La ejemplaridad de un fallo
La clase política argentina nos debe una respuesta y hasta ahora no han sabido que decir y creyeron que con un viaje a Washington todo se arreglaba: “inocencia” o “estupidez”
Decía Ronald Dworkin que las personas necesitan de una cultura común, y particularmente, de un lenguaje común, incluso para llegar a tener personalidad.
El fallo de los distintos tribunales de los Estados Unidos ha puesto de manifiesto una cultura sustentada en valores que entre otras cosas dice que los contratos se deben cumplir.
Esa cultura contrasta, diría hasta groseramente, con la nuestra que nos dice que los contratos solo deben cumplirse cuando nos conviene.
Escuché a Kristina la noche del lunes y realmente expuso con una admirable síntesis, cosa rara en ella, los fundamentos de nuestra cultura, en verdad nuestra “contracultura”, que se sustenta siempre en la justificación, en el traslado de las responsabilidades y lo que es más grave en fundamentos mentirosos.
Kristina habló de extorsión su segunda acepción dice: “presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido”, esto significa que para Kristina una decisión judicial de un tribunal a cuya jurisdicción se sometió voluntariamente es una presión o amenaza, con el agravante que ratificó hace poco una obviedad que cumpliría con lo que se resolviera. (sic)
Como una consagrada sofista hizo mención al precio en que esos bonos ¨”basura” fueron comprados y el valor que adquirirían consecuencia de la sentencia judicial. Lo que omite decir es que ese valore es lo que el gobierno se obligó a pagar a sus legítimos tenedores.
Este argumento también se le vuelve en contra porque nos podría decir a que valor compró inmuebles en Calafate y a qué precio vendió alguno de ellos. En todo caso los “bonistas buitres” siguieron su propio ejemplo.
Kristina también aludió, dirigiéndose a sus “soldados” que la deuda fue adquirida por otros gobiernos y puso en duda parte de su legalidad y legitimidad.
La legalidad tiene que ver con el modo y la forma en que se contrajo la deuda y la legitimidad con el destino que se le dió al dinero obtenido.
Las dos cuestiones nos son propias, pero lo cierto es que Kristina no nos dijo que acciones intentó ella para determinar si la deuda que se enorgullece en pagar era legal ya que la legitimidad no se podría hacer valer en ningún tribunal, salvo para procesar a quienes la contrajeron y le dieron un mal uso.
Hizo referencia a la prescripción de algunas acciones penales destinadas a investigar la legalidad de parte de la deuda, pero omitió explicar porque no se obligó a los fiscales intervinientes a cumplir con sus funciones y de ese modo evitar que se cumplieran los plazos de prescripción y nada dijo sobre los procedimientos intentados para embarrar el proceso al que es sometido su vicepresidente, convertido ahora en un pobre “efebo” dependiente de la misericordia presidencial.
Ratificó su voluntad de pagar como si ello fuera una virtud, cuando más bien honrar una obligación es un deber.
Por último lo más grave y el peor ejemplo que se puede dar es ahora el de buscar vericuetos para pagar lo que se debe eludiendo los caminos previamente elegidos.
Esta sola actitud ya significaría alejarnos por años de los circuitos económicos y financieros.
Nos queda una sola vía, negociar ante el juez Griesa un modo de pago lo menos lesivo posible y debería hacerlo con los principales líderes de la oposición que son los que deberán cargar con ese peso de pagar alrededor de u$s 18 mil millones que incluso fueron borrados merced a la ley 26017, in disparate legal que nadie cuestionó, porque esa ley era una claro mandato para incumplir sentencias judiciales aunque luego fue morigerada por dos leyes sucesivas pero ilógicas también porque impedirían cumplir con fallos judiciales imponiendo condiciones que modificarían sentencias firmes.
Hay otro argumento que incluso se dio por otros países y es que si se condenaba a la Argentina se dificultarían otros procesos similares.
Pienso lo opuesto, creo que este fallo hará pensar mucho a nuestros políticos y a los de otros países, deberán pensar que las deudas se deben pagar, que los dineros públicos no se deben dilapidar y que financiar gastos corrientes es una práctica a la que se le deberá poner fin.
Por último la Presidente dijo que a este fallo “lo veía venir”, evidentemente no le trasmitió su intuición a su Ministro de economía que hasta ahora demostró estar en pañales a los 42 años de edad….lo que no es normal.
Este fallo quizás nos sirva como real punto de inflexión porque en definitiva no solo el Kirchnerismo debe pagar los platos ahora rotos, alguien los compró antes.
La clase política argentina nos debe una respuesta y hasta ahora no han sabido que decir y creyeron que con un viaje a Washington todo se arreglaba: “inocencia” o “estupidez”.