Recuerdos que me trae una fecha
En mi columna de hace dos semanas dedicada a recuerdos a propósito de los 100 años del nacimiento de quien fuera el economista más prolífico de la segunda mitad del siglo pasado, Milton Friedman, me comprometí a continuar hoy dando más detalles de su contribución a la ciencia económica y a comentar aspectos de su actividad que fueran controvertidos por ignorarse el verdadero alcance que ellos tuvieron.CONTRA KEYNESIANOS. Cuando Friedman llega al Departamento de Economía de la Universidad de Chicago en 1946, con 34 años, se retiraban Jacob Viner y Frank Knight y fallecía Henry Simons, los "popes" de lo que ya era la Escuela de Chicago. Había entonces, en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad un grupo de economistas keynesianos financiados por Alfred Cowles, uno de los dueños del Chicago Tribune. Dirigidos por Jacob Marschak, integraban la denominada Cowles Commission Jan Tinbergen, Ragnar Frisch, Tjalling Koopmnas, Keneth Arrow, Klein, Herbert Simon, Trygve Haavelmo, James Tobin, Gerard Debreu y Modigliani, ganadores más adelante, cada uno, del Premio Nobel de Economía. Sus progresos estadísticos y econométricos les llevaron a creer que un gobierno podía alcanzar objetivos de inversión y crecimiento con la planificación económica mejor que lo que lo puede hacer una economía de mercado. Elaboraban modelos walrasianos de equilibrio económico general y desdeñaban el análisis de equilibrio parcial neoclásico impulsado por el eje Viner-Friedman y hoy seguido por Becker. Prácticamente en soledad hasta que luego se le unen Aaron Director y Stigler entre otros economistas también conocidos, Friedman enfrentó a los keynesianos en debates de los cuales no salieron ilesos, como los que emprendiera con Koopmans que según la tradición oral de Chicago enfrentaban a alguien que debatía científicamente con alguien, Koopmnas, que convencido de algo, no daba paso a discusión alguna. Desde su ingreso a Chicago el mismo año de la muerte de Keynes, y con mayor énfasis en el comienzo de la década siguiente ya en plena "guerra fría" Friedman se encargaba de bombardear al keynesianismo exigiendo siempre la prueba de la realidad a las hipótesis formuladas por el economista de Cambridge y por sus seguidores. En 1953 la Cowles Commission dejó Chicago y se fue para Yale.
En 1968 en la reunión de la American Economic Society Friedman cargó contra los neokeynesianos al negar la "Curva de Phillips" que desde 1960, Samuelson y Solow consideraban una herramienta para el manejo macroeconómico al afirmar que aumentando la inflación se reducía el desempleo pues al subir los precios bajaba el salario real, aumentaba la rentabilidad de las empresas y con eso, el empleo. En "El Rol de la Política Monetaria" Friedman decía que en el corto plazo puede haber curva de Phillips si hay elementos de sorpresa, "no anticipables", pero en más plazo los contratos salariales se ajustarían por inflación y aumentar el ritmo inflacionario no tendría éxito para evitar el desempleo.
LIBERTAD ECONÓMICA. Desde los años cincuenta es que Friedman le dio el mayor impulso al principio fundamental de la Escuela de Chicago y de su pensamiento económico: el de la libertad económica. "Lejos de ser un dogma o un capricho normativo, lo que encierra ese principio es que el mercado, funcionando libremente y sin distorsiones, es el medio comprobado por el que se solucionan los problemas sociales y políticos que otros sistemas no han sido capaces de lograr. Por eso es que surge el rechazo a las intervenciones gubernamentales absolutas, se inculca el capitalismo y se concluye que sin libertad económica es impensable la libertad política", escribí hace unos años en una columna sobre Friedman. Esa libertad económica, también escribía entonces, "que descalifica al intervencionismo estatal por distorsionante de las mejores relaciones económicas, por su ineficacia para brindar las mejores señales para la inversión, por su ineficiencia para administrar recursos y concretar la más justa distribución del ingreso y porque deja abiertas las puertas a la corrupción, es lo que los adversarios de Friedman y de la Escuela de Chicago más resisten". Es por otra parte, no solo lo contrario a quienes en la Cowles veían como posibilidad en aquella etapa sino también lo opuesto a lo que fue básico en los esquemas económicos de naturaleza marxista o socialista, o sea, la planificación estatal, la determinación arbitraria de los precios, la intervención absoluta en la distribución del ingreso y todos sus corolarios: mercados negros, escasez, corrupción y pobreza. Pero vale la pena recordar que a pesar de impulsar la libertad económica, nunca se olvidó de eventuales problemas de distribución del ingreso y propuso el "impuesto a la renta negativo", la forma de igualar con transferencias de dinero a quienes tienen un ingreso por debajo del definido como límite de pobreza.
FINALMENTE. Quisiera continuar con otras de sus contribuciones a la ciencia económica en una época en la que sus ideas se oponían a las soviéticas, marxistas y socialistas que tanto en Europa como en América Latina se buscaban imponer: planificación económica y propiedad estatal de los medios de producción. Como el espacio es limitado solo me referiré a una instancia que se usa para negar su amor por la libertad política. Concretamente a la única oportunidad que se reunió con Augusto Pinochet por 45 minutos estando en Chile en 1975 invitado por ex alumnos de Chicago de la Escuela de Negocios de Valparaíso a dar varias conferencias en la nación trasandina. En aquellas conferencias y en esa reunión defendió lo mismo que defendería años más tarde en sus conferencias en países del este europeo y en China y en particular en la reunión que en 1980 sostuvo con el Primer Ministro y luego Secretario del Partido Comunista Zhao Ziyang: la liberalización económica y la liberalización de los mercados, pues para él llevarían a la democratización política. El propio Friedman opinaba hace unos años: "Dicté tanto en China como en Chile exactamente las mismas conferencias. He visto muchas manifestaciones contra mí por lo que dije en Chile, pero nadie ha hecho objeciones a lo que dije en China. ¿Cómo se explica?".
Alan Greenspan ha dicho que hay pocas personas cuyas ideas sean lo suficientemente originales para alterar la dirección de la civilización y para él, Friedman ha sido una de ellas. Observando desapasionadamente, sin el lente ideológico lo que pasa en los países líderes en América Latina hoy, incluyendo con ellos a nuestro país cuyo gobierno se precia de lograr alta apertura al comercio internacional, que reconoce la necesidad de la empresa privada para crecer más, que descarta la nacionalización de empresas y del comercio exterior, que busca la forma de asociarse con privados, y que hasta desarrolla un programa de impuestos negativos al ingreso del tipo del que propusiera Friedman para aliviar la pobreza -el Mides-, deberíamos aceptar que a Greenspan le asiste la razón.
Fuente: El País Uruguay