domingo 11 de septiembre de 2011
Vicente López: cuando el vecino es el enemigo
El maltrato y la arbitrariedad imperan en la municipalidad de Vicente López al momento de renovar la licencia de conducir.
Cuando uno transita las calles de Vicente López, lugar en el que vivo hace algo más de 30 años, va a encontrarse con que el partido está lleno de carteles con la cara Enrique García, actual intendente que en octubre intentará renovar su mandato por novena vez o algo por el estilo. Debajo de su cara sonriente dice: Vicente López, una ciudad para vivir. Luego de tantos años de vivir en la zona y de padecer la burocracia y el destrozo urbano que están haciendo, me pregunto si Vicente López seguirá siendo una ciudad para vivir o para SUFRIR.
El tema de la construcción de grandes torres de edificios en una zona residencial de casas con jardines puede quedar para otra oportunidad, pero si vale la pena señalar que con la modificación del código de edificación, algunos han hecho grandes negocios a costa de destruir el concepto de zona residencial. Son una locura los edificios en torre en una zona en la que no hay suficientes calles para poder absorber el tránsito que inevitablemente se generará cuando la gente vaya a vivir a esos departamentos que están terminando.
Pero dejemos el tema de edificación para una próxima nota y vayamos al trato que los burócratas de Vicente López les dan a los vecinos. Mi mujer tuvo que renovar su registro de conducir un mes atrás. Tan malo fue el trato en la Dirección de Registros y Licencias de Conducir que mi mujer habló con la persona a cargo del registro y le preguntó si no entrenaban al personal para tratar correctamente al vecino y contribuyente.
Una semana atrás me tocó a mí el turno de ir a renovar el registro en el mismo lugar. Lo primero que uno descubre cuando entra es que palabras mágicas como buenos días, por favor, muchas gracias, etc. no existen en el vocabulario de un personal que se esfuerza por ser lo más antipático posible con el vecino.
Otra dato curioso es que entregan números y cuando a alguien se le ocurre que ya no quieren trabajar más se acaban los números y hay que volver otro día. Justamente el viernes pasado fui a retirar mi nuevo registro y a eso de las 12.00 hs. había un cartel en la mesa de entrada que decía: NO HAY MÁS NÚMEROS, cuándo supuestamente tienen que trabajar hasta las 14.00 hs. Es decir, dos horas antes de cerrar ya habían decidido que no atendían más gente y, por lo que pude ver, no había tanta gente como para que no siguieran atendiendo.
Pero la primera vez que fui a hacer el trámite, delante de mí había un señor que le dijo a una empleada de la recepción, que no se caracteriza justamente por derrochar simpatía: “vengo de parte de fulanita”. Enseguida le apareció una sonrisa a la empleada municipal y le entregó el número. Cuando llegó mi turno le dije que iba a renovar el registro. Sin mediar palabra me dio un número y me dijo, vaya primero al primer piso a pagar y después a la ventanilla 9. Se acabó la simpatía.
Mientras esperaba en la ventanilla 9, que en realidad no era una ventanilla sino el lugar donde alguien decide si uno ve bien o no para conducir, pasó una mujer y al más puro estilo Gasalla dijo: para atrás, dejen este lugar libre que tengo que pasar. El por favor, el disculpen o el gracias no impera en la dirección de registro de Vicente López. ¿Y por qué tendría que imperar si los vecinos somos unos seres molestos que vamos a renovar nuestra licencia de conducir a un costo de 150 pesos aproximadamente e inevitablemente tenemos caer allí si en nuestro DNI figura la dirección del partido de Vicente López?
Cuando llegó mi turno del examen de vista saludé y la empleada me dijo que pusiera la vista en el visor y leyera los números. Como tengo muy buena vista leí rápidamente la primera línea (números muy chicos por cierto) y cuando estaba empezando por la segunda veo aparecer de derecha a izquierda una tercera línea de números, que me parecieron más chicos que los de las otras dos líneas. La cuestión es que cuando me lanzaba a leer la segunda línea tuve que avisarle que había aparecido una tercera intercalada. Leí todo perfectamente al punto que la empleada me dijo un ¡muy bien!, un muy bien que con lo que ocurrió enseguida me parece que en realidad no le gustó demasiado que pudiera leer perfectamente los números.
En efecto, me estaba yendo cuando ya parado me pregunta: ¿qué número ve en este círculo? El círculo era un papel totalmente desgastado pegado sobre el escritorio compuesto por una serie de círculos más chicos de diferentes colores. Luego descubrí que es el test de Ishihara, un test delirante que le hice hacer a diferentes personas al mismo tiempo y unos veían un dos, otros un 5 otros hasta un 8, dependiendo de cómo se colocara uno delante del círculo. La cuestión es que le dije los números que veía en los círculos de arriba pero en ese no se distinguía. Cuando le pregunté qué número veía ella me dijo que no me lo podía decir, me pidió el papel y con cierta felicidad en la cara me informó que me renovaba el registro por 3 años en vez de 5. Quise explicarle que hace 34 años que manejo, que nunca choque, ni tengo una sola multa por pasar un semáforo en rojo y que tampoco atropellé a nadie en toda mi vida, algo que la municipalidad de Vicente López puede verificar perfectamente en mis antecedentes. Traté de explicarle que tengo registro de cuando duraba 10 años. Que no solo aprobé el examen la primera vez en la Ciudad de Buenos Aires, sino que una vez me habían robado los documentos y fui a pedir un duplicado en ese mismo registro de Vicente López, dónde no me reconocieron el anterior y tuve que volver a dar el examen. ¡Sí, examen de vista, teórico y de manejo! Pero la empleada no quiso escuchar nada y me mandó a otra ventanilla, luego a otra ventanilla a pagar otro sellado de no sé de qué cosa y de nuevo a esperar a que me tomaran los datos para el nuevo registro nacional que es un horror de calidad.
Teniendo en mi poder un certificado que unos meses atrás me envió la Municipalidad de Vicente López como contribuyente cumplidor sin ningún atraso en los pagos, pedí hablar con el secretario de gobierno de la Municipalidad para exigir un pedido de disculpas por el trato poco cortés y la arbitrariedad con que los empleados del registro de licencias deciden el plazo con que renuevan la licencia de conducir de los vecinos, pero nunca me atendió. Es decir, como vecino soy una especie de cero a la izquierda que solo sirve para pagar la tasa de ABL, que por cierto aumentó mucho más que el IPC que nos informa el INDEC, y no tengo derecho a reclamar nada.
Quise contarle al Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Vicente López que su policía de tránsito deja circular patrulleros que no pasarían la más mínima verificación técnica. Patrulleros tuertos adelante, atrás y sin que les funcionen las luces de stop, pero el hombre no me quiso atender o no le pasaron mi llamado como vecino que quiere reclamar.
En definitiva, en el Vicente López del intendente García, la burocracia municipal hace ostentación de su “poder” y tratan a los vecinos como al enemigo mientras García llena las calles del municipio con su cara sonriente diciendo: Una ciudad para vivir.
Seguramente más de un vecino de Vicente López habrá sufrido el rigor del poder de los burócratas del registro de licencias. Si están cansados de ser maltratados como ciudadanos y vecinos, pueden contar brevemente su experiencia a info@economiaparatodos.com.ar. Tal vez logremos que Enrique “Japonés” García convenza a sus empleados que el vecino es el que los mantiene y que la arbitrariedad no es una forma de gobierno que responda a la democracia. Más bien se asemeja al abuso de autoridad de otras épocas.