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jueves 7 de diciembre de 2006

Un futuro diferente para Alitalia

El gobierno de Italia decidió reducir su participación en el capital de la aerolínea de bandera italiana con el objetivo de inyectar dinero fresco que permita hacer frente a las cada vez mayores pérdidas de la compañía.

Así como algunos de los males (particularmente en el plano de los valores) que todavía hoy aquejan a la Argentina tienen relación con la influencia italiana en nuestro medio, la historia de Alitalia (la empresa aérea italiana de bandera que tiene infinidad de problemas que limitan sus posibilidades de supervivencia) recuerda, a cada paso, lo sucedido con la evolución de la anémica Aerolíneas Argentinas en su historia reciente: aviones y equipos que normalmente no están entre los más modernos del mercado, lamentable sobre-sindicalización, un grosero exceso de personal, problemas obvios de disciplina, un cúmulo, casi habitual, de faltas de respeto en el trato a sus clientes y un perfil en el cual lo comercial no es todo lo prioritario que debiera.

Respecto de Alitalia, no obstante, la débil administración izquierdista de Italia acaba de decidir un camino diferente: el de la privatización. Para sorpresa de muchos italianos y seguramente también de miles de empleados de la línea aérea itálica, que creían tener “asegurado” el futuro poco esforzado propio de los empleados públicos, sumado a los beneficios de los empleados de las líneas aéreas. Alitalia tiene empleados a 11.758 personas e indirectamente (a través de la empresa AZ que provee los servicios) a otras 8.420 personas.

Todavía hoy, el Estado italiano “controla” el 49,9% de su capital. La propuesta consiste en que esa participación disminuya a menos del 30%, en busca de ganar eficiencia en la administración.

De 185 aviones, con una antigüedad promedio de más de once años, tiene 156 dedicados a volar distancias cortas y medias y 29 capaces, en cambio, de cumplir servicios de larga distancia.

Las pérdidas se acumulan sobre la operación de la línea aérea itálica, a punto tal que, este año (después de una fuerte inyección de fondos de mil millones de euros realizada el año pasado por el Estado italiano), en los primeros nueve meses solamente perdió 173 millones de euros. En el mismo período, el año pasado, las pérdidas habían sido de 134 millones de euros. Todo un desastre económico al que algunos (allí como aquí) creen “tener derecho”. Y esto sin que nadie obligue a Alitalia a volar con tarifas que no cubren los costos (como la magia de la economía argentina logró en nuestro medio), recibiendo subsidios encubiertos. Las reglas de la Unión Europea no permiten que, en adelante, pueda haber más asistencia financiera con fondos públicos a la empresa aérea itálica, la que deberá entonces recurrir a capitalizarse como cualquiera, en las condiciones y con las operaciones propias de mercado. De allí la sabia (aunque forzada) decisión de privatizar aún más al capital de la empresa, que fue tomada luego de que se dieran por terminadas las recientes conversaciones que apuntaban a una fusión con la empresa francesa Air France (que ya absorbiera a KLM) y que fracasaron, seguramente, por una obvia “incompatibilidad de caracteres”. El mismo camino ha sido ya recorrido por la empresa ETI, el monopolio del tabaco que hasta no hace mucho perteneció también al estado italiano. Mientras tanto, las acciones de la empresa reflejan en el mercado la situación de incertidumbre en que se encuentra.

Por su parte, British Airways sigue apostando a la eficiencia, noción que incluye flexibilidad laboral; Air France aumenta sus rutas aéreas y Swiss (la sucesora de Swissair que, en su momento, quebró en el marco de la seriedad económica propia de los suizos que no conciben los “enjuagues” típicos de países como el nuestro) sigue operando, sin demasiado brillo, bajo el ala de la eficiente Lutfhansa. © www.economiaparatodos.com.ar

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