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jueves 19 de marzo de 2009

Una región que sigue conflictuada

La nueva Constitución de Bolivia, el narcotráfico en Paraguay y la obsecuencia de Héctor Timerman en EE.UU.

La izquierda radical paraguaya y el narcotráfico

Las vinculaciones estrechas existentes entre la izquierda radical y el narcotráfico son ampliamente conocidas. El caso más notorio es probablemente el de las FARC colombianas, donde ya no hay duda que existe una simbiosis entre la guerrilla y los narcotraficantes. A punto tal, que uno se pregunta si la primera no es ya una suerte de biombo de los segundos. Pero en todas partes, a poco que se escarbe, las conexiones aparecen nítidamente. También en Paraguay esa relación ha quedado, de pronto, al desnudo.

La administración del ex obispo Fernando Lugo, que estaba inquieta por el repentino aumento de las ocupaciones de establecimientos rurales por parte de campesinos “sin tierras” en la zona de Tacuatí (San Pedro) dispuso el envío de tropas militares y policiales a esa zona, cuya población vivía -desde hace rato- en la incertidumbre, con un clima de miedo fruto de las intimidaciones y la violencia prevalecientes en la zona.

La llegada de los efectivos militares y policiales puso, de pronto, de manifiesto la verdad. La zona estaba repleta de plantaciones de marihuana, algunas de las cuales ya habían sido reveladas por información satelital, que permanecía confidencial.

Hay obvia correlación entre las actividades de los dirigentes campesinos y el narcotráfico. En primer lugar, esos mismos dirigentes intentaron que se retiraran los efectivos militares y policiales, cuando ya el gobierno disponía de información de primera mano acerca de que es lo que estaba detrás de las “protestas” campesinas: el narcotráfico. En Tacuatí, el líder campesino local, Elvio Benítez y el propio gobernador José “Pakova” Ledesma, exigieron sin éxito el retiro de las fuerzas del orden alegando la existencia de torturas a campesinos, que no existieron. En segundo lugar, los mismos matones que amenazan y atentan contra los propietarios rurales son los que asimismo lideran las “movilizaciones” campesinas.

Al permanecer las tropas en la zona y obtener información precisa de la población local acerca de lo que efectivamente estaba sucediendo, las plantaciones comenzaron a aparecer y la verdad surgió en toda su triste dimensión: hay intimidad entre algunos de los presuntos dirigentes campesinos y el narcotráfico, que operan acompasadamente. Y existe ciertamente una densa “cortina de humo” que disfraza hábilmente de “reclamos sociales” a lo que, en rigor, es solamente una actividad delictiva creciente, peligrosa e ilegal: la del narcotráfico. Todo está unido, de cerca.

Por esto la población local está ahora contenta con la presencia militar, que a hecho disminuir notablemente la violencia y el narcotráfico en Tacuatí.

Por esto también en Amambay y Canindeyú los habitantes locales, enfrentados con situaciones parecidas están pidiendo ahora a los gritos que se envíen asimismo a sus regiones contingentes de policías y militares, para así desenmascarar y luego desarmar vínculos similares a los que infectaron a Tacuatí.

Para tener en cuenta. Hay que aplaudir, en esto, al Presidente Fernando Lugo, impulsor de las medidas que hicieron evidente la naturaleza de la cercana relación existente entre la dirigencia campesina disfrazada de izquierda radical y el narcotráfico, también en Paraguay.

Mientras esto es ciertamente algo para celebrar, los medios locales denuncian que existe una similitud simplemente asombrosa entre el sistema de comunicación que desarrolla la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República y el “modelo” aplicado en Venezuela.

La marca institucional es claramente similar. El logotipo es casi idéntico. Más que casualidad, porque también Paraguay acaba de crear una agencia nacional de noticias idéntica a las que organizaron Venezuela, Bolivia y Ecuador. Con ella se da la “versión oficial” de los hechos cotidianos y de todo lo que ocurre en la región y el mundo.

La influencia venezolana en Paraguay crece. Los “convenios de cooperación” bi-nacional se han puesto en marcha y los hechos sugieren una peligrosa vinculación que luce cada vez más estrecha.

Bolivia pone en marcha su nueva Constitución

La historia que sigue es realmente de no creer. De horror. Viene a confirmar -rápidamente- como serán en más las cosas en Bolivia bajo el “imperio” de la “nueva” Constitución Política que ha sido elaborada por el Movimiento al Socialismo (MAS) y que fuera recientemente aprobada mediante un referendo especial.

Víctor Hugo Cárdenas, su protagonista, es la víctima del burdo atropello que describiremos. Cometió tres pecados capitales que, en la Bolivia de hoy, son absolutamente imperdonables.

Haber sido vicepresidente de su país entre 1993 y 1997, durante el gobierno “liberal” del cada vez más odiado Gonzalo Sánchez de Lozada. Haberse pronunciado públicamente por el “No” con motivo del reciente referendo constitucional. Y siendo un “aymara” no haber hecho “lo suficiente” por sus con-nacionales, atreviéndose hasta a cambiarse el nombre, reemplazando sus apellidos originarios: Choquehuanca por Cárdenas y Condori por Conde.

Por esto alimentó el odio y los resentimientos de algunos en la comunidad aymara de su país, seguramente empujados desde el gobierno a “vengar” la “traición” de Víctor Hugo Cárdenas.

