No hay, por el momento, más que tres posibles candidatos en condiciones de ganar las elecciones presidenciales de 2007. Quizá más adelante pueda sumarse alguno y necesariamente uno de estos tres se bajará. Pero, por ahora, tal como está planteado el juego hasta el día de hoy –y no parecen vislumbrarse cambios significativos aunque la política es muy imprevisible– sólo Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Roberto Lavagna podrían ganar las elecciones del año próximo. Veamos un poco cómo se presenta el panorama en relación a estos comicios.
Néstor y Cristina Kirchner, naturalmente, se excluyen entre sí. Sólo uno de ellos será candidato. Según todos los análisis, si el candidato es Néstor, ganará ampliamente; si la candidata es Cristina, en principio, ganaría también aunque por menos margen. Lavagna, aparentemente, no tiene chance alguna, lo mismo que los demás postulantes: Mauricio Macri, Elisa Carrió y sigue la lista.
Así planteado el juego, parecería que las elecciones de 2007 no son más que un formulismo destinado a convalidar la continuidad del kirchnerismo en el poder. Pero… Siempre hay un “pero”.
Las informaciones disponibles señalan que la candidatura de Cristina y no de Néstor Kirchner es la idea que predomina en estos momentos en los cenáculos gubernamentales. El periodista Fernando Laborda, en un artículo publicado en La Nación del 16 de julio explica esa tendencia: “Si Kirchner fuese reelegido el año próximo, sabiendo todo el mundo que no podrá volver a la Casa Rosada en 2011, no tardaría en desatarse un fuerte debate sobre su sucesión”. La explicación concluye con el argumento de que, si es Cristina la elegida en 2007, Néstor tendría libertad de acción para regresar a la presidencia en 2011.
Es éste un criterio de análisis bastante lógico desde el punto de vista de los estrategas oficialistas. La premisa en la que se basa es que siempre ganan, sea Néstor o Cristina Kirchner el candidato. La pregunta que cabe formularnos, a quienes nos gusta poner en duda hechos indubitables (aquellos que incurrimos en la blasfemia de considerar un dictador a Fidel Castro, por ejemplo) es si efectivamente el kirchnerismo gana en todos los escenarios electorales posibles.
Según las encuestas, aun las más creíbles, no hay duda alguna de que así es. Pero… Siempre hay un “pero”. En este caso, el “pero” es que las encuestas reflejan una foto de la realidad, pero la realidad no es estática como las fotos sino dinámica como las películas. Que Néstor Kirchner difícilmente pierda una elección está fuera de discusión incluso para los escépticos como nosotros. ¿Es la misma premisa igualmente válida para el caso de Cristina? Imaginemos la película.
Cristina Kirchner es una figura mucho más polémica que su marido. Es tan autoritaria como Néstor, aunque mucho menos hábil para disimularlo. La demagogia de Néstor Kirchner subido al atril diciendo “Señores periodistas, reflexionen, háganlo por nuestra querida Argentina, se los pido con la mayor humildad” es inimaginable en Cristina.
Ella no tiene esa habilidad que es característica de su marido para “bajar un cambio” cuando las circunstancias lo aconsejan. Cristina siempre acelera. Lanzada a una campaña electoral formal, este rasgo se le puede volver violentamente en contra. Cristina Kirchner es una persona que podría desencadenar enfrentamientos muy violentos en nuestro país. Y eso al pueblo argentino no le gusta, no lo “compra”. La idea de que gobierne el país alguien que exacerba de semejante modo los enfrentamientos internos iría “a contramano” de la tendencia que se ha venido manifestando desde el restablecimiento de la democracia en 1983.
En este contexto es donde la candidatura de Lavagna podría cobrar vuelo. Lavagna es un hombre que tiene un perfil moderado, creíble, sensible. Hay un considerable sector del electorado independiente, que es determinante en cualquier elección, que, si tuviera que elegir entre una Cristina Kirchner desbocada y un Lavagna firme, se inclinaría por este último. No es tan utópico que Lavagna pueda ganarle a Cristina Kirchner.
Y no es tan utópico, tampoco, que Cristina sea candidata porque probablemente en el kirchnerismo no crean que pueden perder y, por lo tanto, podrían incurrir en el error de subestimar al adversario. Aún falta mucho para las elecciones del año próximo y, por lo tanto, no conviene llevar el análisis hasta más allá que esta primera aproximación. Habrá que ver qué novedades se producen en los próximos meses, cuando se defina el rumbo, se determinen los candidatos y se conozca el escenario final en el que se “jugará el partido”. Pero hay aquí una “punta” que quizá nos conduzca a anticipar el desenlace. Seguiremos analizando el tema. © www.economiaparatodos.com.ar |