A cada cual lo suyo según Hollywood
Como todos los días, el programa radial giraba en torno a las noticias más destacadas de la jornada…
Pero esa mañana, tanto el tono del presentador como el de los oyentes al otro lado del teléfono era diferente. Ambas partes sonaban más agresivas y enfervorizadas que de costumbre.
Se escuchaban expresiones tales como “¡Es una vergüenza!”, “¡Es inmoral!”, “¡Cómo puede ser que con tan poco esfuerzo y casi sin instrucción, alguien embolse tanto dinero junto!”, etc.
Ante tales expresiones, alguien distraído podía preguntarse: ¿Cuál será hoy el tema en discusión que genera tanta cólera?
¿Se referirán a las más de 1,400 personas que murieron en Siria por la utilización de armas químicas al parecer por parte del presidente Bashar al Assad? Puede ser. Aunque tal vez ¿No estarán comentando sobre algún traficante de drogas, quien gracias al precio artificialmente elevado que las leyes restrictivas provocan respecto de su mercancía, genera en pocos minutos más ingresos que cualquier mortal en toda su vida?. Quién sabe. Lo que es seguro es que no pueden estar refiriéndose a alguna nueva revelación sobre el enriquecimiento ilícito de un boliburgues venezolano o de un kirchnerista argentino porque a estas alturas eso ya no llama la atención de nadie.
Nada de eso. El suceso supuestamente tan repudiable consistía en un informe publicado por la revista Forbes que daba a conocer qué actores y actrices de Hollywood han sido los mejor pagados por los grandes estudios cinematográficos. Según el mismo, en primer lugar aparece Robert Downey Jr., quien entre junio de 2012 y 2013 habría embolsado una fortuna de 75 millones de dólares. En segundo término, con 60 millones de dólares, se encuentra Channing Tatum, debido al éxito de ‘Magic Mike’ (y su musical y bar temático) y actualmente con ‘Asalto al poder’, mientras que la lista de adineradas actrices es encabezada por Angelina Jolie tras ganar 33 millones.
Lamentablemente, a menudo cuando se analizan cuestiones como esta, la razón y el sentido común son dejados a un lado, pasando a ocupar su lugar las pasiones, los impulsos y las “buenas intenciones”. Por tal motivo, resulta conveniente hacer algunos reflexiones sobre el particular a fin de tener en claro los conceptos básicos aquí involucrados.
En principio, tratándose de actos libres y voluntarios entre partes (los estudios y los actores), por el cual las mismas han entendido a priori que resultarán beneficiadas, y cuyo objeto no pareciera violar derechos individuales de terceros, la noticia no debería ser más que un simple hecho anecdótico, resultando irrelevante lo que individuos ajenos al trato podamos pensar al respecto. Se trata de sencillamente de alguien pagando por tabajo.
Cuando nos referimos al trabajo, estamos hablando de un intercambio de valores, de energía, de esfuerzo físico o intelectual (o de ambos) entre individuos, que conforme a sus preferencias y sus particulares escalas de prioridades, han decidido que resulta subjetivamente provechoso para ellos llevarlo a cabo.
Cada uno desde su perspectiva, estima más valioso aquello que va a recibir que aquello que debe entregar. Al operar dicho intercambio de valores en el ámbito del mercado, el mismo puede expresarse en dinero, es decir dicho cruce de valoraciones da como resultado un precio, al que en este caso denominamos salario.
¿De qué dependen los salarios? Siguiendo este razonamiento, como cualquier precio dependerá de la oferta y de la demanda existente en un momento dado. Siendo un poco más sofisticados podríamos decir que en última instancia dependerá de la “utilidad marginal” del trabajo. Si yo ofrezco en el mercado un servicio que perfectamente podrían prestar otros cientos de miles o quizás millones de personas, el “precio” de mi labor, es decir mi salario, necesariamente será bajo. En cambio, si mi prestación, como en el caso que nos ocupa, es de carácter excepcional mi remuneración será infinitamente mayor.
Los estudios de Hollywood, en una riesgosa apuesta a futuro, entienden que contar con una determinada estrella en su próxima producción es más valioso que los 75 millones que tendrán que abonarle, y obviamente el actor considera que el acuerdo vale más que el esfuerzo de cumplir con el mismo y que otras alternativas que eventualmente pudiesen presentársele más adelante.
La gente al decidir adquirir un bien final (en este caso, su entrada de cine), está valorando y juzgando un resultado, la satisfacción que el mismo le produce. De manera indirecta está imputándole valor a los factores que intervinieron en la concreción de ese bien final, entre ellos el trabajo.
Cuando un estudio de Hollywood le paga a una estrella una carrada de millones por tan solo un par de semanas de trabajo, lo hace porque sabe que sí esa persona aparece en la pantalla los cines rebosaran de espectadores dispuestos a dejar sus dólares en la boletería.
Es por ello y no por la simpatía que pudiesen tenerle los directivos del estudio, que el galán que aparece solamente a la hora de los besos, gana muchísimo más que su doble en las escenas riesgosas y los demás trabajadores del set de filmación. Es por ello, y no por una actitud altruista de Hollywood, que Downey Jr, Tatum, Jolie y compañía ganarán más que todas las demás personas involucradas en la producción y comercialización de sus películas.
Es la gente, al aglomerarse frente a la taquilla, la que está decidiendo quién tendrá un lugar en la siempre dinámica lista de «ricos y famosos».
Estas consideraciones quedaban totalmente desvirtuadas en la discusión radial arriba señalada, cuando los participantes consideraban inmoral la cifra abonada al intérprete, y efectuaban comparaciones con los bajos salarios percibidos en otros sectores de la economía. Más patético aún era pensar que toda ese encolerizado debate contra la “riqueza desmedida” y el mercado, estaba teniendo lugar a través de una emisora que transmite a pocas cuadras de la Casa Blanca, en el corazón de la tierra que acuñó la noble idea del “to make money” como un símbolo de que la riqueza es algo que debe ser creado (y disfrutado por su creador).
Para nada sorprendió escuchar que la única opinión favorable vertida esa mañana acerca del informe de Forbes, provino de un individuo que se presentó a sí mismo como un inmigrante de origen cubano. Seguramente, supo padecer en carne propia la puesta en práctica de la marxista Teoría del Valor Trabajo y de la igualdad forzada mediante la ley, donde tanto el genio como el imbécil – a menos que pertenezcan a la clase gobernante – permanecen en un plano de igualdad: el de la miseria.
Como diría una campaña para la prevención del HIV, “En los momentos más calientes es cuando más en frío hay que pensar”. Por ello ante temas que suelen llegarnos tanto como los relacionados con el mercado laboral, lo peor que podemos hacer es sacar de escena a la razón.
Fuente: www.independent.typepad.com