En el lanzamiento de su campaña electoral, la señora Cristina Fernández de Kirchner acaba de insinuar que Duhalde es algo así como un mafioso. La primera conclusión que uno puede sacar de tal afirmación es que si alguien es un mafioso, y además es el capo mafia, maneja una organización mafiosa. Frente a semejante acusación es inevitable preguntarse: si Duhalde es un mafioso, ¿recién ahora se entera el matrimonio Kirchner? ¿Tan poca información tenían sobre Duhalde al momento de aceptar el apoyo de éste para las elecciones de 2003? ¿Tampoco advirtieron que si Duhalde es un mafioso tenía que manejar una organización mafiosa que los ayudara a ganar la provincia de Buenos Aires? ¿En ningún momento de la campaña advirtieron el comportamiento mafioso de las huestes duhaldistas?
La verdad es que si el matrimonio Kirchner lanza esta acusación recién ahora porque acaba de enterarse de semejante comportamiento del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, uno no puede menos que dudar de la capacidad de ambos, Cristina y Néstor, para poder gobernar el país. Y digo esto porque una organización mafiosa no es tan fácil de esconder. Por lo tanto, o al matrimonio Kirchner puede pasarle un elefante por delante de las narices y no lo ven, o lo vieron y se hicieron los distraídos porque les convenía asociarse a una organización mafiosa para ganar las elecciones. Y bueno es recordar que cuando uno se asocia con Al Capone, el que pone las reglas de juego es Al Capone. De manera que no entiendo el sentido de la denuncia o de la sorpresa. Es más, si -como dice la señora de Kirchner- Duhalde es un mafioso, y teniendo en cuenta la rapidez con que actúa Kirchner cuando alguien no le gusta, ¿por qué un capo mafia, siempre según la señora de Kirchner, es el representante argentino ante el MERCOSUR? ¿Cómo su marido, el presidente, deja que un cargo tan importante esté en manos de un capo mafia?
Pero mientras la señora Cristina Fernández insinúa que Duhalde es un mafioso, su marido, es decir el presidente, afirma que quieren complicarle la gobernabilidad. Y aquí viene un punto sobre el cual, si bien ya me referí en otras oportunidades, creo que es importante insistir.
En más de una oportunidad me argumentaron que el peronismo es el único que puede ofrecer gobernabilidad en la Argentina, lo que implica que cualquier otro partido político que gane las elecciones será incapaz de llegar al fin de su mandato. Por ejemplo, en las elecciones de 2003, cuando López Murphy trepaba en las encuestas, era muy común escuchar que si llegaba a ganar no iba a poder gobernar.
¿Es realmente el peronismo el único partido político que puede ofrecer gobernabilidad en la Argentina? Si el peronismo no está en el poder, ¿es la Argentina ingobernable? Francamente, yo pienso exactamente al revés. El país es ingobernable por causa del peronismo. Y aquí van mis argumentos.
Entre 1973 y marzo de 1976, el país fue gobernado por el peronismo. Sin embargo, en ese período, la Argentina cayó en una orgía de sangre y en una profunda crisis económica. Las fracciones de izquierda y fascista del peronismo se enfrentaron a los tiros y bombazos en esos años, y crearon un estado de anarquía política y económica. Por un lado, los terroristas de izquierda que militaban en el peronismo asesinaban, ponían bombas y secuestraban. Y, por otro lado, la Triple A, dirigida por López Rega, combatía el ala izquierda del peronismo, secuestrando y asesinando. Y en el medio del fuego cruzado entre ambos sectores del peronismo, estábamos todos los argentinos. El país se transformó en ingobernable a causa del peronismo.
En 1989, Duhalde fue compañero de fórmula de Menem. Los enfrentamientos entre los dos son famosos, al punto tal que, en las elecciones de 1999, el país terminó cayendo en las manos de una Alianza que era incapaz de conducir una bicicleta. Lo cierto es que a De la Rúa se lo llevó puesto un golpe de estado civil que, curiosamente, depositó en el gobierno a Rodríguez Saá. Un peronista.
Pero Rodríguez Saá, que no quería devaluar porque alguien le debe haber dicho que salir de la convertibilidad implicaba meterse en un lío fenomenal, salió corriendo de Chapadmalal hacia San Luis, desde donde renunció porque no iba a recibir el apoyo del peronismo mientras no devaluara. ¿Y quién fue nombrado presidente? Duhalde. El mismo al que la señora de Kirchner señala como capo mafia. A propósito, ¿cómo habrá votado la señora Cristina Fernández de Kirchner desde su puesto de senadora cuando hubo que decidir si Duhalde asumía como presidente en lugar del “renunciado” Rodríguez Saá?
El tema es que Duhalde llegó a la presidencia y, por esas cosas de la vida, tuvo que llamar antes a elecciones porque las muertes del Puente Pueyrredón lo asustaron. Así, el país convulsionado bajo otro gobierno peronista, llegó a las elecciones de 2003. Pero como Duhalde no quería que Menem volviera a ser presidente, buscó primero a Reutemann, luego a De la Sota y, finalmente, a Kirchner para que fuera su candidato. Así, el país volvió a sufrir el impacto de las peleas peronistas por el poder, que nos dejaron como saldo a un presidente que recibió sólo el 22% de los votos.
Pero, nuevamente, el país está siendo vapuleado por otra interna peronista. En esta oportunidad entre Kirchner y Duhalde. Así como Menem hizo lo imposible para que Duhalde no ganara las elecciones de 1999 y después Duhalde hizo lo imposible para que Menem no pudiera ser presidente en 2003, ahora Kirchner hace lo imposible para que Duhalde pierda las elecciones y el control de la provincia de Buenos Aires.
Frente a semejante historial, francamente no entiendo ese argumento de que el país es ingobernable sin el peronismo en el poder. Al contrario, lo que muestra la historia es que, por sus peleas por el poder, el país termina siendo ingobernable bajo el peronismo. Y cuando el peronismo no está en el poder, le hace la vida imposible al que gobierna.
En síntesis, mientras el país cae una y otra vez víctima de las peleas entre los peronistas, ahora venimos a descubrir que también tenemos problemas de mafias. De manera que podríamos afirmar que la Argentina es víctima de una especie de ingobernabilidad mafiosa. ¿Por qué ingobernabilidad mafiosa? Porque ser mafioso implica administrar un negocio, de ilícitos, pero un negocio al fin. Y como todo negocio requiere de una función de producción eficiente, la conclusión es que hasta los mafiosos tienen que ser eficientes.
¿Serán eficientes nuestros mafiosos? Por ahora no se nota. © www.economiaparatodos.com.ar |