Desde hace varios meses ya, Jorge Busti, el peculiar gobernador de la provincia de Entre Ríos, ha estado -directa o indirectamente- intimidando a Uruguay con motivo de la construcción de dos plantas papeleras en la margen oriental del río Uruguay.
Sin resultado alguno, por el momento, pese a que el intimidatorio es su reconocido “estilo” de gobierno, con el que obviamente imita a algunos prohombres de nuestra administración nacional. Ese feo -y poco republicano- “estilo” es el mismo que lo ha llevado al poder provincial en el que, curiosamente, podría pronto sucederlo su propia esposa, otra “Doña Cristina”, adicta también al nepotismo.
Los “cortes” de los puentes internacionales
Como consecuencia de su actitud e instigados una y otra vez por él, algunos residentes de Entre Ríos cortaron total y arbitrariamente (y sin que la policía, de acuerdo con la nueva tónica “autista” del Estado argentino, hiciera ningún esfuerzo por tratar de evitarlo o moderarlo) el tránsito vehicular a través de los tres puentes que -en Gualeguaychú, Colón y Concordia- atraviesan el río.
Así, hace pocos días imposibilitaron, en pleno comienzo de temporada, el flujo de turistas argentinos hacia la Banda Oriental. El hecho causó daños de gran magnitud a nuestros vecinos, lo que pareciera no preocuparlos.
Esto pese a que (i) está en marcha un estudio ambiental a cargo del Banco Mundial, de cuyo resultado depende que se dé -o no- el “visto bueno” al financiamiento multilateral a las papeleras que se construyen, y a que (ii) hay un grupo especial de trabajo, argentino-uruguayo, que ha sido encargado de evaluar el impacto ambiental de los proyectos papeleros que se instalarán en el Departamento de Río Negro que ha estado reuniéndose periódicamente en un ciclo de consultas que culminará el próximo 30 de enero.
Interferencia con nuestra política exterior
La actitud de Busti -que contiene una lamentable, aunque no desconocida, mezcla de autoritarismo y prepotencia- interfiere inconstitucionalmente con nuestra política exterior y conforma, además, una inaceptable interferencia en los asuntos internos del Uruguay procurando hacer justicia por mano propia, como si Busti fuera el dueño absoluto de la verdad, la administración nacional fuera irremediablemente incompetente y los uruguayos, en su conjunto, pese a que su presidente es médico de profesión, fueran auténticos suicidas, desde que el río que genera el conflicto es ciertamente uno de carácter binacional.
Un posible efecto “boomerang” en el Río de la Plata
Mientras estas actitudes poco educadas, con perfil de verdaderas bravatas, continúan sin que nadie las encarrile, el llamado “Proyecto Freplata”, en cambio, gracias a Dios y a la sensatez, no se ha detenido.
Me refiero a la iniciativa binacional argentino-uruguaya que ha sido denominada “Protección Ambiental del Río de la Plata y su Frente Marítimo: Prevención y Control de la Contaminación y Restauración de Hábitats”, que está siendo ejecutada con toda normalidad y sin patología política alguna por un consorcio que ha sido conformado por la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP) y la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo (CTMFM), cuya labor es financiada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En el marco de esa especial iniciativa, se acaba de terminar de confeccionar un diagnóstico completo de cuál es efectivamente la situación actual en el Río de la Plata.
El mismo concluyó que existen “altos niveles de contaminación” en varios puntos de la franja costera de los dos países, pero que los más graves (lo que no debiera ser demasiado sorpresivo para nadie) son los que claramente afectan a la margen argentina.
Particularmente, los que fueron detectados en torno a las zonas industriales de las ciudades de Buenos Aires y La Plata, área ésta que se ha comprobado (más allá de las especulaciones) que está gravemente afectada por todo tipo y suerte de contaminantes, incluyendo: (i) metales pesados, tales como el plomo, el zinc, el cadmio, y hasta el arsénico y el cromo; (ii) plaguicidas organoclorados; (iii) PCBs; (iv) dioxinas; (v) furanos; (vi) hidrocarburos; entre otros. Además de una fuerte y desagradable presencia de bacterias coniformes fecales, distintos efluentes cloacales, varios virus y toda suerte de parásitos.
Si le preguntáramos al gobernador Jorge Busti (o a su socia política, esto es a su esposa “Cristina”, gobernadora eventual en el día de mañana) qué es lo que él aconsejaría hacer ante esta tremenda evidencia de alta contaminación si él fuera presidente del Uruguay, seguramente (para ser coherente) aconsejaría a los uruguayos “cortar” -intempestivamente y por la fuerza- toda navegación por el Río de la Plata -comercial, de recreo, de transporte, deportiva, militar, etcétera- hasta que las cosas “se arreglen definitivamente”, sin perjuicio “naturalmente” de los problemas de toda índole que esta actitud unilateral pudiera llegar a generar.
Pero, a no asustarse: felizmente, el intemperante Busti no es, ni puede ser, presidente del Uruguay.
En este caso, el del Río de la Plata, el problema común se encarrilará civilizadamente, sin que nadie pretenda recurrir a la prepotencia, como pareciera estar “de moda” en todos los niveles de nuestras administraciones, últimamente. Quizás porque algunos olvidan que son mandatarios y actúan como mandantes.
“Freplata” se encuentra ahora trabajando en la posible implementación de una propuesta para el manejo bilateral de la contaminación en el Río de la Plata, labor en la que participan uno 150 técnicos de ambos países.
Con ese prolijo manejo bilateral se podrá lograr un ecosistema costero seguro; identificar científicamente a las industrias contaminantes; fortalecer los controles, definiendo para ello protocolos técnicos comunes de evaluación; monitorear en conjunto; consensuar políticas y objetivos; adecuar legislaciones y normativas; y promover y poner en marcha una educación ambiental moderna, equilibrada y basada no en los caprichos (o en la fantasía al servicio de objetivos políticos) sino en probados y confiables criterios científicos.
Bien distinto -por sensato- a lo que el gobernador entrerriano, Jorge Busti, con su lamentable (y muy poco eficaz) conducta parece propugnar, ciertamente. Quizás porque cree que así su dinastía familiar se podrá perpetuar en el poder provincial, lo que no es ni republicano, ni sano. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). |