Un bozal para Cristina Fernández
“Las vivencias horrorosas nos hacen pensar si quien las provoca no es, él, algo horroroso”
(Friedrich Nietzsche)
Repasar a los grandes filósofos suele ser una guía excelente para sentir que no estamos solos en nuestra sorpresa frente al orgullo desmedido, la soberbia sin justificativo y la divagación como método para afrontar las dificultades que la vida nos pone por delante.
A la Presidente habría que recordarle una vez más que la apariencia es siempre menos valiosa que la verdad, porque el hombre NO ES LA MEDIDA DE LAS COSAS. Por más que se enfurezca y patalee. Creer que las ficciones de un mundo puramente inventado es imprescindible para poder sostenerse frente al “ahogo” de circunstancias que nos ponen entre las espada y la pared ES UNA FALACIA.
Como lo es pretender que la NO VERDAD es condición esencial de la defensa de la vida, al tratar de ponerse más allá del bien y del mal.
La tiesa y petulante tartufería de Cristina nos está llevando una vez más por los tortuosos caminos de la dialéctica que conducen a lo que podría denominarse un IMPERATIVO CATEGÓRICO. Esto es, presuponer que es necesario adoptar ciertas rigideces en el decir para avanzar en la solución de un problema.
Por el contrario, la persuasión, el diálogo y la indagación sutil de las diversas alternativas que se nos plantean para salir de un atolladero, son los métodos más sensatos para alejarnos de una prédica sobre la moral que conviene a nuestros intereses personales. Creer que intimidar de antemano a quien supuestamente nos ataca es una solución aceptable, no constituye más que la exhibición de una torpeza conceptual que refleja nuestra propia vulnerabilidad.
¿Habrá quien se anime a ponerle un bozal a Cristina?
La sutileza y la astucia con que hoy se afronta en todas partes el problema que evita disociar el mundo real del mundo aparente es algo que incita a detenerse y escuchar a los que saben, dejando de lado los impulsos que turban la mente de quienes no tienen el oído demasiado
aguzado como parece ocurrir con la Presidente. Su ambición de recuperar la “posición perdida” frente a la adversidad la está llevando una vez más a preferir un puñado de frases rudas en vez de abrir una ventana a soluciones “perspectivistas”.
El “pudo ser” con que suele enfocar su gobierno los problemas que debe afrontar con los “hold outs”, está acentuando las características del problema. No es momento de juicios “a priori”, porque en boca de quienes nos han llevado por el mal camino –los kirchneristas-, no lleva más que a juicios falsos y caminos sin salida.
Para finalizar, terminamos estas breves reflexiones dedicándole a Cristina y sus “negociadores”, una frase de Rudolf von Ihering: “el concepto del derecho encierra en sí una verdadera antítesis, las oposiciones de la lucha y de la paz; aquellas con el carácter de medio; la paz como fin. Ambas son inherentes al concepto del derecho e inseparables de éste”
Esperemos que la “doctora” y “arquitecta egipcia” advierta que no negociar para satisfacer su ego sería sepultar la última posibilidad que tenemos los ciudadanos de reencauzarnos en el camino de la sensatez.
Es momento de “mea culpa” y no de improperios.
carlosberro24@gmail.com