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lunes 24 de marzo de 2014

¿Paradojas del ajuste o restricciones a las utopías?

¿Paradojas del ajuste o restricciones a las utopías?

¿Es la oposición inconsciente de los límites a las utopías o no está siendo honesta con el electorado?

En una reciente nota en La Nación, Claudio Lozano ofrece un interesante análisis sobre el ajuste económico que el modelo Kirchnerista impone a la economía del país. La nota es interesante no sólo por el análisis que Lozano ofrece, sino por que bien podría de confusiones en el arco opositor que hacen dudar que la oposición esté a la altura de solucionar los problemas económicos generados por el Kirchnerismo. Coincido bastante con el análisis de que del “ajuste K” se debe (en gran parte) a la escases de divisas. Creo que la nota merece tres comentarios, de menos a más relevante.

En primer lugar, no creo que el motivo principal de la suba de tasas y devaluación de principios de año sea para “recomponer la renta en dólares de los principales actores económicos” ni para “garantizar el saldo comercial necesario para afrontar los compromisos de deuda […] [y] que el aumento de tasas busque ajustar el nivel de actividad y reducir el volumen de las importaciones.” No pongo en duda estos efectos, pero no creo que esta haya sido la racionalidad del gobierno. La devaluación parece responder más a la creciente brecha del dólar blue y poner un improvisado freno a la compra de dólares, no sólo para importaciones sino para atesoramiento. No es que el tipo de cambio oficial se encontraba en su valor de equilibrio y el gobierno decidió devaluar, sino que el tipo de cambio oficial se encontraba fuera de equilibrio y el gobierno no tuvo otra opción más que devaluar. La devaluación en sí no era opción, lo que era opción era el cuándo y el cómo. El tipo de cambio oficial venía de hecho viendo devaluaciones diarias. La suba de tasas, por otro lado, más que buscar enfriar la economía busca frenar la compra de dólares ofreciendo un rendimiento mayor al del tipo de cambio de modo similar al del Plan Primavera. Se produce la expectativa de poder comprar más dólares a futuro dado que el BCRA ofrece una tasa de interés mayor a la tasa de devaluación. Dado que las ganancias no se devengan de manera indeterminada, y que la confianza en el peso está lejos de ser subsanada, claramente esta es más un peligroso parche que una solución de fondo.

Hay, sin embargo, una interpretación que podría ser similar a la de Lozano. Con devaluaciones diarias, los importadores adelantan compras del exterior y los exportadores postergan ventas, afectando negativamente las reservas del BCRA. Al devaluar y mantener el tipo de cambio estable, como lo ha hecho el BCRA en las últimas semanas, entonces ya no hay incentivos para postergar exportaciones ni adelantar importaciones por lo que se percibe una mejora (en el corto plazo) en la evolución de las reservas del BCRA.

En segundo lugar, Lozano sostiene que “el ajuste [es] una estrategia de la comunidad de negocios.” Esta es, a mi entender, una frase desafortunada por dos motivos. El primer motivo porque este tipo de expresiones dan a entender que el ajuste es una decisión, cuando en realidad es un hecho inevitable. El “ajuste” no es una opción, el cómo ajustar es lo que los políticos deben decidir. Una muy elevada inflación desde el 2007, cepo cambiario, cierre virtual de las importaciones, una presión fiscal (gobierno consolidado más impuesto inflacionario) que supera el 40% del PBI, una infraestructura deteriorada, etcétera, no es otra cosa que ajuste económico. A los que gustan de utilizar expresiones impactantes, ¿no es esto acaso un “ajuste feroz y desalmado”? Lo que el gobierno ha hecho en estos últimos años es imponer el ajuste a la sociedad. Que ahora se suban las tasas de interés, se devalúe y se intente subir las tarifas de servicios públicos no debe interpretarse como el inicio del ajuste, sino que debe interpretarse como la continuación del ajuste. Dado que no se toman medidas para corregir los desequilibrios del modelo K, el ajuste continua su camino. El ajuste, por lo tanto, no es una opción, es un hecho. Mejor entonces que el mismo sea consistente (o completo, como dice Lozano.) No hay tal cosa como oponerse al ajuste, sólo es posible oponerse a cómo se está administrando el ajuste. Este es un diagnóstico distinto al que la nota da a entender. Los errores de diagnóstico no hacen desparecer los problemas.

