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miércoles 6 de marzo de 2013

Un dictador es un dictador, vivo o muerto

Uno no puede pasar por esta vida destruyendo los derechos humanos y las libertades individuales sin que nada pase.

 

 

Anoche escribí un tweet que decía: “Si Eva Braun hubiese sobrevivido a Hitler, ¿alguien le hubiese enviado sus condolencias?”. La reacción de varias personas fue inmediata. ¡Cómo comparaba a Chávez con Hitler! En rigor, yo no había hecho ninguna comparación, la gente sola comparó o supuso que yo estaba comparando. El subconsciente los llevó a reconocer que, si bien no fueron el mismo tipo de dictadores, ambos tuvieron comportamientos dictatoriales. Uno más brutales que otros, pero dictadores al fin.

Me parece que es de una profunda hipocresía descalificar a quienes señalamos la trayectoria dictatorial de Chávez, porque el venezolano haya muerto. Nadie propone festejar que se haya muerto o no tener respeto por sus familiares insultando al muerto, pero lo que no puede aceptarse es que alguien que persiguió a opositores, los encarceló, los mandó al exilio a los que se oponían a sus ideas, encarceló a una juez por no fallar cómo él quería y además la juez fue violada en la cárcel, acomodó la constitución a su propósito de perpetuarse en el poder, se paró en una plaza y, cuál dictador, decía “exprópiese”, sin respetar la propiedad privada, clausuró medios de comunicación opositores y una serie de atropellos interminable a los derechos individuales.

En vez de impulsar las instituciones se transformó en el líder al que todos tenían que adorar y seguir sin chistar. Creó policías secretas para perseguir a quienes pensaban diferente. En definitiva, hizo del atropello a los derechos humanos su forma de gobierno.

Alguien que cometió tantos atropellos haciendo una constitución a su medida de poder autocrático no deja de ser autocrático por que murió. Una cosa es respetar la muerte de una persona y otra muy diferente es olvidarse de su comportamiento autoritario solo por el hecho que murió.

No mostrar los atropellos que cometió es ser cómplice de esos atropellos. Además, uno no puede pasar por esta vida destruyendo los derechos humanos y las libertades individuales sin que nada pase. Lo que hacemos en vida es lo que nos marca como personas de bien o autoritarios. La muerte no elimina nuestros pecados en vida y no resaltarlos es mirar hacia el costado ante tanta gene que sufrió bajó su dictadura.

Por supuesto que para los “progres” hay dictaduras buenas y dictaduras malas y por eso se escandalizan cuando uno recuerda los atropellos que hizo Chávez en vida. Pero la cruda realidad es que alguien que tuvo comportamientos dictatoriales, sigue siendo un dictador, aunque haya muerto.