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jueves 18 de octubre de 2007

Conociendo el paño, el presidente de Taiwán se esmera con Nicaragua

Preocupado por seguir siendo tratado como Estado independiente y no como una provincia autónoma de China, Taiwán busca fortalecer lazos con las naciones que todavía reconocen su soberanía.

Para Taiwán, Centroamérica tiene una importancia geopolítica descomunal. ¿Por qué? Muy simple: porque buena parte de los países de esa particular región conforman el reducido grupo de pequeñas naciones que todavía reconoce la soberanía de Taiwán como Estado independiente y, por ende, mantiene con la isla de Formosa relaciones diplomáticas a nivel de embajadores.

Pero los tiempos cambian y, de pronto, Costa Rica (que, desde hace rato, ambiciona jugar un rol trascendente en el escenario internacional) acaba de cambiar de bando, lo que supone reconocer ahora a China y –respondiendo a una exigencia constante de ésta– mantener sólo relaciones comerciales con Taiwán que, en este caso, de ser considerado Estado independiente, pasa a ser concebido como una provincia más de China, aún autónoma. Pero sólo esto. Muy distinto.

Ante lo sucedido con Costa Rica (país líder en Centroamérica), Taiwán, obviamente temeroso de un posible “efecto contagio”, ha enfatizado su vinculación con sus aliados centroamericanos. Para ello, precisamente, el activo presidente de Taiwán, Chen Shui-bian, después de participar en la “VI Reunión de Estado y de Gobierno entre las Países del Istmo Centroamericano y la República Dominicana”, en el Club Campestre Bosques de Zambrano, en Honduras, realizó visitas de Estado a El Salvador y a Nicaragua, dos naciones centroamericanas que hoy están en situaciones políticas ciertamente muy distintas. La primera atraviesa un momento ordenado. La segunda, en cambio, aparece inmersa en el clásico vértigo “bolivariano”, provocado por los resentimientos, ansiedades y hasta tempestades que suele sembrar Hugo Chávez ayudado por su destemplada lengua y, mucho más, por sus petrodólares.

Por lo antedicho, nos detendremos solamente en algunos resultados de la visita de Chen a Nicaragua, que son –cuanto menos– extraños por el contenido de las afirmaciones realizadas por Daniel Ortega, el actual presidente nicaragüense y un verdadero camaleón político, como se verá.

Luego de aterrizar en el aeropuerto internacional Augusto C. Sandino, Chen fue llevado hasta Matagalpa en un automóvil conducido personalmente por Daniel Ortega, a quien acompañaba la primera dama (una mujer “fuerte” en la administración de Ortega), Rosario Murillo Zambrano. En el aeropuerto, con honores militares, estuvieron todos: el vicepresidente, Jaime Morales Carazo; el comandante en jefe del Ejército, Moisés Omar Hallesleven Acevedo; y los ministros del gabinete.

Chen, que –cuidadoso– ya estuvo cuatro veces en Nicaragua, dos de las cuales con Daniel Ortega a la cabeza de esta nación, se refirió al actual presidente como “mi hermano, mi mejor amigo, el comandante Daniel”. Lo que suena a zalamero, y hasta exagerado.

En Matagalpa, Chen distribuyó termómetros y radios (antes eran espejitos y vidrios de colores a cambio de metales preciosos) y algunas donaciones a unas 650 mujeres, que consistieron en bonos para comprar vacas, gallinas, cerdos y materiales para la construcción de corrales. Lo que ahora algunos llaman, más o menos pomposamente, “microempresas”. Además, hizo una donación para el nosocomio Manolo Morales. Y se entrevistó con los empresarios de su país que han invertido ya en una zona franca industrial, ubicada al este de Managua.

Durante la clásica conferencia de prensa conjunta de ambos mandatarios, el presidente Chen –siempre en la línea de las exageraciones– describió políticamente a su colega como un “luchador por la democracia”, evidentemente torciendo –en extremo– la verdad que fluye de la trayectoria del nicaragüense.

Es posible que las exageraciones de Chen hayan sido provocadas por las enormes dudas que puede estarle causando Daniel Ortega respecto del rumbo de las relaciones bilaterales. Si de hacer predicciones se trata, me animo a anticipar que la traición de Ortega flota en el aire y que, pronto, como Costa Rica, Nicaragua cambiará de bando y reconocerá a China.

Dios quiera que me equivoque, por Chen. Pero, conociendo el paño, el futuro luce diferente. Mucho más aún si se tiene en cuenta que bastaría una simple sugerencia (en realidad, una “instrucción”) de Hugo Chávez Frías para que la actual relación de Taiwán con Nicaragua quede –rápida y absolutamente– extraviada en la neblina del pasado.

Salvo, claro está, que Ortega (como ocurrió en el pasado) encuentre alguna razón para que las cosas en la relación bilateral se mantengan como están, esto es, sin cambios abruptos.

Veremos, lector. Sin embargo, no soy optimista respecto de los vientos que, desde el Pacífico, soplan en Nicaragua. Porque tienen demasiado olor a petrodólares, tufillo de color verde que puede ser perturbador. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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