El segundo motivo es sugerir que estas son decisiones de la “comunidad de negocios.” Dudo que haya grandes sectores de la “comunidad de negocios” agradecidos de la alta inflación, del cepo cambiario, de las restricciones a las importaciones, de tasas de interés elevadas, etcétera. La demanda laboral se encuentra por debajo del mínimo de la crisis del 2002. Argentina no recibe inversiones en un contexto de economía mundial con exceso de dólares. No me queda claro a qué comunidad de negocios es que Lozano se refiere. Ciertamente es inapropiado hablar de “comunidad de negocios” para referirse específicamente a ese puñado de empresarios amigos del poder, que es algo muy distinto a la comunidad de negocios que hace crecer y desarrollarse a un país. Pero esta frase también denota lo profundo que se encuentran en la sociedad argentina esas ideas con cierto corte marxista de lucha de clases o sectores. La “comunidad de negocios” versus el “estado” o versus los “trabajadores.” Mientras sigamos creyendo que el mercado es un proceso de lucha de clases o grupos, en lugar de un sistema de cooperación social donde hay beneficios para todos, seguiremos viendo en la solución la causa de los problemas económicos. Ninguna clase social tiene el poder de ignorar las leyes de la economía. Es cuando el estado abusa del monopolio de la fuerza para beneficiar a unos a expensas de otros, en lugar de velar por la igualdad ante la ley, que se perciben problemas sectoriales. El problema no es, entonces, la comunidad de negocios, es el estado que no cumple su rol de administrar el imperio de la ley.

En tercer lugar, la nota culmina afirmando que la “Argentina no necesita ‘perfeccionar el ajuste’, sino trabajar en un acuerdo político que siente las bases para una salida popular y democrática de la crisis.” ¿Es la vaguedad de esta frase representativo de la oposición? ¿Qué quiere decir una salida “popular y democrática”? ¿No es así, acaso, como se autodefinen el Kirchnerismo y el gobierno de Maduro en Venezuela? En economía se suele decir que el rol del análisis económico es poner límites a las utopías de los políticos. Esta frase de cierre, en lo personal, me suena a una utopía abstracta que ignorar las restricciones de las leyes económicas. El desequilibrio fiscal es grave a inocultable. Con una presión fiscal entre las más elevadas del mundo, reducir el déficit fiscal con aumentos impositivos no es una opción viable. Es inevitable, por lo tanto, reducir el gasto público. No existe acuerdo democrático y social que pueda obviar este problema. El desafío al cual la oposición aún no ha ofrecido respuesta es justamente como administrar el inevitable ajuste que el Kirchnerismo está dejando hacia delante. Creer que un acuerdo popular y democrático, sea lo que sea que esto signifique, va a resolver el problema del ajuste es una utopía. Las buenas intenciones no son substitutos de soluciones económicas.

Mientras la oposición de encuentre incapaz o desinteresada en presentar un plan económico sostenible a largo plazo el futuro del país seguirá siendo incierto. Lozano y el resto de la oposición bien pueden ganar elecciones hablando de acuerdos populares y democráticos, pero no van a poder evitar el ajuste heredado del modelo K. ¿Es la oposición inconsciente de los límites a las utopías o no está siendo honesta con el electorado? Lo primero levanta dudas sobre la capacidad para administrar la herencia kirchnerista. Lo segundo levanta dudas sobre la diferencia de fondo con el Kirchnerismo.

Nicolás Cachanosky / Assistant Professor of Economics / Metropolitan State University of Denver

Blog: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com

Twitter: @n_cachanosky