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jueves 24 de julio de 2008

Kirchner y sus contradicciones

El cuestionamiento del liderazgo del ex presidente sobre el peronismo es la consecuencia política más significativa del rechazo parlamentario de las retenciones móviles.

El fracaso del proyecto de aplicación de las retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias no traerá aparejados cambios significativos en el escenario político. El kirchnerismo seguirá ocupando el centro de la escena y retendrá la iniciativa. Las fuerzas de oposición no han tenido una participación significativa y mucho menos decisiva en el desarrollo del conflicto entre el gobierno y los ruralistas y, por lo tanto, no han extraído de este episodio rédito sustancial alguno. La novedad radica en que el liderazgo del Néstor Kirchner sobre el peronismo ha quedado en entredicho. Aunque formalmente el santacruceño sigue siendo el líder del justicialismo, muchos dirigentes peronistas ponen en duda la conveniencia de extender excesivamente su crédito. Conviene, en este sentido, no engañarse en cuanto a que inclusive muchos gobernadores, intendentes y legisladores que acompañaron la posición del gobierno en su controversia con los productores agropecuarios no lo hicieron por convicción sino por razones de otras índoles que no viene al caso detallar.

Este hecho, la puesta en cuestión del liderazgo de Kirchner sobre el peronismo, es la consecuencia política más significativa de este resonante episodio. Es necesario aclarar que esto no significa que Kichner haya dejado de tener gravitación sobre el universo peronista pero sí que muchos que antes estaban firmemente encolumnados detrás del marido de la Presidenta ahora están abiertos a escuchar otras alternativas y los que antes no tenían espacio porque estaban distanciados de Kirchner, ahora tienen la oportunidad de hacerse oír. Sin embargo, no conviene sobredimensionar la significación de este fenómeno porque los adversarios internos del kirchnerismo están muy lejos de haber constituido una alternativa a la que quepa visualizar como viable. Han logrado, eso sí, abrirse un espacio y Kirchner, que antes podía ignorarlos, de ahora en más está obligado a prestarles atención.

Cabe suponer que una de las consecuencias de este conflicto será que, en adelante, el Congreso tendrá una mayor influencia en la vida política del país. También, posiblemente, los gobernadores se harán oír. Para un personaje como Kirchner, que no admite opiniones disonantes, la situación será difícil de sobrellevar pero no tiene alternativas. La magnitud del conflicto provocado por el estilo personalista del ex presidente no deja margen para que continúen este tipo de prácticas, las que eran tan habituales hasta hace algunos meses. Es por eso que cabe imaginar que Néstor Kirchner tendrá poca presencia personal en público al menos durante algunos meses y que el protagonismo visible quedará a cargo de su esposa, quien devotamente continuará ejecutando las indicaciones que su marido le vaya impartiendo. Esto le permitirá al kirchnerismo recomponer su imagen y replantear su estrategia para adecuarla a las nuevas circunstancias.

La duda que surge es si el gobierno logrará reacomodarse al nuevo escenario. Los antecedentes señalan que le resultará difícil pero tampoco hay que imaginar que el kirchnerismo no podrá redefinir su perfil político. Néstor Kichner es un político experimentado y sabe cuáles son las reglas del juego. Por lo tanto, es lógico imaginar que sabrá adecuarse a las nuevas circunstancias. Desde ya que no modificará el sentido esencial de su política, la cual seguirá orientada, como ya lo han expresado reiteradamente muchos dirigentes kirchneristas, a promover la redistribución de la riqueza.

La otra cuestión que se plantea es que, probablemente, la situación económica experimente un creciente deterioro de aquí en más. Como la orientación que es necesario darle a la política económica para reencauzarla es opuesta a la que conviene a los objetivos políticos del gobierno, se plantea en este punto un problema sumamente difícil de resolver. Economía tambaleante y cuestionamientos internos en el propio peronismo configuran un cóctel explosivo para que lo maneje el kirchnerismo. Los adversarios internos del gobierno no le van a perdonar que la situación económica se deteriore pero para que la economía se encarrile hay que resignar la fantasía de redistribuir la riqueza. Esta contradicción le plantea un problema sin solución al gobierno. Hay que entender que, cuando Kirchner afirma que la redistribución de la riqueza es un contenido central de su gobierno, está diciendo la verdad. Kirchner piensa así y es consecuente con la posición política que tuvo a lo largo de toda su vida, desde sus inicios en la década del ’70 cuando coqueteaba con los montoneros. Kirchner nunca ha sido ideológicamente hipócrita ni ambiguo.

Por supuesto que quienes comprendemos los fundamentos básicos de la economía sabemos que el proyecto político del gobierno es impracticable. Los kirchneristas no lo entienden así y por eso están inmersos en una pendiente declinante, cuya primer y estruendosa manifestación fue el fracaso en su propósito de imponer las retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias. En los próximos meses cabe esperar que intenten recomponer el rumbo y es posible que obtengan algún éxito pasajero, ayudados, paradójicamente, por el hecho de que están en una posición política débil, lo que los obligará a resignar sus convicciones más profundas. Pero cuando haya pasado este primer momento de derrota, seguramente insistirán con sus iniciativas alocadas y, entonces sí, quedarán expuestos al riesgo del desmoronamiento definitivo, al cual sucederá alguna otra de las infinitas versiones que puede ofrecer el siempre camaleónico peronismo. © www.economiaparatodos.com.ar

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