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lunes 18 de diciembre de 2006

¿Hará Kirchner la “gran Lavagna”?

La posibilidad de que Néstor Kirchner decida renunciar a un nuevo mandato podría deberse a que, en su fuero interno, el presidente sea consciente de todos los problemas que ha venido acumulando durante su gestión.

Cuando terminaba su gestión como ministro de Economía de Duhalde y comenzaba con Kirchner, Roberto Lavagna sostenía que no quedaban problemas pendientes para resolver. Afirmaba que sólo había cuestiones menores que había que encarar en su momento. Para Lavagna, “la casa estaba en orden” y el camino, totalmente despejado.

Viendo la gestión de Néstor Kirchner desde que asumió, todo parece indicar que el presidente “compró” el argumento de su ex ministro de Economía, porque a lo largo de todo este tiempo no sólo no ha resuelto los problemas, sino que los ha profundizado. Ni siquiera el tema del default fue solucionado, porque a pesar de haber hecho una de las quitas más grandes de la historia, hoy el stock de deuda pública, si se incluye a los que no entraron en el canje, supera el stock de deuda que teníamos en diciembre de 2001 cuando el inefable Adolfo Rodríguez Saá decidió entrar en default y recibió el caluroso aplauso de la mayoría de los diputados y senadores de aquél momento.

Para colmo de males, el 42% del stock de deuda pública está en pesos ajustables por CER, lo que significa que el día que haya que reacomodar los precios relativos porque los artilugios de Guillermo Moreno no funcionen más y el Índice de Precios al Consumidor (IPC) pegue un salto, esa deuda va a ser impagable. Mientras tanto, mucha gente sigue festejando en la cubierta del Titanic.

Kirchner tampoco ha podido solucionar el problema de la inseguridad, ni el de la salud, ni el de la educación, ni el de la falta de calidad de las instituciones. Durante todos estos años, se entretuvo revolviendo el pasado y pateando los problemas económicos para adelante. Pero su táctica de esquivarle el bulto a los problemas de fondo y dedicarse a pelear con cuantas personas y países uno pueda imaginar, empieza a tener serias grietas. Me refiero al tema energético y al problema inflacionario.

A pesar de la insistencia del Gobierno en afirmar que no tenemos un problema de energía, uno puede escuchar algunas publicidades radiales pidiendo que se ahorre energía eléctrica. ¿Para qué hacer este tipo de publicidad si no hay problemas de energía? En los hechos, tres días seguidos de calor generaron cortes de luz y pedidos a las empresas para que suspendieran sus líneas de producción. No hace falta abundar en argumentos para darse cuenta de que un país que depende del clima para no tener problemas de energía es un país que carece de políticas públicas de largo plazo. Si el normal suministro de energía depende de si hace frío o calor, o de si llueve o deja de llover, es porque la imprevisión del los gobernantes ha conducido al país a una crisis energética que ya no es un pronóstico, sino una realidad.

En materia de inflación, la batería de controles de precios, prohibiciones de exportación, retenciones, precios sugeridos, controles de costos y utilidades, sanciones sólo han conseguido reducirla del 12,3% anual al 10,5%. Menos de dos puntos porcentuales al año, con el enorme costo que estas medidas tienen en materia de inversión y de distorsión de precios relativos.

Dos problemas claves aparecen, entonces, en el horizonte económico, que pueden complicar políticamente a Kirchner en 2007. Uno el de la crisis energética y el otro el de la inflación reprimida.

Por el lado fiscal, el Gobierno también está dejando una hipoteca que va a resultar bastante complicado de resolver en el futuro. En efecto, hoy el 18% del total de la recaudación impositiva proviene del impuesto al cheque y de los derechos de exportación, dos tributos altamente distorsivos. El problema es que el descomunal aumento del gasto público de los últimos tres años deja poco margen para poder corregir rápidamente este problema. Si el Gobierno hubiese tenido disciplina por el lado del gasto, en estos tres años podría haber ido bajando estos dos impuestos para otorgarle más competitividad a la economía.

Fernando De la Rúa tuvo una crisis descomunal porque creyó que podía sustituir las reformas estructurales con el blindaje y el megacanje. Kirchner está cometiendo el mismo error: cree que puede sustituir las reformas estructurales con un tipo de cambio sostenido artificialmente alto mediante una política monetaria fuertemente expansiva. Además, Kirchner optó por financiar la distorsión de precios relativos a través del consumo de capital. El ejemplo más claro al respecto es que el retraso en las tarifas de la energía se ha estado financiando con el consumo de las inversiones realizadas en los 90. El problema es que ya se ha llegado al límite y los cortes de luz, como decía antes, ya no son una probabilidad, sino una realidad. Queda poco stock de capital para seguir financiando la fiesta de la energía barata.

Si el presidente es consciente de todos los problemas que ha venido acumulando hasta ahora, no me extrañaría que haga la “gran Lavagna”, es decir, que abandone el barco antes de que se hunda.

Lavagna vio venir el problema inflacionario y un año atrás hizo lo imposible para que le pidieran la renuncia. Por eso no me extrañaría que, en 2007, el presidente imite a su ex ministro de Economía y decida subirse al bote salvavidas, dejándole la bomba con la mecha encendida a su esposa u otro kirchnerista. © www.economiaparatodos.com.ar

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