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martes 18 de febrero de 2014

Sin orientación, sin programa y sin destreza

Sin orientación, sin programa y sin destreza

En la antigua Grecia, sostenían que una casa de familia no prospera automáticamente, ni depende solo de los dones de una naturaleza benévola, sino, antes bien, de la capacidad del ama de casa y cada uno de sus miembros para administrar con destreza y diligencia el patrimonio común.

Cualquier gobierno que pretenda tener éxito, debería atenerse siempre a este principio de sentido común y administrar la “res pública” en el interés de la comunidad, ELIGIENDO UNA ORIENTACIÓN Y UN PROGRAMA.

Las enseñanzas sobre economía de la antigüedad han llegado hasta nuestros días combinadas además con códigos de carácter moral, que condenan la haraganería, la usura y la corrupción, entre otros males que frecuentemente desvían a una sociedad del camino recto.

De allí en adelante, casi todas las corrientes económicas han censurado básicamente el despilfarro y la ineficiencia, estableciendo diversos mecanismos para equilibrar armónicamente el consumo y la acumulación de riqueza, QUE SON LOS INCENTIVOS NATURALES DEL INDIVIDUO.

Estas brevísimas reflexiones no pretenden más que señalar ciertos principios que permiten inferir cual debe ser la verdadera “calidad” de un programa de gobierno.

El kirchnerismo, no ha cumplido con ninguno de estos postulados. No ha cuidado la “casa” y ninguno de sus miembros ha tenido “diligencia” alguna al administrar los intereses comunes, despilfarrando la recaudación de los tributos y permitiendo simultáneamente la aparición de una horrorosa maquinaria de corrupción, mientras designaba para cumplir funciones públicas diversas a personas altamente ineficientes y arrogantes.

Por consiguiente, es inútil esperar nada de ellos de cara al futuro, porque carecen de las aptitudes necesarias para imaginar un cambio de rumbo conceptual. El monotemático discurso de Cristina y sus “laderos” consiste en retar y atacar salvajemente a todos por cualquier motivo cada vez que se plantan frente a un micrófono.

No han entendido que el problema a resolver consiste en “unir la mayor libertad individual de acción respecto de la propiedad común, con una participación igual de todos en los beneficios del trabajo general” como sostenía John S. Mill. Muy lejos, claro está, del mentiroso mensaje de “redistribución de la riqueza K” que apuntó a que la misma tuviera lugar únicamente entre los “favorecidos” por el régimen.

Por otra parte, John Gustav Wicksel -en cuyos principios se inspirara Keynes-, fue uno de los primeros en focalizar su atención sobre los cambios que sufre el mundo real con el transcurso del tiempo. Esto permite comprobar que existen ciclos de ascenso y caída general de la producción y de los precios, que obligan a asignarle a este hecho mucha más importancia que al imaginario mundo estático en el cual algunos aseguran que todo funciona a las mil maravillas.

El actual gobierno, que nos ha “azotado” la cara con las distorsionadas alusiones a Keynes de Kicilloff, se limitó a considerar solamente la validez de ciertos beneficios “temporales” (una foto), como si nada hubiese de cambiar jamás en un futuro.

Su política –si es que puede llamarse así al conjunto de mamarrachos con que “empastelaron” la administración pública-, no tiene en cuenta lo que se denomina “razonamiento hipotético” y discurren solamente sobre un mundo que es del color que le han asignado arbitrariamente “para siempre”.

Así les ha ido.

carlosberro24@gmail.com