Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

jueves 6 de julio de 2006

Argentina: una loca carrera al pasado

Las sociedades que más han podido avanzar en los últimos siglos son precisamente aquellas que han logrado limitar a los gobernantes en su accionar. En nuestro país, sin embargo, todavía discutimos la importancia de la independencia de cada uno de los tres poderes.

Mirar al pasado, recorrer la historia de los países e indagar las causas y las consecuencias de los cambios sociales, políticos y económicos son formas de poder comprender mejor el presente y avizorar el incierto futuro al que nos enfrentamos. Algo muy distinto es querer volver al pasado o encerrarse en él como medio para construir poder o para justificar acciones o medidas que no tienen ningún sentido en un país que se pretende republicano.

Es útil mirar el pasado para ver qué hicieron aquellos países que han progresado y evolucionado a lo largo del tiempo, para tratar de aplicar aquellas instituciones que promovieron el crecimiento social. O mirar atrás para evitar errores cometidos en el pasado.

Lamentablemente, no es éste el objetivo que mueve al Gobierno cada vez que vuelve al pasado. Es como que en este caso se mira hacia atrás sólo para volver a cometer los mismos errores que ya se cometieron, como ser: controles de precios, restricciones al comercio internacional, manejo político de los fondos públicos, descalificación de los opositores, controles a la prensa (bajo la discrecionalidad de la publicidad oficial), compra de voluntades, convocatoria políticas de dudosa espontaneidad, entre otras.

Todas estas prácticas no son nuevas en la Argentina, sino que nos recuerdan un pasado que preferimos olvidar. Esta “nueva política” no sólo tiene los peores vicios de la vieja, sino que parece desconocer el final que les cupo a todos aquellos que aplicaron esos mismos mecanismos mientras disfrutaban del apoyo de los votantes. No piensan, siquiera, que los votos son prestados y que el poder del que gozan en el presente será adverso en el futuro.

Pero de todos los males mencionados, es sin duda el avance del Poder Ejecutivo por sobre el Legislativo y el Judicial lo que peores consecuencias puede acarrear al endeble sistema republicano argentino. ¿Será posible que nos encontremos en un estado de atraso tan grande que nos dediquemos a discutir los beneficios de un sistema de división de poderes?

Uno de los avances más importantes que realizaron los países de Occidente fue la implementación del sistema republicano. El mismo implica en su esencia la división de poderes, la publicidad de los actos de gobierno, la renovación periódica de autoridades, la posibilidad de participar libremente en los comicios electorales y la libertad de prensa.

Cuando todos estos conceptos son aplicados en una nación, entonces se puede decir que estamos en presencia de una República. Pero lo que sucede en nuestro país es todo lo contrario. Bajo la excusa del “estado de emergencia” se quiere justificar el avance del Ejecutivo por sobre los otros dos poderes. Se interviene el Consejo de la Magistratura, se destituyen los jueces de la Corte Suprema (sin proponer a sus reemplazantes correspondientes), se cooptan diputados opositores (¿con promesas de qué tipo?), se impide la asunción de diputados elegidos legítimamente por los ciudadanos (Luis Patti), se otorgan “superpoderes” a ministros del Ejecutivo, se convalida la constitucionalidad de las “leyes secretas”, se “autoriza” con total naturalidad la toma y saqueo de viviendas y comisarías. En fin, la lista podría continuar. Seguramente los lectores podrían aportar su ejemplo a este nefasto listado de medidas anti-republicanas. Con el aval de los obsecuentes de turno (o, mejor dicho, los “levanta manos” de siempre), el Gobierno promueve todo este tipo de medidas para que la “fantasía republicana” siga funcionando.

Las sociedades que más han podido avanzar en los últimos siglos son precisamente aquellas que han logrado limitar el poder del gobierno en mayor medida. Desde las monarquías absolutas, pasando por las constitucionales (o parlamentarias) hasta llegar a las repúblicas por sufragio (desde el restringido hasta el universal). Todo el debate que se da desde el siglo XVIII en adelante está centrado en la división de poderes y la limitación del mismo. Por increíble que parezca, en la Argentina estamos en tal estado de atraso que en la actualidad uno de los temas de debate es precisamente éste: la conveniencia (o no) de tener poderes separados que se controlen en forma mutua. A esto nos ha llevado esta “loca carrera al pasado”. © www.economiaparatodos.com.ar



Alejandro Gómez es profesor de Historia.




Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)