– ¿Usted piensa que es cierta esta adhesión casi total que parece tener el gobierno, o se trata de una estrategia, una fachada? ¿Acaso nadie difiere con el presidente o con las políticas que se están implementando en el país?
– La oposición en la Argentina es un tema interesante.
– Si hubiera…
– Exactamente, porque casi no hay. En Argentina, hoy, pareciera que hubiese un discurso único, pero no tiene solamente la culpa Kirchner. Más allá que se esté ocupando de ir ampliando su poder en las provincias, en los medios de comunicación, de que haya cada vez más intelectuales o lo que se llama intelectuales pseudoperiodistas kirchneristas, yo creo que la oposición en sí misma tiene un problema en nuestro país. No creo que sea un problema sólo frente al kirchnerismo. A mí me parece que la oposición es muy débil. ¿Y por qué es muy débil? Por un lado, porque no tiene estructuras partidarias fuertes u organizadas, salvo la Unión Cívica Radical que está en proceso de extinción. Algunas agrupaciones tienen líderes mediáticos fuertes, pero con eso no se puede hacer oposición. Y esto ya implica un gran problema. Pero, además, está el dilema eterno de la izquierda en Argentina, pero que también es el de la derecha, que es tender a atomizarse. Usted sabe que se juntan 5 izquierdistas y se forman 5 partidos. Esto está fantásticamente escrito en un libro de Vargas Llosa. Y a la derecha también le ha pasado bastante. Entonces, están todos estos elementos que debilitan a la oposición, pero se agrega otro: en la época en que las cosas parecen no ir tan mal, como sucede ahora que la gente se anima a gastar los dólares que había escondido por si acaso, y algunos indicadores se muestran mejor, la oposición argentina se queda sin argumentos. Porque es una oposición que se basa solamente en la crítica. Yo creo que el periodismo crítico es fundamental. Quiero decir, si no hay forma de criticar a quienes están en el poder, directamente, se termina como Página12 que ahora es una especie de Granmma, el diario oficial cubano.
– Una especie de boletín oficial del gobierno. ¿A eso se refiere, no es así?
– Claro. Ahora, de pronto, una Primera Dama que se muestra en una revista ya no es más frívolo. Ahora eso es una muestra de cómo los argentinos estamos compitiendo internacionalmente para imponer nuestras figuras. Entonces, a mí me parece que lo que la oposición tendría que hacer es tomar los aspectos más críticos de la Argentina, como la reforma política, entre otros, y ver qué es lo que se está haciendo mal, pero no detenerse solamente en eso, sino proponer cosas. Por ejemplo, el tema de la educación. Es un tema complicado, pero también es cierto que se puede hacer mucho para mejorarla. Habrá que, por ejemplo, transformar a los colegios del estado para que sean colegios de muy buen nivel, ámbitos propicios para el desarrollo de la inteligencia y la personalidad. Para que los estudiantes que entren, luego a la Universidad no busquen zafar en la mejor manera del trucho argentino, sino que elijan planes de estudios más exigentes. Ahí está el papel de los educadores, en tratar de fomentar el deseo de excelencia, de competencia y el deseo de mejorarse, como una cuestión fundamental.
– Hoy en día, los chicos son víctimas de la demagogia de los burócratas que arman los planes de estudios y sistemas de calificaciones inentendibles. Porque, por ejemplo, si uno no entiende cómo le van a poner una nota, uno pierde el rumbo, no se sabe bien qué es lo que nos van a exigir, dónde poner el énfasis. No hay transparencia en el sistema calificatorio. No sé si se acuerda, en la época de Alfonsín, del ”no alcanzó los objetivos”, “esfuércese para llegar”, era algo insólito…
– Tal cual. Pero lo importante es proponer soluciones. Por otra parte, volviendo a este tema de la oposición argentina, existen otros dos problemas. El primero, muy grave, que es el clientelismo. En donde toda la construcción del poder de Kirchner se trata de trenzar entre el Ejecutivo y las provincias. Entonces, no puede terminarse esta práctica, como ellos pregonan “queremos terminar con el clientelismo”, porque ellos se basan en el clientelismo. Y lo mismo sucede con la coparticipación. El otro tema fundamental, que afecta a estas cuestiones y tiene que ser arreglado urgentemente en el mediano plazo, es la reforma política. Es una de las reformas estructurales. Porque en realidad, acá pasa algo terrible. En Argentina, si más o menos mejora el tema económico un poco, pueden violar a una mujer en la Plaza de Mayo sin que la gente se indigne.
– ¿Usted no siente que si la economía más o menos funciona, nadie le da importancia a los derechos esenciales en la Argentina?
– Sí. Pero esto es lo que no puede suceder. No debería. Por eso, creo que terminar con la atomización, con la crítica sin propuesta, con el clientelismo, y promover rápidamente una reforma política resulta esencial a la hora de construir una oposición argentina seria, sana y eficaz. © www.economiaparatodos.com.ar
Carlota Jackisch es investigadora de la Fundación Hayek. |