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jueves 5 de octubre de 2006

Tirando talco fuera del nene

El mundo laboral reclama que los jóvenes tengan determinadas competencias que los docentes no saben cómo transmitir y para las cuales tampoco han sido entrenados.

El martes pasado, en el ciclo de debates educativos abiertos a la sociedad al que convoca el diario Clarín (y del que dio cuenta aquí) participó, entre otros panelistas, Santiago del Sel, presidente de ACDE (Avocación Cristiana de Dirigentes de Empresas), quien definió qué es lo que el empresariado pide a la educación en el marco de la discusión sobre la nueva ley de educación.

Parte del resumen de su ponencia fue expresada por el matutino textualmente de la siguiente forma: “¿Qué otro requerimiento se plantea desde el mundo de las empresas? Algo que no es tan habitual, las competencias. Voy a poner un ejemplo muy sencillo: las competencias son la rueda delantera de la bicicleta. Los conocimientos básicos son la rueda trasera. La que empuja. La rueda delantera es la que le da dirección, la que le da sentido a la potencia. ¿Cuáles son en el mundo de las empresas las competencias que estamos buscando? Que la gente sepa resolver conflictos, que sepa liderar, que sepa manejar equipos y comunicarse. ¿Cómo estamos en esta materia? Mal. Casi el 70% de los encuestados dijeron que en las competencias las cosas lucen mal”.

Y volvemos siempre a lo mismo: ¿prepara la escuela (o la sociedad) para que el joven adquiera esas competencias? ¿Hay materias específicas para “resolver conflictos” o “saber liderar”? ¿O es que los docentes deben “enseñar” estas competencias en sus respectivas materias? Si es así, ¿están los docentes preparados para hacerlo? ¿Muestra la sociedad, fundamentalmente a través de sus medios de comunicación, ejemplos de estas competencias o todo lo contrario?

En el mismo debate, el ministro Filmus expresó lo siguiente: “Quiero decir que hay ciertos elementos que mientras que el mundo del trabajo no los demandaba, porque el trabajo no jugaba un lugar central en el país, no hacía falta crearlos. ¿Cuál era el paradigma no sólo de los noventa, sino anterior? ¿Qué se decía? ‘No estudies Ingeniería.’ Porque el paradigma era el ingeniero taxista. Hoy, el paradigma es el ingeniero ausente. No hay ingenieros, no hay ingenieros en minas, no hay ingenieros en petróleo, no hay ingenieros textiles, en la construcción, en un montón de áreas que han crecido porque hay trabajo. Porque cambia el modelo de país, cambian también las necesidades del sistema educativo”.

Si desde el mundo del trabajo están reclamando determinadas competencias, al implementar la nueva ley habría que tener especialmente presente estos aspectos. Los docentes necesitan formación. Al profesor de Biología o a la maestra de Música no los capacitaron para enseñar cómo se resuelven conflictos, o qué transmitir a los alumnos para que trabajen en equipo o mejoren su comunicación interpersonal.

Es verdad que el proyecto de nueva ley pone mucho acento sobre la formación docente, pero habría que estudiar bien el contenido de esa formación para asegurarse de que, tanto los docentes actuales que se capaciten como los futuros, además de aprender su propia materia y la didáctica de la misma, aprenderán a llevar a cabo la difícil tarea de lograr que los alumnos adquieran esas competencias que el mundo empresarial reclama.

De otro modo, tendremos una magnífica, debatida y consensuada ley que no servirá para nada, y continuaremos tirando el talco fuera del nene. © www.economiaparatodos.com.ar

Federico Johansen es licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

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