Aníbal Ibarra, inicialmente aliado político de Fernando De la Rúa, actualmente es aliado político de Néstor Kirchner, quien –cabe recordar– llegó al gobierno gracias a que un curioso ataque de hambre en la provincia de Buenos Aires generó los saqueos que voltearon a De la Rúa y le dieron paso a Duhalde a la presidencia de la Nación, desde la que armó todo el tejido político para que ganara su candidato.
Decía, entonces, que Ibarra es aliado político de Kirchner. Ambos se autodenominan progresistas y los dos acaban de tener serios problemas políticos. Ibarra por el tema de Cromagnon y Kircher por las valijas voladoras. Si bien los casos son bastante diferentes, los dos adoptaron actitudes similares frente a las crisis que tuvieron que enfrentar.
En el caso de Ibarra, el Jefe de Gobierno porteño pretende sacarle el cuerpo al juicio político que pueden hacerle por la desgracia ocurrida, recurriendo al mecanismo de politizar el tema a través del intento de llamar a una consulta popular para que la gente diga si debe seguir o no debe seguir en el cargo. Es decir, en vez de aceptar las reglas de juego del Estado de Derecho y resolver su eventual responsabilidad vía el juicio político, pretende hacer una especie de juicio popular para que la gente vote si es inocente o culpable.
Siguiendo el mismo criterio de Ibarra para zafar del juicio político, cualquier otra persona acusada de estafa, asesinato, violación o algún otro crimen podría pedir que, en vez de ser juzgada por los mecanismos que establece la Constitución, se llame a una consulta popular para que la gente diga si es culpable o inocente. En definitiva, Ibarra pretende esconder detrás de una cortina de humo político su responsabilidad jurídica como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y no someterse a las reglas de juego establecidas para este tipo de casos.
Frente al caso de las valijas voladoras, Kirchner utilizó un mecanismo similar al que usó Ibarra por el tema Cromagnon. Intentó politizar el tema del tráfico de drogas echándole toda la culpa a la Fuerza Aérea, diciendo que él no sabía nada del tema porque los responsables de dicha fuerza no le informaron de lo que ocurría y le ocultaron lo que pasaba. Por eso decapitó a una docena de brigadieres sin ninguna compasión.
Lo primero que quisiera aclara es que si bien es cierto que el presidente de la Nación es el Comandante de las Fuerzas Armadas, el cargo en sí no le da derecho a romper con ciertas reglas de respeto a la trayectoria y la profesión de los miembros de las fuerzas. En otros términos, ser Comandante de las Fuerzas Armadas no da derecho a actuar con arbitrariedad y, mucho menos, con cierto tufillo a venganza setentista.
Pero lo peor del caso es que, a medida que van pasando los días, se van conociendo datos que tienden a involucrar a funcionarios públicos que no sufrieron los efectos de la guillotina igual que los miembros de la aviación militar. Por ejemplo, el viernes pasado el diario La Nación publicó declaraciones del ministro del Interior, Aníbal Fernández, en las que éste afirmaba que ya en el mes de noviembre INTERPOL les había comunicado oficialmente la cuestión. Es decir, según el ministro del Interior, el gobierno sabía de las valijas voladoras desde noviembre. Por lo tanto, queda en evidencia que la decapitación en la Fuerza Aérea, acusada de ocultar el tema hasta mediados de febrero, es absolutamente injusta en relación a otros posibles responsables y luce más a un uso político de esa institución para hacer zafar tal vez a funcionario públicos ligados al kirchnerismo.
En realidad, para ser más directo, yo diría que hay que tener una sangre muy fría para hacerle creer a la gente que nadie dentro del gobierno sabía nada de lo que estaba pasando con las valijas voladoras en SW, empresa que encima era socia del Estado y recibía un subsidio del mismo.
A De la Rúa lo voltearon por incompetente. Ahora bien, tener bajo el control de la presidencia a la SIDE, la Policía Federal, la embajada argentina en España y a los organismos de lucha contra la droga y no saber nada de las valijas voladoras, refleja, al menos, una gran incapacidad para cumplir con una de las funciones básicas del Estado, que es la de ejercer el poder de policía. Claro, para los políticos puede ser mucho más redituable estar repartiendo la plata de los contribuyentes por todas las provincias, particularmente en un año electoral, pero si se van a dedicar a eso y no a ejercer la función básica para la que fueron elegidos, entonces, el Gobierno pasa a ser incompetente.
Sin embargo, lo peor de todo es que pretenden engañarnos a todos los ciudadanos diciéndonos que la Fuerza Aérea es la única responsable de ocultar el tema, con lo cual no sólo se comete una injusticia, sino que, además, se le toma el pelo al ciudadano.
Los progresistas suelen presentarse ante la sociedad como la honestidad personalizada y los dueños de la transparencia en los actos de gobierno. Sin embargo, cuando las papas queman, han demostrado en muchas oportunidades que son capaces de dar un triple salto mortal para tratar de sacarle el cuerpo a las responsabilidades que les cabe como funcionarios públicos. Buscar culpables en otros lados es la receta que siempre utilizan.
En los próximos días veremos si este tema sigue siendo investigado por los medios o si es dejado de lado para que el pseudo éxito en el canje de la deuda gane la tapa de los diarios y cambie la agenda de debate, ocultando el escándalo de las valijas voladoras. © www.economiaparatodos.com.ar |