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jueves 28 de octubre de 2004

Sergio Berensztein: “Tenemos partidos sin líderes y líderes sin partidos”

Analista político y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, Sergio Berensztein analiza en esta entrevista los últimos resultados del Índice de Confianza en el Gobierno, explica cuáles son las cuestiones por las cuales la población confía en el presidente y reflexiona acerca de los cambios de actitud que tuvo que improvisar el gobierno para no perder gobernabilidad.

– ¿Cuál es el resultado del Índice de Confianza en el Gobierno del último mes?

– Subió un 6% en el mes de octubre. Venía bajando desde febrero a agosto casi en un 30%, se recuperó en septiembre un poquito -un 3%- y ahora este 6% que demuestra que entre agosto y septiembre ha habido un punto de inflexión.

– ¿Cómo miden este índice?

– De mes a mes. Se mide siempre la primera semana de cada mes para evitar distorsiones que vienen por el cobro del sueldo.

– ¿Esto influye?

– Sí, es un factor que influye. Por eso lo hacemos la primera semana del siguiente.

– ¿A qué le adjudican esta suba en la confianza?

– Esta vez, lo que más subió fue la percepción de la gente en la capacidad del gobierno de resolver problemas. Este es el atributo que le da más confianza a la población y es un dato estructural en toda la administración Kirchner. Pero, hay, también, un segundo tema, que a mi entender es bastante sorprendente y es que subió mucho la percepción de falta de corrupción en la administración.

– La semana pasada se difundieron dos encuestas, una de KPMG y otra de Transparencia Internacional, que, ciertamente, eran el día y la noche. ¿Eso pudo haber influido?

– Creo que no. Creo que hay una percepción de que no hay escándalos de corrupción. Y eso es cierto. Éste es un gobierno que controló muy bien que no sucediera eso. Había pasado lo mismo con Duhalde. Después de una serie enorme de escándalos por corrupción que habían desfilado con Menem y también con la Alianza –recuerde que estuvo el tema del Senado, pero también hubo otros escandaletes- vivimos ahora en un período en el cual este tema de la corrupción no se manifiesta del mismo modo.

– ¿No le parece que los medios de comunicación influyen mucho en esto?

– Es muy probable.

– Parecería que muchas veces en lo que va de esta administración, los medios se han callado la boca. Uno no tiene el corruptómetro en la mano y no puede decir ni saber quién es más corrupto que otro, pero, sin ninguna duda, cuando uno da tanta publicidad oficial, sucede que alguna boca se logra tapar.

– A mí, honestamente, como ciudadano, me interesa que por lo menos se están cuidando más. Antes ni siquiera pudor tenían, la corrupción se había transformado en moneda corriente. No podemos ser ingenuos y pensar que de pronto ya no hay más corrupción, pero es cierto que es un tema en el que se han ido logrando algunos cambios. Veníamos muy vapuleados desde la administración de Menem y toda la corrupción que trajo aparejada. Y después, cuando pensamos que con la Alianza eso iba a cambiar, bueno, no hace falta que expliquemos aquí qué fue lo que pasó. Precisábamos un poco de aire entre tanto escándalo y falta de límites y de autoridad. Entonces, desde ese punto de vista, me parece que hay todo un proceso que se dispara con la elección de abril del año pasado donde a la agente se le llenó un casillero que tenía hueco y que tampoco Duhalde había logrado llenar porque era un presidente de transición, muy débil y condicionado por los gobernadores. Algo cambia a partir de la elección de Kirchner, que fue una elección que pocos se acuerdan, pero en la que sacó el 22% de los votos.

– Es increíble que un presidente gobierne con ese porcentaje…

– Illía con la misma cantidad de votos era un hombre que no existía, no se podía mover, no podía fijar agenda. Por eso, yo creo que ha habido un cambio con esta administración. Y creo que son virtudes propias de este gobierno las que explican la mejora en el Índice de Confianza en el Gobierno.

– ¿Cuáles son sus críticas?

– El hecho de acumular muchos recursos, algunos palpables, otros simbólicos, pero hay mucha concentración. Pero pese a eso, como le decía, yo creo que por virtudes propias y también por defectos ajenos, se da esta suba y esta percepción generalizada con respecto a esta administración.

– ¿A qué se refiere con “defectos ajenos”?

– La oposición está muy fragmentada y no encuentra todavía la manera de lastimar al gobierno, de criticarlo constructivamente ni tampoco institucionalmente. Tenemos una situación de partidos sin líderes y líderes sin partidos. La oposición más importante no está en el Congreso. Estamos viviendo una crisis muy profunda del sistema político, que se está recomponiendo pero que va a tardar un tiempo hasta que todo el juego se arme otra vez. Por eso, desde este punto de vista, al margen de que yo coincido con que algunas cosas que ha hecho el gobierno son difíciles de entender, la lógica política falló en explicar, me parece a mí, qué está pasando por la cabeza de la gente.

