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sábado 8 de junio de 2013

Crónicas de K: Iran

Crónicas de K: Iran

Un judío ha mercadeado la memoria de decenas de víctimas judías con los verdugos que las mataron

Por supuesto, el acuerdo del Gobierno de K con Irán aparece en todas las conversaciones. Ha sido una conmoción para la comunidad judía del país y una vergüenza para una gran mayoría que, sin ser judíos, están igualmente horrorizados. Marcelo Longobardi, exitoso periodista de mirada brillante, me comenta que quizá sólo ha sido un caso de mediocridad severa de un régimen que no da para más y comete errores de bulto. Es cierto que, como dijo Luther King, nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera, pero incluso aunque fuera el más inconsistente de los gobiernos, sería capaz de saber la maldad intrínseca de este inmoral acuerdo.

 

Los hechos son brutales: Argentina sufrió dos atentados islamistas con decenas de víctimas, cuya logística y financiación, según el ingente trabajo del fiscal Alberto Nisman, fue a cargo de miembros de los Guardianes de la Revolución iraní. Durante el tiempo de Néstor K. pareció que Argentina abrazaba la causa de las víctimas, luchaba contra los elementos para conseguir la detención de los culpables, gritaba desde la ONU la voluntad de justicia argentina, y el país estaba en el lado decente del mundo. Tuve la oportunidad de ser, en esa época, la oradora del aniversario de Amia y, delante de ambos K., felicité al Gobierno por su valentía. Pero todo aquello, que parecía tan sólido, es hoy la crónica de una traición.

 

Donde dijeron justicia, ahora hay un acuerdo de cooperación con Irán para que sean ellos los que investiguen los atentados, en una esperpéntica pirueta de ceder al asesino la justicia sobre su víctima. Pedir que Irán investigue Amia sería lo mismo que pedir que Hitler hubiera investigado los crímenes de los campos de exterminio, una cruel broma del demonio. Y para añadir indecencia al acuerdo, quien lo pacta y lo firma es un conocido judío argentino, el canciller Timerman, cuyo padre se salvó de la dictadura de Videla gracias a la intervención israelí. No es nuevo en la historia que para acometer un acto de una profunda indecencia contra un pueblo se use al colaboracionista de turno, porque de interesados y traidores a los propios está la historia llena. Y es así como en la Argentina de K un judío ha mercadeado la memoria de decenas de víctimas judías con los verdugos que las asesinaron, convirtiendo a una dictadura teocrática en el interlocutor válido de una democracia.

 

Es una maldad completa, un escupitajo en la memoria de los muertos. Y aunque serían muchos los motivos que determinan el lento proceso de degradación política y moral del régimen de K, este es el síntoma más brutal y más inequívoco. Los tiranos de Irán, de la mano de la democracia argentina, con la memoria de los muertos pisoteados y con un escribiente judío para rubricar la firma. Es difícil imaginar más ignominia, aunque en el reino de K la imaginación siempre se supera a sí misma.

Fuente: http://www.pilarrahola.com/