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martes 5 de junio de 2012

Argentina: El revalúo de la discordia

Comienzan a verse las consecuencias no queridas de la aceleración de la crisis económica. Lo último que hubiese deseado Daniel Scioli -tan prolijo y educado a la hora de tejer vínculos con las fuerzas vivas y la ciudadanía en general- es abrir un frente de tormenta de esta naturaleza, malquistándose con todo el ruralismo bonaerense.Es curioso, cuando menos, lo que le sucede al gobernador de la provincia de Buenos Aires al momento de pelear: o se entrega antes de subir al ring o escala sin medir las consecuencias. Si el antagonista pertenece a la tribu kirchnerista, generalmente retrocede espantado.

En este orden de cosas basta con recordar cuál fue su reacción frente al manifiesto maltrato que recibió del santacruceño en los años que compartieron -uno como jefe y el otro como subordinado- el mismo espacio político. Otro tanto le sucedió a Scioli con la actual presidente. Nunca se animó a plantearle su razón independiente de ser y la única vez que ensayó una postura de este tipo y anunció sus anhelos de cara a 2015, dejó en claro que los mismos estaban sujetos a la decisión final de Cristina Fernández.

En cambio, delante del campo ha adoptado una postura beligerante, tanto más notoria cuanto que ése no ha sido nunca su estilo. Es cierto que la situación económica del estado bonaerense es calamitosa y que, para variar, los funcionarios públicos solo piensan en extraer recursos del sector más dinámico del capitalismo criollo. Es tan sencillo cargarlo al campo con impuestos que nadie piensa, siquiera un minuto, en ponerle la lupa al gasto público. Pero no es menos cierto que los ruralistas -por llamarlos de alguna manera- no se dejarán arriar así de fácil.
Lo que primero llama la atención en la disputa es que Daniel Scioli no ha tomado contacto con la Mesa de Enlace ni con ninguna de las asociaciones que representan al sector damnificado.

Conviene recordar que a principios del año 2008 y por espacio de varias semanas, mientras se desarrolló el pleito respecto de la 125, los dos integrantes del matrimonio que gobernaba el país tendieron puentes con la dirigencia del campo. Luego el conflicto escaló, Néstor Kirchner dijo que quería ver a sus enemigos “de rodillas” y el final todos lo conocemos. Pero hubo vasos comunicantes entre las partes que ahora brillan por su ausencia.

Lo segundo que no deja de sorprender es la imprudencia del gobernador de consultar el tema con el gobierno nacional. Al hacerlo ha quedado, una vez más, prisionero de las urgencias y caprichos de Balcarce 50. Dicho de manera diferente: era obvio que si Scioli abría un canal de análisis con la Nación cuando se trabó en la cámara de diputados de La Plata el proyecto de ley de revalúo, la respuesta que recibiría sería la de sacar el asunto por decreto. Con lo cual, si finalmente no logra el quórum que necesita, se verá obligado a poner en marcha un mecanismo provocativo que le viene impuesto desde la Presidencia de la Nación.

De una u otra forma el gobernador aumentará los impuestos. Es posible que emita primero el decreto y luego, a los efectos de establecer la base imponible y las nuevas alícuotas, se vote la ley. Al tomar esa dirección, el cerrado rechazo del sector rural a las medidas de Scioli dará paso a un plan de lucha.

Como la norma que elevará los valores de referencia de los campos será cuestionada y los aumentos resultan en algunos casos exorbitantes, pocas dudas caben respecto de la voluntad de los chacareros de dar pelea. La pregunta es: ¿qué pueden hacer? Cualquiera que haya sido testigo de los acontecimientos de cuatro años atrás -que epilogaron aquella madrugada con el voto de Julio Cobos- pensaría en una reedición de la estrategia entonces enderezada por la Mesa de Enlace contra el kirchnerismo. Al fin y al cabo la situación es casi igual, aun cuando en este caso no esté Néstor Kirchner y el pleito no tenga alcance nacional.

Sin embargo, hay razones para pensar que las dificultades con las cuales toparía el campo -en el supuesto de emplear la táctica de 2008- serían mayores que las de entonces en razón de un clima de apoyo -hoy inexistente- que existió en segmentos de la población que nada tenían en común con la SRA, CRA y la Federación Agraria.

Para muestra vale un botón: hace tres semanas, poco más o menos, en Entre Ríos se votó un aumento cercano a 300 % que puso en pie de guerra al sector. Se anunciaron movilizaciones y -de atender a los discursos- todo parecía encaminarse a una disputa sin cuartel. No obstante, las aguas se calmaron, los ánimos beligerantes se aplacaron y el impuesto quedó firme.

¿Que Buenos Aires es más importante que Entre Ríos? -Sin duda, pero no se trata tanto de peso específico provincial como de un momento de alta tensión ideal. En 2008 se respiraba; en 2012 no se ve por ningún lado, fuera de los hombres de campo que juzgan -con entera razón- abusivo un revalúo como el que piensa imponerles el gobierno bonaerense. Ello sin contar con el hecho de que si el aumento fuese votado por las cámaras legislativas tendría fuerza de ley, y entonces las medidas de fuerza serían consideradas ilegales.

Como quiera que sea comienzan a verse las consecuencias no queridas de la aceleración de la crisis económica. Lo último que hubiese deseado Daniel Scioli -tan prolijo y educado a la hora de tejer vínculos con las fuerzas vivas y la ciudadanía en general- es abrir un frente de tormenta de esta naturaleza, malquistándose con todo el ruralismo bonaerense.

Pero sucede que el endeudamiento provincial, las estrecheces presupuestarias y la necesidad de pagar sueldos y aguinaldos, lo han impulsado a seguir un camino riesgoso. El campo -que lo veía con buenos ojos en tanto opugnador potencial del kirchnerismo- ha vuelto a considerarlo un enemigo o un pusilánime.

La Casa Rosada, en tanto, saldrá gananciosa del entuerto porque seguramente -a instancias del revalúo- aumentará su recaudación vía bienes personales y, al mismo tiempo, habrá socavado una parte de la base electoral del gobernador, al cual detesta.

Fuente: Massot / Monteverde & Asociados