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lunes 23 de junio de 2008

¿Qué inventarán para zafar del desprestigio?

Los Kirchner enfrentan serios problemas económicos y un creciente rechazo de la población a su modo de gobernar.

Durante los 5 años de mandato de Néstor Kirchner, había quedado en evidencia que el entonces presidente no toleraba la más mínima disidencia. Cualquiera que presentara una posición diferente era vilipendiado desde el atril o escrachado por los piqueteros (los mismos escraches que hoy el Jefe de Gabinete define como nazis cuando les toca a ellos). En definitiva, se sabía que Kirchner tenía tendencias autoritarias y el temor invadía a la mayoría de la gente.

Cuando Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones, algunos periodistas se esforzaron por tratar de mostrar que comenzaba una nueva era de diálogo y un cambio de política que nos incorporaría al mundo. El esfuerzo fue en vano porque a poco de asumir pudo advertirse que la esposa del ex presidente tenía las mismas actitudes autoritarias que su marido. Tanto es así que en varias oportunidades resaltó que ella tenía el 46% de los votos, como si disponer de una mayoría circunstancial le permitiera avasallar las instituciones republicanas o disponer de la propiedad y de los ingresos de la gente a su antojo cual monarca autocrático.

¿Cuál es la novedad que tenemos luego de 5 años de kirchnerismo? A mi juicio, hay dos datos relevantes. En primer lugar, ocurrió algo inédito: un sector, el agropecuario, se plantó ante las decisiones del oficialismo y se puso firme en el disenso. El “método Moreno” dejó de funcionar. Esto no entraba en los cálculos del kirchnerismo y la reacción no se hizo esperar. Había que poner de rodillas a aquellos que opinaban diferente, adoptando actitudes que fueron deteriorando cada vez más la imagen del matrimonio.

El segundo hecho que los sorprendió –y que fue el peor de todos, al menos hasta ahora– fue el apoyo que la inmensa mayoría de la población le dio al campo, junto con los cacerolazos que se extendieron a lo largo y ancho del país. Ellos saben que ese gigantesco acto de repudio al matrimonio presidencial no tiene que ver sólo con las retenciones, sino que también refleja los estragos que están haciendo la inflación y el comportamiento soberbio con que se siguen manejando tanto Néstor como Cristina.

La brutal caída en la imagen presidencial que reflejan las últimas encuestas los debe tener muy preocupados. Sin embargo, lo que más les debe preocupar es el aumento de la imagen negativa. ¿Por qué? Porque un político puede tener baja imagen positiva y, al mismo tiempo, baja imagen negativa. En ese caso dispone de margen para crecer o recuperarse. En cambio, cuando la imagen positiva es baja y alta la negativa, el personaje se encuentra en problemas, ya que la elevada imagen negativa constituye un techo para crecer o recuperar el apoyo de la población.

¿Cuál ha sido la reacción de los Kirchner frente a su creciente deterioro político? Sacar a la calle a las fuerzas de choque de los piqueteros amigos del gobierno como Luis D’Elía. Su reacción consistió en responder al descontento popular con la violencia de los piqueteros y demás fuerzas de choque, con lo cual la imagen del gobierno se deteriora aún más.

Cuando D’Elía entró a las trompadas en la Plaza de Mayo en el primer cacerolazo, quedó demostrado el grado de intolerancia con que se maneja el gobierno cuando la gente se manifiesta en su contra. Estos hechos se repitieron frente a la Quinta Presidencial y, cada vez que la gente va a la Plaza de Mayo a manifestar su disconformidad, enseguida aparece D’Elía para decir la Plaza es mía, como si pararse en la Plaza y no dejar pasar a nadie que piense diferente les diera la razón o les otorgara más apoyo popular.

Es evidente que el matrimonio debe sentirse muy afectado por el rechazo que están teniendo. Ellos saben que el acto que hicieron el miércoles de la semana pasada en la Plaza de Mayo no tuvo una concurrencia espontánea. Saben que montaron un apoyo de utilería a favor suyo, mientras que los cacerolazos y el acto de Rosario fueron espontáneos. Todos sabemos que debe ser sumamente denigrante para uno alquilar gente para que lo aplauda, mientras que nadie es pagado por golpear una cacerola. Me imagino que para cualquier persona debe ser deprimente tener que simular el apoyo. Pagar para que a uno lo aplaudan debe ser una experiencia muy desagradable porque, en el fondo, uno sabe que se siente denigrado de tener que recurrir a ese método.

La novedad, entonces, es que los Kirchner se encuentran con algo que no habían tenido que afrontar hasta el momento: un profundo desprestigio ante la sociedad con el correspondiente rechazo. Esta situación inédita los hace reaccionar con más violencia verbal. Por ejemplo, cuando D’Elía llamó a armarse para defender al gobierno de Cristina, Néstor no repudió los dichos de su amigo piquetero, sino que simplemente se limitó a decir que no estaba de acuerdo.

Hoy los Kirchner denuncian los cortes de rutas como antidemocráticos, mientras el puente con Uruguay sigue cerrado sin que el gobierno emita opinión al respecto.

Alberto Fernández denunció como actitudes nazis que los productores vayan a las casas de los legisladores a reclamar por las retenciones, pero no denunciaron como nazis el escrache que los jóvenes K le hicieron al stand de Clarín en la Feria del Libro, ni el escrache que los piqueteros le hicieron a Shell, o el escrache que la Agrupación Hijos, miembros de las Madres de Plaza de Mayo, le hicieron al juez Bisordi o la toma de una comisaría por parte de D´Elía. En definitiva, no pueden tomarse como serias y sinceras las declaraciones del jefe de Gabinete. Solo reflejan el grado de desazón con que están viviendo este momento.

La realidad es que estamos viviendo una nueva etapa en la cual los Kirchner tienen que enfrentar serios problemas económicos y un creciente rechazo de la población a su modo de gobernar. Por lo que se vio hasta ahora, este nuevo escenario los hizo más agresivos e intolerantes porque para ellos es inadmisible que la gente no se subordine a sus caprichos.

Como la situación económica ya ha entrado en un proceso de recesión, para el matrimonio presidencial los tiempos de gloria pertenecen al pasado. Políticamente están muy complicados. Y tampoco podrán recuperar la economía porque la virulencia de sus palabras y comportamientos han terminado de espantar a cualquiera que imaginara poner un peso de inversión en Argentina.

Así como están las cosas, ellos saben que en las elecciones del año que viene tienen asegurada la derrota. Si pierden la mayoría en el Congreso ya no tendrán todo el poder y ellos no están acostumbrados a gobernar de esa forma, con lo cual, el 2011 pareciera ser un horizonte lejano y poco alentador. Sólo resta saber qué inventarán para tratar de evitar que el descontento popular que hoy se manifiesta en cacerolazos se traduzca en una humillante derrota electoral. © www.economiaparatodos.com.ar

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