– En un marco en donde el presidente empieza a bajar en su imagen –y teniendo en cuenta que hasta ahora su política se basaba totalmente en la imagen positiva que la población tenía de él pero no proponía ningún tipo de reformas estructurales- ¿usted cómo ve la interna del justicialismo y los problemas del presidente con la sociedad? ¿Piensa que son conflictos crecientes, no ve conflicto, Duhalde lo acompañará hasta el final o hay otras posibilidades?
– En primer lugar, yo no creo que Duhalde lo acompañe hasta el final. Pero, sobre todo no sé que va a pasar “al final”. Y esto es lo que siempre uno piensa cuando observa al peronismo. En realidad, por ahora, como a Duhalde le gusta al ajedrez, estamos viendo cómo se mueven las damas: habla Chiche, habla Cristina.
– “Las damas”, literal-mente.
– Claro. Incluso, hace unas semanas hubo una crítica bastante dura de Chiche Duhalde con respecto a la política de Kirchner, pero, rápidamente, su marido apareció, como siempre, llamando al sosiego, diciendo “cálmense”. Para mí está haciendo un doble juego.
– ¿La Argentina tiene salida o vamos de mal en peor?
– La Argentina tiene salida, tiene destino. Lo que estamos haciendo es postergando esa salida, ese destino, y es terrible. Esto nos hace perder otra década, que va a ser la “Década de la Estupidez y la Indigencia”.
– ¿Y por dónde está esa salida? ¿Cómo arreglamos este país?
– La Argentina no se arregla con soja. Tampoco se arregló con trigo en 1910. Se arregló con un enfocar el ideal, el destino, con poner en claro que la Argentina tiene algo que decirle al mundo, un surco que marcar, una personalidad que mostrar y que todavía no tuvimos oportunidad de mostrarla. Sólo mostramos que somos chantas, que somos malos pagadores, malos vecinos, que le robamos el gas y la electricidad a nuestra gente, que no cumplimos con los contratos. Esta es la pobre impresión que damos, pero es otra la verdadera Argentina. Ahora, en la línea de su primera pregunta, evidentemente, hay un enfrentamiento entre los peones del ajedrez, que se están molestando bastante porque ven esta transversalidad de Kirchner como un desafío al verdadero peronismo que fue el que hizo el aporte para que él llegara al poder. Entonces, piensan: “es un desagradecido”, “no merece que lo apoyemos”. Y en las bases, esto es muy fuerte. De todas formas, a la larga, el peronismo se va a entender, salvo que primen los intereses personales.
– Hace poco alguien me dijo que, finalmente, toda esta interna se iba a resolver porque Duhalde, en definitiva, también era peronista y los peronistas son pragmáticos y llegado el momento, se van ajuntar.
– Lo que no es seguro es que Kirchner sea peronista…
– Pero el peronismo es una cosa amorfa: tiene la izquierda, tiene la derecha…
– Tiene cualquier cosa. Puede contener todo, excepto el repudio a las bases. En las últimas reuniones que se hicieron en la provincia de Buenos Aires con la gente del transversalismo, se ha recogido gente muy pobre…
– ¿Cuál es, finalmente, la idea de la transversalidad?
– Juntar a todos lo que son de izquierda y tienen un aire peronista pero o están fuera del partido peronista o están yéndose. Es algo así como pasar con una ambulancia para recoger a todos los heridos que no tienen poder, no lo tuvieron ni tienen esperanza de tenerlo. Es una vieja ambulancia que recoge los heridos que fueron quedando.
– El presidente tiene muchos enfrentamientos con costos y sin beneficios. Se pelea con todo el mundo pero para no lograr nada, aunque gane el enfrentamiento. Entonces, él tiene un capital político que es su imagen, las encuestas, y lo está gastando en un listado larguísimo de peleas permanentes. Se está comiendo el stock de capital, a mi criterio. ¿Usted ve algún tipo de ingreso a cambio?
– No, al contrario. Yo, de todas maneras, lo comparo con algunas opiniones internacionales sobre el cuidado que hay que tener cuando se tiene una posición favorable de alguien, porque sin avisar, de pronto, esa imagen puede caerse. Así pasó en la Guerra Fría, en el ’89. De la noche a la mañana se cayó toda una ideología, toda una estructura, sin pronóstico de nadie, por alguna razón insospechada. Siempre sucede y hay que estar alertas. Hay que tener planes de contingencia. Por eso, este gobierno sigue en deuda de ponerle un destino o marcárselo a la Argentina, porque sí lo tiene. Sigue en deuda por postergar el futuro, que, definitivamente no está o no se termina en la soja, sino que es otra cosa. El futuro se construye en base a instituciones y en base a reglas de juego claras. © www.economiaparatodos.com.ar |