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jueves 13 de abril de 2006

Carlos Araujo: “Los ciudadanos están detrás de las rejas y los delincuentes del otro lado”

El asesinato de un chico de 16 años en Palermo reabrió el debate por la falta de seguridad en la ciudad de Buenos Aires. En esta entrevista, el legislador porteño por el partido Recrear, Carlos Araujo, analiza la responsabilidad del gobierno y la Policía.

– A partir del asesinato de Matías Bragagnolo en Palermo, me quedé pensando en la Ciudad de Buenos Aires y en lo diferente que está. Antes uno caminaba de noche tranquilo, la gente iba al cine de trasnoche, tomaba su cafecito en la calle, los extranjeros venían acá y les encantaba esa tranquilidad. Ahora es como si la ciudad hubiera quedado en manos de nadie.

– O mucho peor aun, en manos de las bandas…

– ¿Qué es lo que pasa? ¿Es que no hay legislación o que la legislación que hay es mala? ¿Es que la policía mira para otro lado o que tiene las manos atadas?

– Legislación hay y para todo. Esta podría ser una ciudad espectacular, ordenada, brillante, sin ningún conflicto. El problema es que el Ejecutivo no aplica las leyes que hemos aprobado y que han aprobado las Legislaturas anteriores.
El año pasado nosotros aprobamos el Código Contravencional donde se pauta que no se puede vender bebidas alcohólicas en los kioscos, donde se exige controlar a los chicos en los cyber cafés para que no puedan ir y ver cualquier cosa, por ejemplo. Según esas leyes, la Policía tampoco debería dejar pasar a los piqueteros y que corten las calles. Inclusive, yo personalmente promoví que se arrestara por cinco días a los piqueteros encapuchados y armados con palos…

– Pero eso no se lo aprobaron.

– Perdí 36 a 18. Con lo cual uno se da cuenta, claramente, que hay toda una rosca armada alrededor de todo esto.
Hemos perdido los valores. Hemos perdido la cultura del trabajo, el respeto a los mayores, el respeto al estudio: miles de chicos abandonan la educación y nadie se ocupa de ellos. Todo está trastrocado.
Acuérdese, no hace tanto, cuando D’Elia tomó una comisaría de la Policía Federal. ¿Y qué pasó? Ahora tiene un cargo en el gobierno con un presupuesto de 300 millones de pesos. Entonces, ¿cómo se puede pretender que la Policía actúe, cuando además no depende de la ciudad, sino del gobierno central que está a favor de los piqueteros y todas estas cosas? Es muy complicado.

– El problema es que la pérdida de valores se traduce no sólo en pérdidas materiales y económicas sino que, también, se cobra vidas como el caso de este chico a quien asesinaron salvajemente. Y por lo que se lee en los diarios no fue en manos de una patota de chicos de la villa 31.

– Es que los niveles de violencia de hoy son, realmente, impresionantes. Piense que en este caso eran todos chicos de entre 14 y 17 años.

– Es terrible. Pero, ¿qué poder tiene hoy la Policía de la ciudad para controlar a una patota, por ejemplo?

– Es muy difícil. Antes la gente reconocía la autoridad. Era otra cosa. El vigilante, era el de la esquina, el que todos conocían. En mi casa, cuando yo era chico se preparaba un termo y un sándwich para él. Yo iba al colegio, me saludaba, yo sabía que estaba ahí. Era otro país. Hoy ese respeto por la autoridad se perdió totalmente porque la misma Policía tiene instrucciones de no intervenir.
El otro día, en la Costanera, cuando dos piqueteros atacaron a un padre de familia con los dos chicos en el auto y todo filmado por las cámaras de televisión, a las dos horas ya los tipos estaban sueltos. Y los policías mirando porque no se atreven a intervenir porque van presos ellos, no los delincuentes. Hay una subversión de valores muy grave.

– Y por eso se terminan destruyendo las instituciones. Decir “todos los policías son ladrones, todos los militares son asesinos y también lo son todos los gendarmes y todos los prefectos” hace que se piense que no se puede hacer nada. Ahí aparecen los verdaderos asesinos y delincuentes.

– Hoy, el desorden es el dueño de la ciudad.

– A veces pareciera que cuando uno dice que quiere orden lo que está pidiendo es que metan balas y, justamente, no es eso.

– No, ése es un verso del gobierno que le es funcional a su discurso y que equipara orden con represión y eso no es así. Todo lo contrario. Usted fíjese los desmanes que hubo en Francia y cómo actuó la Policía. Nadie salió en ningún lugar del mundo a decir que se habían violado los derechos humanos porque los policías pusieran orden.

– De hecho, hubo muchas detenciones.

– ¡Lógico! Si están destruyendo bienes públicos o molestando a ciudadanos, se los detiene. Y si ellos se resisten o los atacan, la Policía se defiende y los meten adentro a cómo dé lugar, y se acabó. Eso no es represión, eso es tener orden.

– ¿Cómo se maneja todo esto en otros países?

– Pero no sólo en Estados Unidos, sino en Europa, en España, en Chile, que está acá nomás. Uno toca a un carabinero en Chile y cómo mínimo tiene 30 días en la cárcel. Hay un respeto lógico por la autoridad.
Acá el Estado ha vendido esta imagen de que la Policía y el Ejército son todos una especie de represores de los años 70, todos asesinos. Lo cual es una falta de respeto absoluto. Si al que toma una comisaría, lo premian con un cargo en el gobierno, ¿cómo se puede pretender que los ciudadanos respeten a los policías? El mundo policial no sabe cómo actuar.

– ¿Puede actuar acaso?

– Existe todo un procedimiento para poder hacer algo, lo que pasa es que si de arriba llaman y dicen “no hagan nada”, no hay mucho más que decir.

– Entonces este tipo de desgracias, como la de este chico, seguramente se seguirán repitiendo. Sin embargo, hay responsables.

– Claro que sí.

– Así como se hizo con Cromañón, donde se buscó a los responsables políticos, habría que aplicar aquí el mismo procedimiento. No son 200 personas, es una sola, pero cuenta de la misma manera.

– Es terrible. Y pasa en muchos lugares de la ciudad.

– ¿De quién depende la Policía hoy?

– Depende del gobierno nacional, del Ministerio del Interior. Nosotros estamos pidiendo desde la ciudad que nos den el control de la Policía.

– ¿Y la Policía Urbana?

– La Policía Urbana está para atender a los turistas, para que la gente cruce bien la calle, es decir, para cosas menores, no para este tipo de cuestiones y mucho menos de noche a las 2 de la mañana.
Pero además, la Policía Federal tiene alrededor de 40 mil hombres y en la calle hay sólo 12 mil. El resto está dedicado a tareas administrativas. Deberían estar recorriendo los barrios, deberían tener su rutina, la gente debería saber que está protegida por la Policía. Nosotros en la campaña del año pasado caminamos por todos los barrios y la gente vive enrejada. Los ciudadanos están detrás de las rejas y los delincuentes del otro lado. ¡Es una locura! © www.economiaparatodos.com.ar

 
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