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jueves 27 de septiembre de 2007

Titulares con anticipación

Aunque el Gobierno finja sorpresa ante la realidad y los hechos que son consecuencia de su gestión, es imposible desconocer la correlación entre determinadas políticas y sus resultados.

Hace exactamente una semana, el diario La Nación titulaba en tapa: “Preocupación en el gobierno por el ataque a un militar”. Se trataba de una crónica en donde se informaba sobre las consecuencias de un hecho ocurrido en Neuquén durante las marchas por el reclamo de reaparición de Jorge Julio López, en donde un grupo de manifestantes había enchastrado con pintura el auto y el frente de la casa de un militar en actividad como modo de causar daño a los que ellos creen se llevaron a López. Cuando el joven oficial salió a la puerta para enfrentar a quienes lo atacaban, lo molieron a golpes entre todos.

El texto del diario traslucía un elemento más, que, aparentemente, envolvía el sentimiento de los hombres del gobierno: la sorpresa. Según el relato, no se alcanzaba a entender por qué este oficial que nada había tenido que ver con los 70 (obviamente, pues no había nacido cuando la Argentina decidió matarse a sí misma) había sido atacado.

Pregunto, ¿me hablan en serio?, ¿realmente quieren hacerme creer que no comprenden las razones del odio instalado en la sociedad?, ¿es que debo colegir que no relacionan la actitud que han tenido estas personas con la constante siembra de resentimiento y discordia que se han ocupado de reavivar desde que llegaron al gobierno, cuando la sociedad iba camino de vivir en paz?

Resulta francamente asombroso que los funcionarios del gobierno no entiendan que los frutos son el resultado de las semillas que se plantan: se siembran semillas de odio, se recogen frutos de odio; se siembran semillas de violencia, se recogen frutos de violencia. ¿Cuál es la novedad?, ¿cuál es el motivo de la “sorpresiva preocupación?. La verdad es que ha sucedido bastante poco para el nivel de confrontación inútil que el gobierno se ha dedicado a inventar desde que asumió.

Como parece evidente que la administración kirchnerista ha desarrollado una híper habilidad para desentenderse de las consecuencias que genera con sus acciones y de los efectos que producen sus decisiones, podríamos intentar armar algunos titulares de diarios futuros que denoten la misma carga de asombro y preocupación y, por supuesto, la misma sorpresa ante lo “inexplicable”.

No sería extraño que algún diario de aquí a un tiempo titule: “Preocupación en el gobierno por el alto índice de homicidios”. Sorpresa total. Asombro de órdago. “¿De dónde ha salido este fenómeno?”, se preguntarán. “Con el sesgo de protección a la comunidad honrada que hemos adoptado siempre… francamente no entendemos de dónde salen éstos delincuentes que están matando a la gente…”

Otro título periodístico de anticipación que podríamos anotar sería: “Preocupación en el gobierno por la desaparición del superávit fiscal”. “¿Pero, cómo puede sucedernos esto?”, dirán con la consiguiente cara de póker. “No hacemos otra cosa que practicar la austeridad, la administración sana de recursos, la rendición puntillosa de las cuentas…¿cómo puede ser que el superávit ya no exista? No podemos entenderlo.”

En otro orden de ideas, algún diario podría decir en algunos meses: “Preocupación en el gobierno porque la fuerza reemplaza a la ley como medio para resolver controversias”. “Esto si que es incomprensible…¡Con la prédica de concordia y armonía que siempre hemos llevado adelante…! Realmente no entendemos de dónde ha salido tanta agresividad…”

Otra mañana podría sorprendernos el siguiente título: “Preocupación en el gobierno porque la Argentina no es tenida en cuenta en ningún foro internacional”. “¡Ah, esto sí que solo se explica por la confabulación imperialista de los opulentos…!, ¿nosotros aislados así, de esta manera…?, ¿nosotros, que hemos tendido puentes de unión con los países avanzados y desarrollados de la Tierra…?, ¿nosotros?… ¡Por favor!, ¡Esto ha sido armado contra la Argentina…!”

Quizás más temprano que tarde amanezcamos con esta noticia: “Preocupación en el gobierno por la salida de divisas, la erosión del salario y el alza del tipo de cambio”. “¡A no…! ¡Aquí todo el mundo parece haberse vuelto loco…! Tenemos una economía estable, la inflación está bajo control, el marco de seguridad jurídica es impecable, ¡y a la gente no le alcanza la plata y los que la tienen compran dólares y los sacan del país…! Esto sí que no tiene ni pies ni cabeza. Indudablemente se trata de la prédica incesante del neoliberalismo…”

¿Qué diferencia hay entre éstos titulares anticipatorios y el que publicó La Nación hace una semana? ¿Qué distingue la sorpresa inexplicable con que se manifestaban los hombres del gobierno frente al militar atacado en Neuquén, y la que podrían mostrar frente a éstos que, imaginariamente, hemos incluido aquí?

Al gobierno le convendría aceptar que las consecuencias de los actos propios son como el sol: siempre están, son inevitables. Sería muchísimo más útil que antes de seguir entrenando esa rarísima habilidad para preguntarse “¿y a mi por qué me miran?” se dedicara a enfrentar y resolver los enormes problemas que ha creado con su incompetencia, su falta de espíritu democrático, su sectarismo, su agresividad y su incomparable tendencia a mirar para otro lado. © www.economiaparatodos.com.ar

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