El bulo del salario en blanco
Detrás de la defensa del salario en blanco se esconde toda una trama de complicidades urdida para confiscarle al trabajador gran parte del fruto de su trabajo y quedarse con parte de la riqueza producida por él.
Los españoles utilizan ingeniosas palabras para definir aquellos artificios que sirven para disfrazar la mentira y la llaman “trápala”, “bulo”, “trola” o “gazapo”. Nosotros, más modestamente, las denominamos “trampa” o “embuste”. Dicho de una o de otra manera, eso es lo que generalmente se esconde cuando se exalta el salario en blanco y se anatematiza el salario en negro, como vamos a ver.
De manera que si el trabajador genera valores económicos por $ 148, cargados al costo de la producción, pero recibe efectivamente un salario de $ 87, le están sustrayendo una gran parte de su esfuerzo. Dicho de otra manera, ese obrero no puede repagar el propio costo de lo que acaba de producir con el dinero que le entregan. Aquí reside el embuste o el bulo del salario en blanco. En resumidas cuentas, que hay muchos personajes extraños que se quedan con una tajada de la riqueza creada por los trabajadores: funcionarios políticos, asesores, gremialistas, burócratas y hasta ñoquis. ¿Cómo podríamos sortear esta trampa? La idea fue expuesta por José Piñera Echenique, autor de la reforma laboral de Chile, quien la dedicó “a los que todavía son jóvenes de alma porque no han abandonado sus ideales”. Consiste en poner lo negro sobre blanco y dictar un Decreto de Necesidad y Urgencia estableciendo una nueva manera de confeccionar los recibos de sueldos y salarios. Por “grossing up” se aumentan los sueldos en el porcentaje exacto que se necesita para que todas las cargas laborales se atribuyan al trabajador y en definitiva perciba el mismo salario de bolsillo que estaba cobrando. De manera que no sufra ninguna quita adicional, pero se entera de lo que hacen con su dinero. Veamos cómo sería el nuevo recibo en un salario de bolsillo de $ 1.000.
Si las autoridades fuesen verdaderamente “progresistas” tendrían que animarse a establecer la libertad de elección en el destino final de esos $ 700 y eliminar todos los aportes y contribuciones compulsivos mediante una discusión salarial por empresa y no por rama de actividad, de manera que cada trabajador tenga su propio contrato de trabajo y pueda elegir por sí mismo la entidad médica asistencial para protegerse de los riesgos de accidentes y enfermedades, el sistema jubilatorio para atender los riesgos de vejez y el monto de la indemnización para cubrirse de los riesgos de una ruptura intempestiva del contrato de trabajo. Claro que una decisión de este tipo afectaría a toda la “trouppe” que vive a expensas del que trabaja, pero así se mostraría en los hechos el coraje verbal que hasta ahora sólo se manifiesta delante de micrófonos y en actos de la campaña electoral. Como decía José Piñera Echenique: “La utopía socialista es un proyecto irrealizable pero es cierto que necesitamos soñar. Cuando hay buenas ideas, trabajo, imaginación y responsabilidad, surge inexorablemente en el pueblo una extraña generosidad para acoger los grandes sueños y hacerlos realidad”. © www.economiaparatodos.com.ar |