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viernes 18 de diciembre de 2015

Una insólita resistencia

Una insólita resistencia

“Los problemas no son un problema: hacerles frente es el problema” (Virginia Satir)

Causa gracia y bastante indignación la nueva “resistencia” reunida detrás de las banderas marchitas de un kirchnerismo batido en retirada, que se ha ido del poder llevándose hasta el agua de los inodoros públicos.

A ella se han sumado rápidamente algunos titulados “referentes”, que desfilan por distintos programas taquilleros de TV para confiarnos sus insustancialidades, tratando de “expandir” su mediocridad conceptual respecto de la primera semana del nuevo gobierno.

Nos preguntamos con curiosidad: ¿resistencia respecto de qué? ¿del infierno oscuro y retorcido donde cocinaron habitualmente sus proclamas de “transformación social” todos estos años?

De los vestigios residuales del kirchnerismo, solo ha quedado a la vista su absoluta futilidad, la que nos recordará quizá por muchos años el verdadero significado de una ideología que pretendieron inocularnos, basada en el odio, la soberbia, la ineficiencia y el absoluto desprecio por quienes no aceptamos sus delirios conceptuales.

Si desde la resistencia insisten en “abusar de la memoria”, como solía decir Ortega y Gasset, tarde o temprano deberán enfrentarse con hechos que seguramente los terminarán destruyendo: la evidencia de falsedades que serán ampliamente detalladas a medida que transcurra el tiempo.

Aunque pudiese parecer exagerado, nos preguntamos, como ocurrió con la opinión pública frente al Juicio de Nuremberg, ¿es legítimo juzgar y condenar a alguien para dar ejemplo a las nuevas generaciones por crímenes morales cometidos contra la sociedad?

Creemos que sí. Es lo que hace falta ahora para que ciertos “resistentes” -que aún gozan de la fragilidad temporal de sus ocultamientos-, paguen por sus latrocinios y el saqueo de las arcas del Estado, perpetrado por medio de una asociación cuasi mafiosa. Esperemos que el ingeniero Macri se decida a hacerlo en tiempo y forma.

Después de sucedidos los hechos que nos llevaron al fondo de un pozo, debería establecerse una moral “sanadora” para juzgar a los corruptos y llegar con las investigaciones “hasta el hueso”, porque las cosas no volverán a su cauce moral en la sociedad si no lo hacemos.

Para la mayoría de estos “resistentes”, ha tenido siempre un peso mayor la ideología que alimentó los resultados “torcidos” y viciados de impureza, con la que pretendieron forzarnos a todo evento, haciendo prevalecer la prepotencia sobre cualquier criterio de sana razón.

Por ellos y a pesar de ellos, pudimos reconocer finalmente que podíamos encontrar el camino para reencontrarnos con la salud democrática desaparecida y la actitud firme de millones de voluntades dijeron “basta” en las recientes elecciones. Una salud que resplandecerá seguramente en plenitud cuando el nuevo gobierno haga lo que tiene que hacer: una limpieza profunda con detergente y la ley en la mano. No existe otro camino.

Mientras tanto, de vuelta a casa, tendremos que recorrer cada rincón de la misma para hacer un recuento de los sobrevivientes.

Es casi seguro que nos repondremos del desastre que han dejado, como se repusieron quienes nos precedieron en el pasado de una historia rica en abismos y desilusiones. Cuando ello ocurra, los “resistentes” deberán lamerse sus heridas como puedan y llevárselas a la tumba, porque la voz de la conciencia no tiene confines a los que no pueda acceder.

Por el momento, solo se nos ocurre formularles la ya famosa advertencia del Rey Emérito Juan Carlos de Borbón al Comandante Chávez: ¿por qué no se callan?

carlosberro24@gmail.com