del Gobierno, seguramente se acentuará dramáticamente después de las elecciones.

Quizá algunos consideren que esta visión del futuro económico de nuestro país es demasiado “apocalíptica”. Si lo ven de ese modo, que actúen en consecuencia. Pero se trata de una mirada realista. No es culpa de quienes escribimos que el Gobierno, pese a las reiteradas advertencias que se le formulan, ignore los consejos de que no continúe emitiendo moneda para sostener artificialmente alto el tipo de cambio. Kirchner está empecinado en sostener un tipo de cambio artificialmente alto porque eso le permite estimular las exportaciones y generar “caja” para financiar sus políticas asistencialistas por medio de los fondos obtenidos a través de las retenciones. Eso puede durar un cierto tiempo, mientras dure el crédito político del Gobierno. Cuando la paciencia de los actores económicos se agota, la situación se torna insostenible. Si alguien tiene dudas, pregúntele a José Luis Machinea o a Domingo Cavallo qué les pasó cuando los financistas internacionales se negaron a seguir prestando dinero al estado argentino… © www.economiaparatodos.com.ar

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