– En el tema de la seguridad, pareciera que el gobierno ha cambiado de rumbo. Parecería que dijeron: “si esto no lo tomamos en serio, nos pasan por arriba, pierde gobernabilidad Kirchner”.

– Así es.

– Y el otro cambio de comportamiento que se ve es que ya no hablan tanto en los medios los miembros del gobierno.

– Exactamente. También hay un tercer punto que es el cambio de enfoque con el tema de la protesta social. La ciudad de Buenos Aires cambió completamente. Hoy no se parece en nada a lo que era cuatro meses atrás. Y yo creo que eso también ha impactado de manera muy positiva en la percepción de la gente.

– Otro de los cambios de comportamiento fue con la posición frente al caso de Raúl Castells.

– Es todo el tratamiento. Hubo un ordenamiento urbano distinto y hay cosas que ya no se permiten. Algunas salen más o menos como la del puente Pueyrredón, pero hay autoridad estatal. Antes no había. Hay mucha menor tolerancia a los desbordes como los de Castells y me parece que hay más dureza con la inseguridad. O sea, en la inseguridad, la protesta social con sus desbordes y el desempleo que son tres cuestiones claves que explican cómo piensa la gente y que definen en un 80% su percepción, en todos ellos hay cambios visibles.

– Pero con respecto al último de los temas que es el desempleo, no se ha resuelto nada.

– No, pero se mantiene una curva muy, muy lenta de recuperación. Obviamente no es lo que uno espera ni es la calidad del empleo que uno quiere, en eso estamos todos de acuerdo. Pero para el hombre que no tenía trabajo, tener es más que nada. Y yo creo que eso es lo que se está notando.

– ¿Usted cree que el presidente comenzó a advertir, faltando 17 meses para concluir su mandato, que si continuaba con todo ese show que armó a su alrededor y con todas sus agarradas con todo el mundo –las Fuerzas Armadas, el Fondo Monetario Internacional, entre otros– iba a terminar estrellándose? ¿Kirchner se dio cuenta de que si seguía así no iba a llegar a buen puerto?

– Yo creo que él acumuló mucho poder con mecanismos muy agresivos que despertaron preocupación en gran parte de la sociedad, pero que fueron efectivos para generar la reputación de líder fuerte, sobre todo para contraponerse a lo anterior. Pero, además, si usted se detiene a analizar, se va a dar cuenta de que se agarró con actores débiles. La verdad es que no dio ninguna pelea grande. Las que no podía dar, las fue postergando, como por ejemplo con los acreedores, que pateó para adelante.

– A Duhalde tampoco lo enfrentó…

– Por eso. Contra el que no puede pelear, no le concede la pelea. Yo creo que seleccionar las peleas que uno da es una virtud, porque uno lo que hace es elegir su enemigo y eso es inteligente. Entonces, en esa primera parte de la administración lo que Kirchner hizo fue acumular poder, demostrar que tenía capacidad de fijar agenda, despegarse de lo anterior. Pero esos mismos mecanismos que son buenos para algunas cosas, en un punto le empezaron a jugar en contra. Un claro ejemplo de ello fue el pensar que todas las cuestiones de inseguridad eran consecuencia de conflictos sociales. Hay una cuestión muy ideológica del gobierno frente al reclamo de la sociedad pidiendo que por favor se paren los secuestros. Y yo creo que de Blumberg para adelante hubo un quiebre y se dieron cuenta de que las cosas tenían que cambiar. Con los piqueteros sucedió lo mismo. La combinación del episodio de la comisaría en La Boca con los ataques a Repsol y McDonald’s ya era un desborde. Y ningún presidente que quiera mantener la autoridad puede permitir semejante desborde a ocho cuadras de la Casa de Gobierno. Por eso tuvieron que cambiar.

– Lo que se comenta es que, en realidad, un grupo de veteranos de Malvinas llegó a tomar la Casa de Gobierno y que el cuerpo de Granaderos los frenó. Es decir, se llegó a una situación de mucha crisis.

– Es así.

– Si tuviera que arriesgarse a dar un pronóstico de qué va a pasar con el Índice de Confianza en el Gobierno el mes que viene, ¿cuál sería?

– Yo creo que va a haber un empate entre el fallo de la Corte a favor de la pesificación y el caso de Patricia Nine. Me parece que el efecto Nine es muy fuerte. Si no hubiera venido pegadita la pesificación y otros elementos que generan ciertas dudas con respecto a la seguridad presidencial, como lo del avión y lo de la quinta, el otro día, la verdad es que el efecto Nine hubiera sido extraordinariamente a favor de esta administración y de la gobernación de Solá. © www.economiaparatodos.com.ar




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