Después de dos secuestros seguidos de muerte ocurridos la semana pasada, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires declaró que, en rigor, los índices de inseguridad estaban bajando y que lo que en realidad sucedía era que la “sensación” de inseguridad se había incrementado. Como, probablemente, esa argumentación le pareció escasa a la hora de defenderse, agregó que esa “sensación” se debía a la cobertura periodística sensacionalista y a la acción de Juan Carlos Blumberg.
¿Hasta cuándo León Arslanián va a jugar con la vida de las personas? ¿Hasta cuándo seguirá ofendiendo nuestra inteligencia? Su argumentación basada en la supuesta diferencia entre la inseguridad y la “sensación” que se tiene de ella no es nueva. Son varias las veces que con anterioridad ha atentado contra el sentido común valiéndose de este tipo de afirmaciones. Seguramente los martillazos en la cabeza de Santiago, el chico de seis años, secuestrado y asesinado en la provincia de Buenos Aires, serán una “sensación” para el ministro. Lo mismo que los balazos que recibió la otra víctima en Parque Chacabuco.
El esquema mental del ministro, según el cual es la actitud de la prensa la que forma estas alocadas ideas en la cabeza de la gente, conduce a concluir que si la prensa no hablara de corrupción esta no existiría, que si la prensa ignorara los resultados deportivos de un domingo y no los publicara eso equivaldría a que los encuentros no se hubieran disputado o, más aún, que si el periodismo se pusiera de acuerdo y decidiera ignorar la celebración de las elecciones, éstas, sencillamente, pues, no habrían ocurrido.
¿En qué piensa Arslanián? ¿Creerá que somos un conjunto de idiotas? Evidentemente sí. Debe pensar que puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Pero con todo lo grave que eso es, no es lo peor. Parece ser que el presidente Kirchner quiere proponerlo como juez de la Corte Suprema de Justicia, que pasaría a estar integrada en un 33% por penalistas (Zaffaroni, Argibay y Arslanian). Penalistas cuyo desideratum es que los delincuentes no vayan presos, porque, en realidad, son ellos las víctimas de la sociedad salvaje.
“Un país en serio” dice el slogan de cierre de todos los avisos oficiales. Un país en serio defiende la vida y la propiedad de la gente honrada, es durísimo con los que violan la ley y terminal con los que matan a inocentes a sangre fría después de privarlos de su libertad. Un país en serio no inventa esta payasada de las “sensaciones” para explicar la ineptitud, la complicidad o, directamente, la participación en un plan maestro para que las cosas sean como efectivamente son.
En un momento en que el mundo se estremece por atentados terroristas que matan a inocentes tomando sol o yendo a trabajar en un tren, la Argentina –país “serio”- deja en libertad y caminando entre nosotros a dos terroristas cuyas extradiciones habían pedido España y Chile, respectivamente.
¿Qué “sensaciones” estará preparando Arslanián para cuando se reúna la Cumbre de Presidentes de América en Mar del Plata el próximo noviembre? Se sabe que ni el servicio de catering tiene un mando único. La ciudad no cuenta con un lugar para que un helicóptero pueda aterrizar en condiciones de seguridad. Grupos piqueteros de toda índole ya han anticipado toda clase de disparates para cuando la reunión tenga lugar.
La Argentina dejó impune (porque a lo mejor, después de todo, sólo fueron “sensaciones”) dos megaatentados que costaron la vida a más de 100 argentinos y que mutilaron la de otro par de centenares. Ha dado al mundo una señal de falta de seriedad alarmante después de cumplirse 13 y 11 años respectivamente de las bombas que volaron la Embajada de Israel y la AMIA sin resultado alguno en la investigación. Y ha dado a los terroristas un guiño indirecto (¿o directo?) de que aquí pueden hacer de las suyas, volar edificios, decapitar gente, cometer magnicidios en masa, con la tranquilidad de que los ministros atribuirán las consecuencias a las “sensaciones” erradas que la gente tiene en la cabeza por hacerle caso a un periodismo sensacionalista.
Mientras la ideología domine las discusiones, mientras el sentido común se combata a troche y moche en nombre de la obcecación de teorías fallidas y estrafalarias, los honrados ciudadanos de este país viviremos sometidos al peligro de la delincuencia, a la locura latente del terrorismo y a la sinrazón hipócrita e irrespetuosa de los que dicen ser sus representantes. © www.economiaparatodos.com.ar |