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sábado 28 de diciembre de 2013

¿Una sociedad inerme…?

¿Una sociedad inerme…?

“Inerme”, en su primera acepción, significa estar sin armas. A su vez, también en su primera acepción, “arma” significa instrumento, medio o máquina destinados a atacar o a defenderse.

Podríamos decir que quien está inerme, está desarmado, en otras palabras sin medios para defenderse de la agresión ni para atacar a los agresores.

En una sociedad, las armas de los ciudadanos, son los derechos y las garantías necesarias, sea para su ejercicio, sea para su defensa y el cumplimiento de sus obligaciones.

La primera defensa de la sociedad es su organización política, que en nuestro país es representativa, republicana y federal.

La división de poderes es quizás nuestra máxima garantía ya que implica los límites del ejercicio de las atribuciones de cada poder de la república ninguna de las cuales puede ser absoluta.

El art. 29 de la Constitución dispone que el Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional “facultades extraordinarias”, sabemos que las “facultades” son los medios jurídicos para concretar el ejercicio de la atribución y las facultades extraordinarias en el lenguaje constitucional implica la delegación de atribuciones que por esencia son indelegables. Por ello la constitución prohíbe la concesión de facultades extraordinarias, la suma del poder público y el otorgamiento de sumisiones o supremacías por las “…que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna…” tales actos son insanablemente nulos.

Sin embargo durante esta “década ganada” esta norma constitucional ha sido permanentemente vulnerada ya sea mediante las declaraciones consuetudinarias de emergencias, ya sea mediante la obediencia debida por parte del Congreso a toda iniciativa o capricho del poder ejecutivo sin ponderar si de ese modo se procura o lesiona el bien común, salvo alguna rara excepción como fue la imposibilidad de convertir en ley la famosa

Resolución 125 o la designación de un Procurador de la nación que no pudo acreditar un mínimo de idoneidad.

El régimen político ha tolerado lo que llamaría delegación tácita de facultades extraordinarias lo que constituye una hipocresía institucional en las que un presunto sentimiento de disciplina partidaria, se exhibe como una expresión legitima de funcionamiento democrático.

En verdad parecemos una República, pero no lo somos, la división de poderes no supera el valor simbólico de una caricatura de mal gusto; parecemos una sociedad gobernada por representantes que no nos representan ni como mayoría ni como minoría; parecemos un estado federal, pero cada provincia debe “sumirse” ante el Poder ejecutivo nacional, pese a la prohibición constitucional para tener acceso a recursos que le pertenecen y que se administran discrecionalmente.

Los servicios públicos han colapsado en su totalidad, transporte, energía, educación, salud, con una novedad hasta las fuerzas de seguridad se han sumergido en una grave crisis que reconoce innumerables causas, pero la esencial es la ausencia total de una política seria en materia de seguridad. El tolerante crecimiento a limites riesgosos del narcotráfico que a su vez potencia el desarrollo de la delincuencia con la dinámica propia de los círculos viciosos todo ello dentro de un marco desconocido de corrupción cuyo mayor exponente es la designación de funcionarios carentes de toda idoneidad y cuyo único mérito es “obedecer ciegamente” los caprichos del Poder Ejecutivo.

Sería la corrupción de la “idoneidad” que es el camino que lleva a la corrupción generalizada, parafraseando a Lord Acton.

La inflación se ha estacionado en un nivel del 30%, pero los precios en general se han incrementado en una mayor proporción al punto que un pocillo de café con una medialuna cuesta en promedio $ 25.00, a propósito del café en el lapso de 10 años su precio se incrementó en más del 1500% en la mayoría de los bares de Buenos aires.

Una vez más la Argentina se quedo sin dinero y soy de los que creen que la inflación al disminuir el poder adquisitivo del dinero impide hablar de crecimiento.

En este marco, que no es fruto de la ideología sino de la observación de lo que está ocurriendo, sorprende ver a una sociedad inerme que en vez de reclamar a los responsables de haber llevado al país a estos extremos reacciona o acciona contra sus propios miembros aumentando los perjuicios de este colapso generalizado al interrumpir no ya el funcionamiento de nuestro precario sistema de transporte sino la libre circulación de “todas y todos”.

Parecería que los argentinos no estuviéramos reclamando entre nosotros por no saber elegir a nuestros representantes

Toda conducta humana implica comunicación en ese sentido debe valorarse el silencio total de Kristina en situaciones críticas y trágicas para la gente, ese silencio tiene un profundo significado ya que necesariamente debe ser comparado con otras expresiones activas como fue el festejo por los 30 años de democracia con baile y jolgorio cuando más de diez personas morían por desordenes sociales y el propio estado parecía celebrar su probada ineficacia.

Los seres humanos tenemos una forma de comunicación que se materializa en actitudes que demuestran la calidad del vinculo que se pretende establecer, pues bien el tipo de vínculo que Kristina parece preferir, luce lejano, vacio y hasta hipócrita.

La argentina necesita una dirigencia que nos haga saber que los derechos de los demás determinan la limitación de nuestras acciones, es decir la naturaleza de nuestras obligaciones.

En ese momento dejaremos de ser una sociedad inerme.