A ese efecto realizaron una “asamblea” aymara, esto es un “ampliado” y decidieron quitar -por la fuerza- a Víctor Hugo Cárdenas la casa en la que vivía con su familia. Enterado de la decisión del “ampliado”, seguramente preocupado, Cárdenas solicitó protección policial al Ministerio de Gobierno y no la obtuvo.

Por ello una auténtica turba irrumpió en su casa y molió a golpes a su esposa y otros familiares que se encontraban en su interior, sacándolos de su propia vivienda a empellones y empujones. La “ley de la jungla” en su más nítida expresión, diría alguno. Justicia aymara, dicen otros, para quienes la aludida “toma” no tiene ya marcha atrás.

Entre los últimos está nada menos que el propio vicepresidente de Bolivia, el ideólogo de Morales, Álvaro García Linera, que alguna vez formara parte del movimiento guerrillero Tupak Katari, quien exhortó a los lugareños a poner ahora en marcha un “proceso interno de expropiación” conforme a las tradiciones indígenas, lo que supone nada menos que consolidar la “toma” apoderándose impunemente de la propiedad sin pagar a su legítimo propietario un céntimo, por supuesto. Confiscarla, entonces.

Una pesadilla para Cárdenas y para muchos otros que ahora temen que les suceda algo parecido ante la total pasividad del gobierno de Evo Morales, sobre el que penden sospechas de estar alimentando sigilosamente, desde las sombras, este tipo de “tomas”.

Para Morales, la culpa de todo lo sucedido la tiene Cárdenas, la víctima. Por su “conducta” de “traidor” y, peor, por sus “dichos”. Esto es, por haberse opuesto al discurso único del MAS. Con el coraje que ello requiere y advertido de las posibles consecuencias que su actitud de disentir le podía aparejar, como queda visto. Consciente seguramente que para él no hay para nada ni garantías legales, ni “derechos humanos”.

Tres centenares de campesinos instigados desde el poder tomaron, cual resentida turba, la casa de Cárdenas, ubicada en Sank’ajawira. Lo hicieron por la fuerza y la ocuparon, agrediendo de paso, con suma violencia, a la esposa de Cárdenas, y a una cuñada, dos hijos y un sobrino que allí estaban circunstancialmente, creyéndose seguros.

Las Naciones Unidas y Francia, ante lo sucedido, han puesto, como corresponde, el grito en el cielo. A esas voces sin embargo no se ha unido ninguna otra de autoridad alguna de la región. Porque en América Latina hay consciencia de como es el “gobierno” de Evo Morales y de su total desapego por el estado de derecho.

La Iglesia Católica de Bolivia, enfrentada abiertamente con Morales, condenó el hecho. Como debe ser. Para ella se trata de “otro grave incidente de violación al estado de derecho, de las libertades fundamentales y de las garantías constitucionales de los ciudadanos”. Y es efectivamente así. Condenó asimismo “la relativa pasividad de las autoridades y de las fuerzas del orden, así como el innegable contexto político de lo acontecido”.

Lo cierto es que ahora todos los opositores a Morales deben estar alertas. No tienen garantías. Saben bien cual puede ser su destino personal. Y como serán “tratados”, o mas bien “abandonados a su suerte” por las “autoridades”, bajo la nueva Carta Magna.

Turbas manipuladas e inducidas desde el gobierno harán “justicia” por su propia mano, argumentando estar “legalizadas” por las “costumbres” de su propia comunidad. La regresión en el camino de la civilización es clara y enorme. Como cabía suponer y esperar del MAS y su “Constitución”. De terror, por supuesto. Pero esto y no otra cosa es lo que se proponían desde siempre Morales y Garcia Linera.

“Cosas veredes, Sancho”, desde que aún no está todo dicho y las cosas se habrán de complicar, y mucho. Por este camino elegido por Morales y los suyos sólo se alimenta la desesperación, lo que siempre es peligroso.

El colmo de la obsecuencia

Nuestro actual embajador político en Washington, Héctor Timerman, de triste papel hasta ahora, que alguna vez hasta se pavoneara por su presunta “cercanía” con George W. Bush, no deja de demostrar su inclinación por la obsecuencia.

No es extraño. Después de todo ella tiene algo que ver con su actual destino.

Sobreactuando como es habitual, en pocas semanas señaló, primero, en el exterior que las cifras del INDEC son correctas, para asombro de propios y extraños y, segundo, aprovechando una corta visita a su país, sentenció muy suelto de cuerpo que la Argentina “es uno de los países más seguros de la región”, atento a que posee uno de los más bajos índices de criminalidad de la región. Lo primero es burlarse de la verdad. Lo segundo es quizás peor, porque es lo mismo que sostener que uno “ve bien” porque es tuerto y los demás son ciegos. Y es obviamente burlarse de la gente en la cara, tomarlos por tontos, en el mejor estilo, cabe destacar, de la ya decadente administración del matrimonio Kirchner. La obsecuencia genera este tipo de reacciones, tan innecesarias como incomprensibles. Nos hacen daño, adentro y afuera, porque todos saben cual es la realidad en ambos temas. Y no coincide ciertamente con ninguna de las “descripciones” siempre capciosas de Timerman. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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