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jueves 14 de diciembre de 2006

Irán y Venezuela “se imponen” al resto del mundo

El sello totalitario que los gobiernos venezolano e iraní imprimen a sus políticas comienza a ser imitado en otros países, como Rusia.

Cuando una sociedad ingresa en el siempre oscuro camino del totalitarismo, el rumbo que así adquiere lo condiciona todo. Hasta el mismo lenguaje y las conductas sociales más simples. Para tratar así de sugerir que existe en su seno una imagen social unificada, que pretende que los demás, simplemente, no existen.

Recordemos que el concepto de “stato totalitario” fue creación de Benito Mussolini (el “Duce”), quien utilizó esa expresión para describir con ella al “fascismo”. Su antítesis es, precisamente, la noción de democracia pluralista.

Después de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, desde la ciencia política se comenzó a utilizar activamente la palabra “totalitario” para referirse tanto al “fascismo” como a la dictadura comunista, cuyos paradigmas fueron entonces la Alemania nazi y la Rusia estalinista.

Ambas concepciones totalitarias reclamaron para sí -como lo hace hoy Hugo Chávez (quien, curiosamente, tiene algunos de los perfiles personales lindantes con lo ridículo que caracterizaron, en su momento, a Benito Mussolini)– una identidad política “pseudo-religiosa” que, con sus “credos”, pretendieron ser agentes históricos de cambio, capaces de transformar a las sociedades, a lo largo y ancho del mundo.

Sus principales postulados, que Hugo Chávez pretende resucitar como novedosos, son: (i) un partido único, con un liderazgo centralizado; (ii) el sometimiento completo de todas las instituciones y poderes del Estado al liderazgo centralizado; (iii) el control de todos los rincones de la economía por parte del Estado; (iv) un férreo monopolio estatal de la información y de la educación; (v) la condena a la oposición, cuyos líderes se definen como “enemigos del pueblo”; y (vi) la obediencia de todos al régimen, impuesta desde el uso de la intimidación como constante.

Por esto no es –para nada– extraño que la patológica Venezuela de hoy, bajo la influencia del resentido dictador Hugo Chávez, pretenda que los árboles de Navidad, en especial, y las tradiciones navideñas, en general, son tan sólo una fea “imposición del capitalismo”, esto es de una sociedad decadente. Y que, por eso, no hay que usarlos.

Algo parecido nos llega desde Irán, al mismo tiempo. El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad (el gran aliado estratégico de don Hugo Chávez), acaba de ordenar a su Ministerio de Educación que modifique o adapte las palabras del farsi que sean necesarias para reemplazar todos los vocablos extranjeros, sin excepción.

Aunque ellas tengan un extendido uso cotidiano, como la simpática palabra “pizza”, alimento que de ahora en más será conocido (en Irán) como “pan elástico”. Habrá que pedir “pan elástico de jamón y queso”. Suena feo.

Para asegurarse que lo que se ordena efectivamente se cumpla, un decreto iraní especial obliga expresamente a todos los organismos públicos, medios de comunicación masiva y agencias de noticias o publicidad de Irán a que solo utilicen palabras en farsi.

En apenas siete días, unas dos mil palabras provenientes de idiomas extranjeros que eran de uso habitual y corriente fueron rápidamente “traducidas” al farsi.

La prioridad en el reemplazo la tienen –obviamente– aquellos vocablos que provienen de Occidente. Las palabras árabes, en cambio, como por ejemplo nada menos que el vocablo “Corán”, pueden no tener que ser necesariamente traducidas al farsi. Después de todo, el árabe no es un idioma imperialista, pese a que las guerras sectarias están a la orden del día.

Así “chatear” será, en más, “conversar brevemente”. Y “cabina”, “habitación pequeña”. Cabe preguntarse cómo se dirá WC. O “bolivariano”.

Para no quedarse atrás en la adopción de esta rígida modalidad, los rusos estudian sancionar una ley en función de la cual si un funcionario público maneja públicamente cifras en dólares será multado por ello (en moneda local, gracias a Dios). © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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